Roman Polanski ha cometido graves errores (o delitos) en su vida, pero nadie puede discutir que es un gran director.
Sabe dar a sus películas un aire inquietante, posiblemente malsano, que le dan carácter específico.
La peli se disfruta mientras se ve, pero posiblemente más en su conclusión, un final que veo claro, pero que, tal vez, pueda estar sujeto a debate.
La esposa del director Emmanuelle Seigner compone un personaje muy de película, una escritora con crisis creativa, cansada de firmar autógrafos.
El encuentro con una admiradora, Eva Green, le sirve de revulsivo para estimular sus capacidades, pero hay un proceso de sufrimiento intenso para llegar a plasmar en papel un texto literario.
La peli habla sobre todo del padecimiento en la creación, de cómo, a veces, se necesario el dolor para llegar a tener ideas.
El título de la peli es, en realidad una broma, cuando la veas lo comprenderás.
La peli se sustenta en estas dos actrices, que están inconmensurables, en una especie de tour de force como intérpretes, pero también como personajes de esta historia.
Polanski construye una especie de thriller psicológico con aires clásicos, fiel a sí mismo.
Como curiosidad os diré que las protagonistas y su director nacieron los tres en París y ahora tienen 84, 53 y 37 años.
Mi puntuación: 7,03/10.
Muchos besos y muchas gracias.
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Crítico de Cine de El Heraldo del Henares
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