Los plásticos son un material que se ha convertido en un residuo difícil de eliminar una vez desechado. Es un problemático recurso que contamina nuestros paisajes, nuestras aguas y el aire mismo. En nuestro entorno más inmediato de la región, al empleo como combustible se oponen cada vez sectores más amplios de la población por su impacto en la salud y el medio ambiente, tanto si lo que se quema es la propia materia del plástico como su posterior conversión en combustible derivado de residuos (CDR).
Las posibles aplicaciones de este material deberían estar más claras tomando como guía las Leyes de Residuos estatal y de Castilla La-Mancha, que intentan ser una transposición de los principios básicos de la Economía Circular de la UE. Se marcan así objetivos en primer lugar de ahorro de materiales, energía y contaminantes a través, por ejemplo, de uso prolongado de los mismos residuos en sucesivos ciclos. Un tratamiento de proximidad ceñido a la propia Comunidad que acabe con el tráfico incontrolado de esos residuos. La recogida selectiva, que facilite su recuperación para la reutilización, el reciclaje y el compost, asociada al tipo de economía social que mejor puede desarrollar esa labor. Y la inversión de dinero público en investigar la sustitución de materiales no reciclables por otros que sí lo sean. A la par se impone a los productores, para conseguir una significativa reducción en origen, primer peldaño de la jerarquía, que revierta la tendencia a acoplar los ritmos de producción y vertido y vaya disminuyendo por motivos ambientales y de salud el volumen de la incineración y la eliminación en vertedero.
Esto no parece que esté ocurriendo en la Comunidad de Castilla-La Mancha. Aquí no se aplican medidas específicas para la reducción del uso del plástico y se demoran las que vengan impuestas del Estado o de la UE. La tasa de reciclado es muy baja y, por ello, seguimos depositando en los vertederos buena parte de los residuos, entre ellos los plásticos. Hay una deficiente implantación de contenedores de recogida selectiva. Y, a último, incluso lo que se recoge para reciclar en buena parte se incinera bajo el eufemismo de la llamada valorización energética.
Lo habitual es el desecho de plásticos sin ningún aprovechamiento ni reciclaje mezclados con otros muchos residuos formando ingentes montañas de basura, menores, pero que sin embargo contribuyen, a las que inundan nuestras aguas. El mar, por ejemplo, se ha convertido en un auténtico vertedero, creando un peligro evidente para el mantenimiento de los ecosistemas y de la cadena alimenticia en las condiciones deseables.
Tampoco es menos frecuente su transformación en combustible, junto a otros materiales como papel, cartón, madera o textiles, a los que aporta un alto poder calorífico como derivado que es de los combustibles fósiles y al que, paradójicamente, se presenta en unos casos como combustible alternativo en hornos industriales. La quema de plásticos genera así a esas industrias cuotas gratuitas de CO2 canjeables en el mercado por pingües beneficios, y en otros casos como energía presuntamente renovable, siendo que todos los plásticos son reciclables al 100% y no deberían por ello ni eliminarse ni incinerarse.
A este propósito, diversos equipos científicos de varios países alertan de la composición de las sustancias tóxicas emitidas por diferentes tipos de plásticos al incinerarse, sustancias que escapan al control de las autorizaciones ambientales integradas concedidas a esas fábricas, como benzeno, benzopireno, dioxinas bromadas y cloradas,bifenilo, ciamida de hidrógeno, bisfenoles, aldehídos, ftalatos, etc.
Urge, por tanto, que la Comunidad de Castilla-La Mancha aplique un programa de gestión de plásticos en el que se contemplen medidas eficaces de reducción de su uso, de fomento del reciclaje y del empleo alternativo de materiales compostables o biodegradables. Podíamos empezar porque la prohibición de bolsas de plástico de un solo uso se haga de una vez efectiva y que no terminen contaminando nuestros campos o convertidas en un combustible que ensucia nuestro aire.
Ecologistas en Acción Castilla-La Mancha
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