jueves , 21 noviembre 2024

¿Qué está pasando?

En el mundo suceden otras cosas, algunas muy positivas, pero no se publican. Las imágenes de desastres con que vienen bombardeando a la población, son reales y alarmantes. Pese a las advertencias, demuestran que NO hay una estrategia concertada global en la que Naciones Unidas, los dirigentes políticos y las personas actúen juntas. Es decir: no hemos tomado conciencia.

He publicado, en este medio, los AVISOS de los científicos A LA HUMANIDAD: en  noviembre y diciembre de 2017. 

Las imágenes que nos sirven demuestran la fuerza y la destrucción de la naturaleza. Pero parece como si las catástrofes fueran provocadas por los elementos naturales, fuego, aire, agua y tierra, fuera de control. ¿El ser humano es mero espectador y víctima de esa destrucción? ¿Por qué no escuchar a los científicos ni a la naturaleza? ¿No es la tierra un ser vivo que se rebela ante el maltrato? ¿Qué nos dicen estos signos? En definitiva ¿Qué está pasando? Dejemos a un lado la palabrería y la ideología. Lo esencial.

Según la ONU «la pérdida de biodiversidad que puede llevar a la extinción de la especie humana…es una muerte silenciosa», advierte  la rumana Pasca Palmer,  Secretaria Ejecutiva del Convenio sobre la Diversidad Biológica.

El cambio climático con inundaciones, sequías, hambruna y migraciones sigue amenazante. A muchos  les parece el final de los tiempos.

«La destrucción de la naturaleza es tan peligrosa como el cambio climático», advierte Bob Watson. «Los ecosistemas son vitales para la especie humana, son su soporte de vida. Sin ellos, la producción de alimentos, la generación de energía o el suministro de agua serían imposibles. La naturaleza regula también el clima, mitiga la contaminación y propicia la polinización». Sin abejas y sin flores, a la humanidad le quedaría poco tiempo.

A nivel mundial las imágenes que nos sirven, de fuegos devastadores y otros desastres causantes de la deforestación, son impactamtes. Las previsiones a medio plazo, son pesimistas y preocupantes porque pueden acabar autodestruyéndonos. «En 2050 África habrá perdido el 50% de sus mamíferos y sus pájaros, y las pesquerías de Asia pueden haber colapsado… Espero que no seamos la primera especie en documentar su propia extinción», según Cristiana Pasca Palmer. Las víctimas de estos desastres son cada vez más numerosas, también en vidas humanas.

Durante la Semana del Clima de América Latina y el Caribe, el 22 de agosto de 2018, tuvo lugar en Montevideo, un nuevo acuerdo suscrito por EUROCLIMA y ONU pretendía Generando conciencia en el público de habla hispana…”.

A un mes de que se celebre la cumbre anual de Naciones Unidas sobre el cambio climático, en Polonia, el Banco Europeo de Inversiones (BEI) publica el resultado de una encuesta sobre la percepción de los ciudadanos de la UE, Estados Unidos y China sobre el calentamiento global. El 78% de los encuestados en Europa está preocupado o alarmado por la situación, 65% de los chinos y el 63% de los estadounidenses. En España llega al 87%.

«La intranquilidad que reflejan los resultados del sur de Europa y España, según Rasmus Lauridsen, especialista en cambio climático, es lógica. Solo hay que ver las noticias para comprobar la cantidad de incendios, inundaciones o sequías que se sufren allí”.

            La pérdida de la biodiversidad o muerte es silenciosa, es real e implacable. De hecho la organización WWF ha dado la voz de alerta por la extinción del 60% de la población de animales vertebrados desde 1970. «Las especies más afectadas hasta el momento son las vertebradas de agua dulce, para ellas la tasa de extinción supera el 80%. Estos datos requieren un cambio en el comportamiento humano. La contaminación, y el cambio climático son dos realidades que requieren de políticas estrictas y políticos concienciados, sobre todo en Centroamérica y Sudamérica, las zonas más afectadas. Allí la población animal ha disminuido un 89% desde 1970… el planeta está pidiendo a voces que le cuidemos».

Los expertos avisan de borrascas y tormentas o en su caso «gotas frías», con lluvias torrenciales en poco tiempo, que la tierra no puede absorber y desbordan arroyos, torrentes, ríos, y que se llevan por delante todo lo que encuentran, y terminan siendo declaradas «zonas catastróficas». Son cada vez más frecuentes. Con mayor poder destructor, ciclones, huracanes o tifones, aunque avisen de su llegada, y se conozca su trayectoria, su nombre y la categoría que pueden alcanzar. Los daños a su paso, son trágicos.

https://www.facebook.com/nicoletta.gasparini.1/videos/10217489565060988/?t=8

Lo mismo sucede con los terremotos y en su caso los tsunamis, devastadores y menos previsibles. Los movimientos geológicos no tienen fronteras.

Las erupciones volcánicas  también son cada vez más numerosas. Son un espectáculo y hay personas que desde lo alto, o desde barcos pueden contemplar la caída de la lava incandescente al mar. El espectáculo  de belleza no es el peligro.

Por contraste, cuando el frío polar se acerca y llega la nieve, aunque estemos avisados, la fuerza de la naturaleza es tan inmensa que la ventisca deja carreteras cortadas, pueblos incomunicados, ganados y personas sepultados o congelados.

A lo apuntado hasta aquí, habría que añadir la contaminación en los ríos y mares. Hasta ahora ni los gobiernos ni los particulares lo han tenido demasiado en cuenta, pues han arrojado las montañas de residuos, como si fuera «el gran vertedero del planeta».

La contaminación de los mares no procede solo de los vertidos de plástico, pero son tantos millones de toneladas de plástico, que hasta ahora no se ha podido limpiar eficazmente. Se han dañado los arrecifes, las playas, y la cadena alimentaria de los seres que dependen del agua. Circulan por Internet Vídeos que muestran cadáveres de animales llenos de plástico en su interior, pero posiblemente el daño que ya ha  llegado a los humanos.

No se ha podido establecer aún de dónde procede la contaminación en los humanos,- si del pescado consumido o de los alimentos envueltos en plástico- pero lo innegable es que por primera vez, han hallado micro plásticos en heces humanas.

Podía terminar mencionando la contaminación atmosférica, los humos, el robo de las nubes y el rastro que dejan algunos aviones en el cielo, (chemtrails, contrails).  Pero las energías renovables, solar, eólica y coches eléctricos ya están ahí. Es una esperanza.

Quiero decir una palabra sobre lo que está pasando. Lo que está pasando, ahora, son las CARAVANAS suramericanas hacia el norte o hacia el sur; o las europeas del Medio Oriente o de África hacia Europa, son millones. Ni los ríos ni el mar las ha detenido.

Más que pueblos en marcha, son dolor humano que camina en busca de esperanza. Que venezolanos tengan que exiliarse hacia el sur o que nicaragüenses y salvadoreños se dirijan a Estados Unidos, tiene que analizarse urgentemente y tomar medidas sobre los países o continentes de origen. No es un capricho colectivo. Urge dar respuesta al éxodo  y al hambre.

La historia no se para.  Todo tiene un por qué. El ser elegido busca su destino. Su destino es vivir en paz y felicidad.

En caravana o en camino, somos caminatas todos. Un visionario cubano, Silvio Rodríguez, le puso poesía y música, en El Elegido; cuenta «la historia  de un ser/ de otro mundo/ de un animal de galaxia…/ que fue de planeta en planeta/ buscando agua potable/ quizás buscando la vida…/ y al fin bajó hacia la guerra…/perdón quise decir a la tierra/…y comprendió que la guerra/ era la paz del futuro/ o que lo más terrible se aprende enseguida/ y lo hermoso nos cuesta la vida».

Algunas conclusiones.

          1) Nada de lo que sucede en nuestro entorno es ajeno.

           Acostumbrados a dominarlo todo, no solemos tomar en cuenta las amenazas y peligros que provocamos, directa o indirectamente. No podemos desentendernos de los desastres ecológicos y humanitarios. Naciones Unidas, los gobiernos nacionales, las empresas y los particulares, tenemos que tomar medidas urgentes. No todo es cuestión de «poderes ocultos» y causas naturales ajenas a la voluntad humana. Los negocios para hacerse ricos rápidamente, armas, drogas, medicamentos, muertes de bebés, explotación y mil formas de corrupción.

La venganza de la naturaleza, que no queremos ver, cada vez nos golpea con más fuerza.  Estamos autodestruyéndonos al destruir el Planeta:  «La naturaleza terminará por vengarse y no porque sea vengativa, sino porque es inexorable», ha dicho Gabriel Cañas (26-10-2018).

2) Los desastres y las innumerables víctimas, son un toque de atención.

           Los humanos vivimos tan rápido, que esos desastres y tantos muertos al mismo tiempo, además de estremecer, deben ayudar a parar nuestro vértigo y… hacer pensar. Hay que dejarse de medias verdades o postverdades tranquilizadoras a lo Groucho Marx. Tener el valor de quitarse la venda de los ojos y afrontar la realidad. Si «lo más terrible se aprende enseguida y lo hermoso nos cuesta la vida», ¿por dónde empezamos?

         Algunos solo ven dos opciones:

a) prepararnos para emigrar de este planeta.

Con la tecnología más avanzada, «en un plazo de entre 200 y 500 años, según Hawking, es posible que se realicen los primeros viajes interestelares –que serán viajes sin retorno– y que un grupo de pioneros aterrice en un planeta de otro sistema solar«.  Ese desafío, requerirá aunar investigación y recursos: «salir de la Tierra requiere una estrategia concertada global (en la que) naciones y personas actúen juntas«.

Se ha puesto el ego, el dinero y el poder como objetivo. ¿Se ha olvidado lo esencial?

Para este viaje dependemos de los demás y no es fácil aunar voluntades. En todo caso, allá donde vayamos encontraremos lo que llevemos en el corazón.

b) cambiar el rumbo.

             Pero sin cambiar a nadie. Desde uno mismo. «Recordando lo que somos»: «esencias espirituales y divinas encarnadas en el plano humano». Es cierto que todo gira y cambia a una gran velocidad. Está surgiendo un nuevo mundo, un hombre nuevo, con una consciencia personal, y una relación con los demás seres humanos y con los demás seres vivos, incluido el Planeta, en otra onda evolutiva.

Cuando uno recuerda lo que es y se atreve a vivir como tal, día a día, aunque el mundo está ahí y es igual, todo cambia. No se trata de obtener, dominar, someter. La fuente es interior, esa que se había olvidado, la del ser y no la del tener. No medrar, sino de disfrutar siendo y respetando a todos y a todo. No es que todo me pertenezca, sino que todos somos uno, y nadie es más que nadie, siendo cada uno  lo que esencialmente es.

Cada uno contagia engería, vida, belleza, paz, amor. La convivencia es claridad y no mentira. Eso no contamina. La muerte no solo no se impone, sino que no existe. Las armas y la guerra, los señores del mundo, estén donde estén, solo someterán a quien voluntariamente se someta a su imperio. «Seres de otro mundo, o de otra dimensión, como animales de la galaxia, como polvo de estrella, que van buscando agua potable». La encontraremos dentro y nos saciaremos.

No importa que lo viejo y lo nuevo sean simultáneos durante un tiempo de evolución. El viejo mundo, de temores, amenazas y catástrofes, está cayendo porque está surgiendo el nuevo. Y surge desde mi. Desde lo más profundo del ser de cada uno, su esencia espiritual y su energía infinita, vive y actúa como lo que es: infinito y eterno.

¿Qué importa que se haya adelantado el invierno, si el tiempo no existe? Todas las estaciones están en cada estación. Cada uno desde su ser descubre y crea el mundo y la belleza. El sol sale cada día. Deberíamos ayudar a que nadie pase frío o esté a oscuras.

José Manuel Belmonte

Acerca de José Manuel Belmonte

Soy un ciudadano del mundo observador y caminante. La Vida, la Naturaleza y la Humanidad, pero sobretodo el corazón del hombre son una fuente inagotable de sorpresas. De eso escribo…

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