jueves , 21 noviembre 2024

Algo muy importante que descubrir.

Solemos entender mejor las cosas por contraste. Los maestros suelen poner ejemplos cuando explican. Incluso dicen que la mejor enseñanza es el ejemplo. De eso quiero hablar.

Hawking murió el 14 de marzo 2018. Tenía 76 años. Le descubrieron una grave enfermedad denominada ELA (Esclerosis Lateral Amiotrófica) en 1964. No le daban más de 2 años de vida. Por suerte, la ciencia a veces se equivoca. Dijeron que cada nuevo día de Hawking  era un milagro. ¡Tal vez fuera verdad!

Traigo el recuerdo del científico, por varias razones: 1) Pese a la enfermedad rara y degenerativa ni jueces ni médicos británicos, cuestionaron su derecho a vivir, y… llegó a ser una de las inteligencias más brillantes de la humanidad; 2) Rompió moldes incluso después de muerto. 3) Su funeral -una ceremonia privada-, pero acudieron cerca de 500 invitados al funeral del astrofísico en iglesia anglicana St. Mary the Great de la Universidad de Cambridge; 4) Sus hijos, aunque no fuera creyente, comunicaron que: «La vida y el trabajo de nuestro padre significó muchas cosas para mucha gente, religiosa y no religiosa. Por eso, la ceremonia será inclusiva y tradicional, reflejando la amplitud y diversidad de su vida». 5) Su mensaje más fuerte: «Debemos abandonar la Tierra en cien años». «El peligro radica en que nuestro poder para dañar o destruir el medio ambiente, o al prójimo, aumenta a mucha mayor velocidad que nuestra sabiduría en el uso de ese poder».

Parece que se ha tomado en serio su consejo, porque jóvenes emprendedores españoles están trabajando en el diseño de una base logística para vivir en Marte. De hecho la sonda «InSight» despegó ya rumbo a Marte para tomar datos,

Ejemplos desconcertantes revelan el lado oscuro de la humanidad.

Ilustración de Lloyy Cartón

En el viejo mundo, en el Reino Unido, un bebé al que faltaban unos días para cumplir un año, Chalie Gard, tuvo que morir el 28 de julio de 2017. Otro bebé, Alfie Evans, de 23 meses ha tenido que irse, el 28 de abril de 2018. Médicos y  jueces, impusieron la voluntad del Estado contra la patria potestad de los padres y les desconectaron por tener una enfermedad «rara» y degenerativa. Cortaron el cordón umbilical de la vida: el del amor paterno.

La opinión pública británica y mundial, está profundamente dividida ante las leyes que limitan el poder natural de los padres sobre el futuro de sus hijos y otorgan al Estado el poder omnímodo sobre la vida de seres indefensos.

Los Down y los niños con enfermedades «raras», o «sin ellas», están siendo eliminados, por la tiranía de una ley que prioriza el derecho del más fuerte con la falacia de un supuesto «derecho a decidir» de la mujer sobre el de su hijo. Es la dictadura de la muerte del débil e inocente. Una ideología sutil de relativismo y egoísmo, -de consecuencias más desastrosas que el nazismo y comunismo juntos-, se  ha ido imponiendo.

Con el asesinato de estos niños, se ha cargado la «patria potestad» que era quien podía defenderles. Nuestros hijos están ahora más indefensos. Robada la patria potestad, pueden también, utilizar a los niños y manipularlos desde la infancia, en la educación, y después de «adoctrinarles», ponerlos a su servicio. Como el ISIS. Se les deja hacer un daño irreparable.

La humanidad posmoderna, en un clima corrupto, abandona los valores humanos, dictamina la primacía de la voluntad, establece el hedonismo y el placer como fundamento de la vida. La falta de ética lleva a la cultura de la muerte.  En la calle y en los medios aumenta la violencia, la droga, el acoso, los abusos y… la demagogia.

Con ideología y tópicos seudocientíficos roban los sentimientos, eliminado la responsabilidad individual y personal de las decisiones y actos propios, con la pos-verdad de que «está permitido por ley y es gratis»; matan la niñez de los pequeños precipitando su «inmadurez sexual».

«Cuando lo aberrante empieza a ser normal, cuando se quiere hacer la historia a la medida de los intereses de una clase política y nadie protesta, cuando se consigue dar la vuelta a los valores, se crea una sociedad manejable, que no defiende lo importante y a la que se dirige como se quiere», decía un comentarista del artículo anterior. Si falta la personalidad, queda un rebaño que no piensa o al que manejan y enseñan lo que deben pensar, dónde deben ir, qué deben gritar y a quien deben votar. «La manada» y «el populismo callejero»,  ¿qué son?

Y sobre los jueces: «Las sentencias dejan de ser lógicas y entendibles, sean violaciones, eutanasias u homicidios como el de este niño enfermo, pero indefenso a las decisiones de otros, como si pudiéramos decidir nosotros quien tiene derecho a vivir y quién no».

Oscuro panorama  que es más lamentable, por el «silencio cobarde» si nadie protesta y o no hace nada. Si se acepta hoy, mañana será mucho peor.

Hay que volver a descubrir el fuego fundamental en el ser humano.

«Algún día, tras dominar los vientos, las olas, las mareas y la gravedad, utilizaremos…la energía del amor, y entonces, por segunda vez en la historia del mundo, el hombre habrá descubierto el fuego» ( Pierre Theilherd de Chardin).

Esa energía infinita, existe, mueve todo, está en todos y atrae todo, pero… es casi desconocida. Por contraste con los médicos británicos, hoy voy hablar de alguno de aquí. Hay médicos llenos de una energía muy poderosa.

Un médico, nunca debería suponer un riesgo para la salud o la vida de un enfermo. «Para un médico el enemigo a batir es la enfermedad, no el enfermo…» según el genetista francés Jérôme Lejeune.

Muchos pacientes no saben, -y algunos médicos desgraciadamente tampoco- que «El grado supremo de la Medicina es el amor. El amor es lo que guía el arte y fuera de él nadie puede ser llamado médico. Hablar y decir buenas palabras es oficio de la boca. Ayudar y ser útil es oficio del corazón. El médico procede de Dios, crece en el corazón y se perfecciona con la luz de la experiencia. En ningún sitio es el amor más grande que en el corazón del médico«.

El médico humanista, del que hablo, por contraste, el Dr. Mayo, tenía una nota manuscrita en el libro de su mesa de trabajo, para leerla con frecuencia: «Jamás se establecerá un pronóstico catastrófico. Es inútil quitar al enfermo un rayo de esperanza y, además, es inhumano». (El libro  en cuestión era: «La medicina y los médicos» de Gregorio Marañón).

Un colega y amigo, del Dr. Julio Mayo, Santiago Martinez-Fornés, (discípulo también de Marañón) le llamaba «Maestro de Maestros en la Medicina Humanista». Y lo explicaba…médico humanista es «el que coloca al hombre y los valores humanos, por encima de todos los demás valores o intereses. Y cuida la dignidad humana con tanto esmero como la salud física, mental y social».

          ¿Casualmente?, en Guadalajara, en 1997 sucedió un episodio que marcó, para mal y para bien, la historia humana, política y cultural de esta ciudad, de la región y del país, del médico y su familia. (Tengo documentación desde 1997 al 2017).  El Dr. Julio Mayo, con 40 años de servicio, prescribió a máquina, una medicación a una paciente. En una farmacia, le dieron confundido otro medicamento.  La anciana se intoxicó.

No hubo mala praxis médica, ni denuncia de la señora o  de sus familiares. Pero… una persona de relevancia política (el Delegado Provincial de la Consejería de Sanidad de la Junta, en Guadalajara, (cargo político) pero médico de profesión, «metió la pata», por no informarse, o por su  ignorancia, ineptitud o estupidez: abrió expediente al Dr. Mayo, sin haber hablado con él. Y ante el injusto acto, Dr. Mayo tuvo que enterarse ese verano, por la prensa.

Quienes hablan actualmente de «injerencia en la independencia de un profesional«, sería bueno que recordaran, primero, que la calumnia es un atentado contra derecho al honor de cualquier persona; y segundo, saber lo que el prestigioso profesional y su familia pasaron.

Ante la intromisión en su honor, el desprestigio profesional, la calumnia y la infamia, creció la indignación social contra el Delegado. La denuncia, hizo correr ríos de tinta, llegando a la Junta  de Comunidades y a los Tribunales, porque el médico, con todo su derecho, denunció la Intromisión en su honor.

La solidaridad con el Dr. Mayo  creció y se extendió por toda España, desde Sevilla a Galicia y Barcelona  y Madrid y llegando a Australia y hasta Namibia. Su prestigio y su talla humana la pusieron en valor los hechos, los pacientes, los amigos, los compañeros y los jueces. La oleada de cartas, las firmas que se recogieron, las adhesiones, llamadas telefónicas y escritos en los medios, locales y nacionales, son muy numerosos. Al juicio contra el Delegado,  en la Audiencia, asistieron más de 100 personas, para arropar y testificar, si era preciso.

La sentencia, por intromisión en el honor del médico, no deja lugar a dudas. «La actuación del Delegado supone una intromisión ilegítima en el honor del facultativo por dar publicidad a un expediente sancionador por la intoxicación a una anciana en la que no tuvo responsabilidad alguna». «la resolución considera probado que Julio Mayo especialista en medicina interna y cardiología, goza de gran prestigio y reconocimiento profesional, no solo en Guadalajara, sino en todo el territorio nacional y también el internacional, siendo considerado una autoridad en el mundo de la cardiología, hecho asumido por el demandado» (N.A. 12 de febrero 1998). Fue condenado y obligado a pagar las costas. Recurrió pero… ¿Por qué?

Lo que se sabe es que el Delegado no dimitió, ni fue cesado por la Junta, ni por el Presidente Nacional de su partido, el PSOE. Cinco años después, en 2002 pasó a ser Gerente del Hospital de Guadalajara hasta 2004, y luego, a pesar de estar condenado, ascendió a Senador 2004-2008.  Con lo que 7 años después «no se había reparado el daño causado al Dr. Mayo, ni se le había pedido perdón».

Confirmo lo que en su día Ramón y Cajal predijo: «solo en la desventurada España…se da la monstruosa paradoja de galardonar con ascensos las derrotas, imprevisiones e insensateces de los próceres de la política»(Charlas de café).

 El reconocimiento popular

Siendo verdad lo dicho hasta aquí, no podía ser final.  Quiero resaltar, por contraste, lo que sucede, cuando se es honrado y se hacen las cosas bien. El Dr. Mayo acababa de cumplir 40 años al servicio de la medicina y del enfermo. El 17 de octubre de 1997, Manuel Ángel Puga, escribía: «los que conocemos a D. Julio, sabemos que ese estar al servicio del enfermo siempre ha entrañado una exquisita atención médica, una gran sensibilidad para transmitir tranquilidad y esperanza y un saber escuchar las naturales inquietudes del paciente, una inusual generosidad con los enfermos más necesitados…por todo  lo anterior y con motivo de su reciente 40 aniversario al servicio de la medicina, un grupo de pacientes y amigos suyos hemos acordado tributar un sencillo homenaje, que consistirá en una cena en su honor, y la entrega de un obsequio conmemorativo… A esta cena-homenaje podrán asistir todas aquellas personas que, con su presencia, deseen testimoniar su agradecimiento y su afecto a don Julio Mayo».

Este sentir por su labor humana y profesional, hizo que fuera reconocido ese año con el título de POPULAR DE NUEVA ALCARRIA en la modalidad de MEDICINA. Lo agradeció en nombre de todos los premiados.

LA CENA-HOMENAJE tuvo lugar en Guadalajara, el 21 de noviembre, en el Hotel PAX. Se desbordaron todas las previsiones, porque además de pacientes amigos y médicos de Guadalajara, vinieron de Barcelona, Madrid, Ciudad Real, Sevilla, de Galicia su tierra y de su ciudad natal Noya (La Coruña). La Comisión Organizadora tuvo que limitar las invitaciones por falta material de espacio.

En el homenaje, amenizado con música gallega, gaitas y dulzainas, intervinieron varias personas. Cada orador a su manera, con humor y reconocimiento fueron dando a conocer «su vida y milagros» (S. Embid).

        LA SORPRESA

        Para muchos de los asistentes, y para mí al conocer lo que pasó al final, demuestra que todo en la vida tiene un por qué y un para qué. Entre los presentes había un matrimonio con su hijo, cuya presencia dijo  D.Julio que era para él una grandísima sorpresa. Al acercarse a ellos y presentarlos, lo que dijo, dejó atónitos a todos.

Me gustaría que escucharan sus palabras y vieran la escena, para sentir algo extraordinario. Un matrimonio que aparece de espaldas; a su lado un joven de veintitantos años y al lado mirando al médico. El Dr. Mayo  les mira y evoca un acontecimiento pasado:

«Este niño nació muerto. Me dieron tanta pena… y del padre al ver al niño muerto… que intenté a ver si conseguía «resucitarlo»… (entiéndase bien lo que significa la palabra). Empecé a darle un masaje cardiaco… el niño no respondía. 15 minutos, ¿verdad? los padres aquí presentes son testigos (ellos asienten). Pasaron 15 minutos…y el padre en varias ocasiones me decía: D. Julio, déjelo usted que está muerto… Le dije… voy a seguir un poco más…luego, cuando oí el primer latido del corazón, en aquel momento, seguro que yo sentí más alegría que el padre. Sentí un «pom», un latido… y al cabo de medio minuto.. otro latido… y… un minuto después… ese corazón latía normalmente. Ese niño al cual no había visto desde entonces, y que hoy me ha dado una gran alegría, está aquí presente. Un buen mozo, como podéis ver». (Se fundieron en un  abrazo entre el aplauso y el asombro de todos).

No es lo mismo obligar a un inocente a morir, que hacer lo posible para que viva. Los milagros existen. ¡La gente lo sabe y ha podido verlo!

José Manuel Belmonte

Acerca de José Manuel Belmonte

Soy un ciudadano del mundo observador y caminante. La Vida, la Naturaleza y la Humanidad, pero sobretodo el corazón del hombre son una fuente inagotable de sorpresas. De eso escribo…

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