La plaza de la Villa Ducal guardó un emocionante minuto de silencio en memoria del torero, fallecido en Francia el pasado 17 de junio, antes de que el alcalde de Pastrana, Ignacio Ranera, descubriera una placa en su memoria.
Galería fotográfica del certamen:
La plaza de Toros de Pastrana, la más antigua de Guadalajara, inaugurada en el año 1885, vivía en la tarde de ayer dos momentos emocionantes.
Antes de comenzar el IV Certamen Internacional de Tauromaquia de Pastrana, el concejal de Festejos del Ayuntamiento de la Villa Ducal, Carlos Largo, decía unas palabras de homenaje al torero Iván Fandiño, fallecido el pasado 17 de junio, después de sufrir una gravísima cornada en el coso de Aire-Sur-l´Dour (Francia).
“Iván Fandiño siempre le tuvo un cariño especial a Pastrana. Primero actuó como novillero. Más tarde lo hizo como matador, siendo también pregonero de nuestras fiestas en el año 2008. Además, junto a su apoderado, Néstor García, promovió este certamen de Tauromaquia para jóvenes toreros que celebramos hoy. Por eso, en su honor, pasa a denominarse Certamen Iván Fandiño. El maestro también nos mostró su lado más solidario, aportando su granito de arena en los conciertos benéficos que la Banda de Música convocó recientemente”.
El ruedo pastranero, que rozaba el lleno, guardó un respetuoso minuto de silencio, que sólo rompió, a su término, el caluroso y sincero aplauso del público. A continuación, el alcalde de la Villa Ducal, Ignacio Ranera, y el subdelegado del gobierno en Guadalajara, Juan Pablo Sánchez, descubrieron la placa que recordará, ya para siempre, al torero en el palco.
Dice: La villa de Pastrana en homenaje a Iván Fandiño (1980-2017). “Sacrificio, valor y verdad”. Esta Plaza siempre mantendrá vivo tu recuerdo.
En el Certamen Iván Fandiño, celebrado en formato de clase práctica, han toreado cuatro jóvenes promesas del toreo. Dos de ellos, salieron a hombros, en el segundo momento destacado de la tarde.
Los novilleros enfrentaron a cuatro añojos, antes de cumplir para erales, de la ganadería de Eduardo Flores (Galápagos). Lo hizo en primer lugar Antonio Luis Fernández Ríos, jienense de Pegalajar, de dieciocho años.
“Me he sentido templado, a pesar de que el novillo se quedaba abajo, porque quería más que podía. Me he entregado, toreando despacio. Lástima que he pinchado con la espada una actuación en la que me he sentido muy bien”, decía sobre su lidia, después de escuchar palmas tras dos intentos vanos de matar.
El chaval siente admiración por Fandiño. “El maestro toreó en la primera corrida que vi en mi pueblo. Su actuación provocó algo en mí que me impulsó a ser torero. Tengo mucho que agradecerle, porque gracias a otro amigo, Rafael Reyes, tuve el placer de conocerle y la suerte de entrenar con él. Me corrigió muchos defectos y me dio consejos para ser torero”.
El sevillano Jesús Cuesta, que actuó en segundo lugar, se llevó una oreja de su enemigo. “La afición que tengo proviene de familia. Mi abuelo y mi tío también intentaron ser toreros”, contaba. Para él, esta aspiración comenzó “como un juego”, pero después, entrenando, “vi la posibilidad de llegar, y ahora cada vez tengo más ilusión y más ganas”, seguía. Sobre su faena, valoraba que “ha estado acorde con el novillo. Tenía calidad, pero poca fuerza. He toreado muy para mí y lo he matado bien”. Por Fandiño sentía “admiración”, por lo que fue como torero, y “aún más ahora, que ha dado la vida por el toro”.
El cabanillero de diecisiete años, Alvaro Sánchez, en la imagen, salió a hombros de Pastrana. “Mi familia me ha acercado al mundo del toro”, decía sobre el origen de su afición. Al respecto de su faena, añadía que “ha habido momentos en los que he disfrutado y creo que la gente de Pastrana también”.
Con la muleta fue cuando más a sus anchas se sintió, siendo “capaz de expresarme”, explicaba. El triunfador del certamen, con dos orejas, quiso también recordar a Fandiño. Para el maestro, que ha paseado el buen nombre de Guadalajara por todas las plazas en las que actuó “solo tengo palabras de agradecimiento por habernos hecho soñar a los alcarreños y por haber demostrado que en Guadalajara sí puede haber toreros”.
Francisco de Manuel, de Colmenar Viejo, Madrid, ha rejuvenecido la afición de su padre, que fue matador de toros, y luego banderillero. “Ser torero es lo que más me gusta, lo que más me llena y lo que más disfruto”, decía. Su novillo no fue fácil, “porque se quedaba muy corto, pero me he encontrado bien, y lo he disfrutado, solventando las dificultades que tenía”.
Después de pinchar una vez, mató con una gran estocada. Agradecido por el cariño del público pastranero, de Fandiño opinó que “ha sido un ejemplo de superación constante”. Su faena se llevó las dos orejas de su enemigo, por lo que junto a su amigo Alvaro Sánchez, salió a hombros de Pastrana.
La Banda de Música de Pastrana le puso música a una magnífica tarde de tauromaquia, interpretando magistralmente, como suele, Nerva, Amparito Roca, La entrada, Bienvenida, Ayamonte, Ragón Fález, España Cañí y El Gato Montes.