Está claro que a los cineastas franceses les atrae el tema de la educación. Me parece muy bien.
Todos los años hay dos o tres pelis que hablan de lo mismo.
Está claro que en Francia (y en más sitios) es un grave problema la formación de los escolares de barrios marginales de las grandes ciudades.
Muchos maestros me hablan de la falta de orden en las aulas y de la pérdida de autoridad de los profesores.
Lidiar con adolescentes nunca ha sido fácil.
Esta Les grands esprits nos presenta el problema y nos da una solución asombrosa.
Un profesor de un instituto pijo es capaz de lidiar con estos jovenzuelos, incluso conseguir que el más malo se vuelva un dócil corderito. Todo ello por arte de birlibirloque.
Seamos serios.
¿De verdad el cuarentón François Foucault es capaz de transformar la educación?
Ya sé que hablar mal de una peli buenista y esperanzadora me convierte en una especie de monstruo.
Pero que no quieran tomarme el pelo.
No sé porque sigo yendo al cine a ver pelis francesas, si siempre termino enfadado.
Mi cinefagia me juega malas pasadas.
Mi puntuación: 3,20/10.
Muchos besos y muchas gracias.
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Crítico de Cine de El Heraldo del Henares
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