Con una Misa Mayor en el convento de las Ursulinas y la procesión, en la que la talla barroca del Santo, recorre el barrio, y la calle, de la ciudad que llevan su nombre.
Después de que sonara bien fuerte y bien alto el chupinazo de las Fiestas de San Roque 2018, de la ofrenda floral a la Virgen de la Mayor de ayer, y de que se lidiara brillantemente el primer festejo de la feria taurina, de rejones, con dos orejas para Ana Rita, gran triunfadora de la tarde, la ciudad de Sigüenza celebra hoy su fiesta patronal en honor a San Roque.
Poco antes de las doce, sonaban las campanas de la Iglesia Monasterio de las Ursulinas, llamando a la Misa. Poco a poco, se llenaba el edificio. A la derecha del altar, la imagen del Santo, bellamente ornamentada para la ocasión. Ofició la ceremonia el que es párroco de San Vicente, Jesús Montejano. La Rondalla de Sigüenza y su coro, vestidos de gala, se encargaban de florearla con laudes, guitarras, bandurrias y voces.
Durante la Misa, en las peticiones, reina, damas y concejales recordaron a los enfermos, que no pueden disfrutar de las fiestas este año, a los más necesitados y a los que ya no están, y desearon unas fiestas de la alegría bien entendida. En las ofrendas al Santo, Adriana Sobrino y José María Fernández hicieron entrega de un diario y un cuaderno en blanco; el cuaderno como símbolo de lo que está por conocer, y el diario, como símbolo de la experiencia de los mayores.
Úrsula Cabrerizo, dama infantil, e integrantes La Rampa y Los Verdugos, ofrecieron el programa de fiestas y una camiseta de sus respectivas peñas; el programa como símbolo del trabajo que realizan muchas personas y empresas en el diseño y la realización de las actividades, y la camiseta como manifestación de la alegría de la ciudad.
Finalmente, dos voluntarias, Raquel Gonzalo, de Protección Civil, y Erika Moral, de Cruz Roja, ofrecieron unos chalecos que son el símbolo del trabajo voluntario que estas personas prestan en beneficio de la comunidad para que los demás puedan disfrutar de las fiestas.
Al filo de la una de la tarde, San Roque salía en procesión, desde el monasterio de las Ursulinas, por el paseo de La Alameda, hasta la calle a la que da nombre el patrono de la ciudad del Doncel.
La cruz procesional que la encabezaba la portaba Juan Garcés, alcalde pedáneo de la localidad de Querencia. Dulzaineros y redoblante ponían la música de sus pasacalles al recorrido. El Santo procesionó a hombros de los fieles y, en algún momento, también de miembros de la Corporación Municipal.
La devoción por San Roque, que entregó su vida al auxilio de los apestados, y al enterramiento de los muertos anónimos, arranca en la ciudad en el XVI, un siglo devastador para Sigüenza, y en general para la comarca, en cuestión de epidemias, principalmente de peste, tal y como se recuerda también en otras poblaciones cercanas.
La ciudad se encomendó al Santo para su protección ante el contagio de la enfermedad, y, cuando efectivamente se libró de la peste, cumplió su promesa y levantó una ermita situada a pocos metros de la actual.
Fue en torno a 1530 cuando el concejo recibió permiso para construirla. Concretamente, en septiembre de aquel año, los fieles seguntinos salieron en procesión para decidir el lugar en el que debía ubicarse. Desde entonces, San Roque es patrono de la ciudad, junto a San Vicente, y la Virgen de la Mayor. La ciudad le dedica además, a su advocación, su fiesta mayor.
Por todo ello, en Sigüenza existen en la ciudad sentimientos profundos hacia el Santo que, además, por la fecha del año en la que estamos, acumula toda la carga simbólica del final de la cosecha de cereal y del comienzo del descanso para los labradores.
El alcalde de Sigüenza, y presidente de la Diputación de Guadalajara, José Manuel Latre, encabezaba la delegación municipal en la procesión. Además, estuvieron también presentes en la celebración el senador Juan Antonio de las Heras, el diputado regional Lorenzo Robisco y el diputado provincial, Ramiro Adrián, entre otras personalidades locales y provinciales.
A continuación de los actos de San Roque, salían, una vez más, los gigantes y cabezudos, desde la plaza Mayor, hasta La Alameda. A los reyes los bailaban, un año más, los que fueron pregoneros de las fiestas el sábado pasado, Emilio de las Heras y José Merino.
Al llegar a La Alameda, la reina infantil de las fiestas Elena Alguacil, inauguraba el vermú infantil, después de dar los correspondientes vivas a San Roque, La Virgen de la Mayor y las fiestas.