viernes , 22 noviembre 2024

Pastrana viaja en el tiempo para rescatar del olvido la dispar historia de las dos hijas de los príncipes de Eboli

Además, los pastraneros reivindicaron, como cada año, la figura de Ana Mendoza y de la Cerda, recordando su triste e injusto final, recluida en el Palacio Ducal, precisamente junto a la menor de sus hijas.

Pastrana termina hoy su viaje en el tiempo, en busca del Renacimiento, en el XVII Festival Ducal. En cuatro días intensos, los pastraneros, de la mano del director de teatro del Festival, Javier Gumiel, han reivindicado, con delicadeza, poesía y sus mejores artes escénicas las figuras olvidadas de las dos hijas de los príncipes de Eboli, ambas, con el mismo nombre, Ana de Silva y Mendoza. Y, de paso, lo mismo han hecho con la triste historia de los últimos días de su madre, Ana Mendoza y de la Cerda, siempre presente en el evento como el icono de Pastrana que es.

Susana Díaz, una de las actrices que la ha encarnado en esta edición, resumía en una frase lo que la princesa es para la Villa Ducal: “Sencillamente, es el orgullo de Pastrana. Fue una mujer adelantada a su tiempo, llena de pasión, sentimiento y fuerza”. Vilipendiada por la historia, los pastraneros reivindican su memoria en el Festival descubriendo al mundo las injusticias que sufrió en el final de sus días, y los errores históricos que acumula su semblanza, seguramente por ser herederos del dolor que los pastraneros del siglo XVI sentían por ella, cuando se asomaba a la reja del palacio Ducal, cada día durante una hora.

La niña de ocho años que la acompañaba en su reclusión era una de estas dos Ana de Silva y Mendoza que han protagonizado el evento en 2018. Y Javier Gumiel ha convertido todo aquel sufrimiento, y el contraste entre la vida de las dos hermanas, feliz y bien casada la mayor, y desdichada la pequeña, en el argumento principal del XVII Festival Ducal.

El elemento central del evento ha sido el fantástico espectáculo audiovisual que tenía lugar ayer sábado, a partir de las 20 horas. Más de un centenar de pastraneros, integrantes de la Asociación de Damas y Caballeros, Coral de La Paz y Banda de Música, por primera vez acompañados por decenas de miembros de entidades que forman parte de la Asociación Española de Fiestas y Recreaciones Históricas (AEFRH) revivían, en primer lugar, la boda de Ana de Silva y Mendoza (1560-1610) con Alonso Pérez de Guzmán, VII duque de Medina-Sidonia.

Después del pregón, que al igual que el jueves, declamaba Juan Antonio Manzano, pero en esta ocasión desde el balcón del Palacio Ducal, un emisario de los príncipes de Eboli declaraba festivo el día sábado en Pastrana, por motivo de la boda nobiliaria.

Tercios de Mondragón (Medina del Campo), Oria Dauria (Soria), el Palenque de Laredo (Cantabria), Arcabuceros de Yecla, La Nabata y otros invitados de La Rioja y Belmonte, colorearon el festival como el suyo propio, y escoltaron al duque de Medina-Sidonia, junto a los mismos pastraneros, camino de su boda.  De esta manera, la Villa Ducal estrenaba su pertenencia a la AEFRH. Asimismo, en estos días y en las caballerizas del Palacio Ducal, ha permanecido abierta una exposición fotográfica con imágenes de los festivales que pertenecen, como ahora Pastrana, a esta asociación.

El cortejo recorrió las calles de Pastrana, con  demostraciones equinas, musicales y malabares, e incluso una tarasca. Arcos de flores, que atravesaron decenas de veces los novios, culminaron con los esponsales,  en la fachada del Palacio, recreada como probablemente fuera en realidad en el año 1572.

Tras un breve descanso, a las 22 horas comenzaba el espectáculo central del XVII Festival Ducal, ‘Ana de Silva y Mendoza, una clausura constante’. Y si hasta ese momento la protagonista había sido su hermana mayor, por la noche, con un Palacio bellamente iluminado para la ocasión y convertido en escenario teatral, lo asumió la benjamina, de igual nombre (1573-1614).  Todo iba bien en la casa de Eboli, a pesar de que el matrimonio de la hija mayor de los príncipes no empezara bien, una vez se fueron a Sanlúcar de Barrameda. Sin embargo, a partir de 1573, los acontecimientos se precipitaron con la muerte de Ruy Gómez de Silva, en 1573. La princesa de Eboli cayó en desdicha. En ese momento histórico arrancaba la representación.

“Después de haber sido feliz con su marido, de vivir muchas alegrías y detentar el poder, tuvo un final triste, como mujer y como madre, ya no solo por su encierro en el Palacio, sino también por ver que su hija vivió con ella una clausura constante, como bien dice el nombre del espectáculo”, añadía ayer Susana Díaz.

La actriz alababa el guion escrito por Javier Gumiel. Sus decenas de horas de investigación, quedaban bellamente rematadas por unos versos plenos de sensibilidad. “Javier es un artista, que lo hace todo muy fácil”, seguía Díaz. Tras muchos meses de ensayos, de manera altruista, la actriz afirmó que “lo hacemos porque queremos contarle al mundo la historia de nuestra princesa. Se ha malogrado su figura, tratándola entre otras cosas, de prostituta, cuando no fue así, no hay nada que lo demuestre”.

Ana Sanchez-Seco representó el papel de la menor de las Ana de Silva, pero ya en su madurez. “Al poco de nacer, murió su padre.  El resto de su vida fue un encierro, una vida triste, viendo sufrir a su madre, recluida en el Palacio. No tuvo un solo momento de felicidad, salvo cuatro días de festejos, previos a su casamiento, con Iñigo López de Mendoza. Los arruinó un funesto accidente de caballo, que se llevó por delante la vida de quien iba a ser  su marido”, contaba. Como su compañera de reparto, coincidió en calificar los textos de Gumiel como magníficos.

“Sabe entresacar los sentimientos de la historia”. Para preparar su personaje, Sánchez-Seco comentaba que “he pasado algún tiempo sola en la habitación de la princesa, tratando de imaginar qué sentiría su hija al contemplarla”.  La actriz se define como ‘ebolimaniaca’. “Aunque no sea el personaje principal, cada año tiene que estar presente, porque nos transmite su fuerza”, terminaba.

También encarnó a la benjamina de la casa de Eboli Amalia De La Fuente,  pero en sus años mozos, recluida en palacio con su madre. “Ha sido muy emocionante representar el papel de una mujer injustamente poco conocida”, decía la joven.

Al término del espectáculo, cuando el sábado se convertía en domingo, Javier Gumiel recogía el cariño del público. “Estoy encantado, emocionado, relajado y feliz. Todo ha salido de maravilla”, valoraba ayer. Gumiel se decantó por estos dos personajes, “porque son los olvidados de la familia” y ha documentado su guion en el libro de la profesora pastranera Esther Alegre ‘Las damas Mendoza’, “que me ha cedido para que lo hiciera, por lo que le doy las gracias”.

Además de contar la historia, el espectáculo incluyó también danzas renacentistas, malabares, la música en directo de la Coral La Paz, y un magnífico espectáculo equino. Javier agradeció su colaboración a los pastraneros y su ilusión: “Esto solo es posible gracias a ellos”.

Y dedicó en festival a Carlos Sánchez, chaval tristemente fallecido hace unos días. “Su muerte nos ha dejado un gran vacío. El silencio que escuchaba en las calles de Pastrana estos días me emocionaba, y nos ha dado fuerzas a todos para representar el espectáculo de hoy”.

Siendo el de la noche del sábado su acto central,  el Festival Ducal ha contado igualmente con otros momentos destacados. El jueves, el concierto de clausura del curso de verano de la UAH, ‘La Academia de polifonía española’ se convertía, al mismo tiempo, en la inauguración de la ahora recién terminada XVII edición.

Con Isaac Alonso como maestro de capilla, y Jan Janovcik como sochante, o primer cantor, los ministriles, o músicos de viento, de la Ensemble la Danserye y los alumnos del curso, reconstruyeron, en el marco incomparable de la Iglesia Colegiata, la misa ‘Philippus Secundus Rex Hispaniae’ de Philippe Rogier, maestro de capilla de Felipe II, utilizando para ello los mismos instrumentos de cuerda y viento para los que fue compuesta, y leyendo además la música del libro de coro original, del año 1596.

El viernes, e igualmente en la Colegiata de Pastrana, la compositora Alicia Reyes interpretó una colección de piezas basadas en técnicas de los compositores del Renacimiento, fusionadas con otras, propias del siglo XX, como la utilización de teclados y sintetizadores. Parte de las piezas fueron recomposiciones de músicas de autores del Renacimiento como Antonio de Cabezón, John Dowland, Tylman Susato Juan Vázquez y Praetorius. El espectáculo llevó por título ‘Canciones calladas’ y fue compuesto desde el corazón de una niña de ocho años, recluida junto a su madre.

Por la noche, ese mismo viernes, el grupo de teatro Moratín de Pastrana interpretó ‘Donde hay agravios no hay celos’, de Francisco de Rojas y Zorrilla, bajo la dirección de Antonio Ruiz. La obra cuenta una historia de enredos que se ovillan en torno al amor, el deseo, la venganza, las diferencias sociales, los engaños y los agravios para trazar un laberinto de relatos del que solo se sale al final, en la que es una gran comedia del Siglo de Oro.

El sábado por la mañana, hubo sitio para la divulgación cultural con una conferencia y presentación del libro ‘Fray Pedro González de Mendoza, su legado cultural en Pastrana’, por parte del historiador Aurelio García López, en las Caballerizas del Palacio Ducal.

También la propia Esther Alegre, en el mismo escenario, pero este domingo, recordó la figura de  ‘Ruy Gomez De Silva, Príncipe De Éboli, Su Tiempo Y Su Contexto’.  “Un año más, desde el Ayuntamiento agradecemos su implicación a los pastraneros para lograr que nuestro patrimonio histórico brille con luz propia en el Festival Ducal, reivindicándolo como motor económico, no solo para Pastrana, sino también para la Alcarria”, concluye Ignacio Ranera, alcalde de Pastrana.

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