“Desde hace varios años la compañía Aracaladanza se ha convertido una cita casi obligada dentro del extenso panorama de espectáculos para un público familiar que cada Navidad hacen su aparición en la cartelera madrileña, compitiendo con los musicales -que viven ahora una época dorada- y con otros espectáculos más específicamente infantiles.
Como es habitual en su ya larga trayectoria y en el contexto de anemia de la imaginación y de olvido de las posibilidades artísticas y formativas de la danza, nace este espectáculo sugerente e ingenioso como un canto a la fantasía, como una invitación al juego y al desarrollo del componente imaginativo de la feraz mente infantil cuyo desarrollo, condicionado desde las instancias educativas por una sobreabundancia de formación intelectual o práctica, no siempre se ve suficientemente compensado con el cultivo de otras facultades por medio de las cuales el niño podría expresar espontáneamente su rico mundo interior.
Se trata de un espectáculo de enorme variedad de tonos y contrastes, desde una desenfadada y juguetona versión del lago de los cisnes a una celebración del “claqué” a cargo de una singular troupe de perros de peluche que parecen salidos de una pesadilla infantil y que toman el escenario para mostrarnos un inusitado virtuosismo en este ritmo que viene del otro lado del Atlántico. Una delirante incursión en la estética de los videojuegos, con trajes de inverosímiles propiedades y texturas, sucede una no menos delirante sesión de “sillón ball” en el que el elenco al completo, un grupo heteróclito de niños revoltosos, juguetea entre los cojines de un enorme sofá mientras asisten a la retransmisión de un partido de tenis. Almohadones gigantes, cabelleras de globos de helio, lluvia de platillos de rara fosforescencia, extrañas figuras de rutilantes cascos y túnicas iridiscentes sobre un fondo de sobrio geometrismo a lo Piet Mondrian, …, una permanente caja de sorpresas que nos sumerge en un mundo de imágenes irreales, oníricas, pero quizá por eso, de mayor impacto sobre nuestras emociones y sobre nuestra sensibilidad, porque apelan al inconsciente, al profundo e ignoto rincón de nuestra psique donde se entretejen sin la censura de la conciencia las más arriesgadas y placenteras asociaciones estimuladas por la magia de la luz y de las sombras, del color y del dinamismo y la levedad de los cuerpos en libertad.
Nos parece advertir, a quienes hemos seguido la evolución de esta compañía, que en este trabajo se hacen demasiadas concesiones a lo espectacular, que han abandonado esa belleza prístina, esa sencillez y esa ingenuidad de sus primeros montajes, puro placer del movimiento como materia prima para expresar el alma de las cosas sencillas y para jugar con objetos cotidianos dentro de una poética colorista y naif. Pese a ello, se trata de un trabajo lleno de ingenio, rico en invención, de una factura técnica irreprochable, muchos de cuyos cuadros son de una innegable originalidad y de una belleza plástica extraordinaria que hizo las delicias del respetable concurso de gente menuda.
Gordon Craig, 29/XII/18
Ficha técnico artística:
Idea y dirección artística: Enrique Cabrera
Coreografía: Aracaladanza.
Coreografía de perros: John O`Brien.
Con: Jorge Brea, Raquel de la Plaza, Jonatan de Luis, Elena García y Jimena Trueba.
Música original: Luis Miguel Cobo.
Música adicional: J. S. Bach y P. I. Chaikovski.
Escenografía y Vestuario: Elisa Sanz
Madrid. Teatros del Canal. Sala Roja.
Representaciones desde el 28 de diciembre de 2018 al 4 de enero de 2019.