En 1596, los procuradores de Cortes de Madrid Jerónimo Barrionuevo y Alonso de Fonseca proponen que el tapicero del rey, Pedro Gutiérrez, se instale en el recién creado Colegio de Santa Isabel la Real, para enseñar el oficio de tejedor a los niños que allí estudiaban. La propuesta es elevada al rey Felipe II, quien acepta en enero de 1597 que se compre la casa inmediata al colegio, pagando el reino dos partes y una la villa de Madrid. Nacía la que, con los años, se convertiría en la actual Real Fábrica de Tapices.
Texto de Mario Sánchez Cachero
No está claro en qué momento empieza la producción de tapices en la modesta villa matritense. Sí es cierto que, en 1578, la reina Ana de Austria nombra oficial de hacer tapicerías y reposterías al salmantino Pedro Gutiérrez, nombramiento confirmado por Felipe II en 1582. Bien es cierto que, en aquellos años, el oficio de tapicero real exigía más reparar los tapices ya existentes que en fabricarlos nuevos, tarea que no se comenzó a desarrollar en serio hasta el lastimoso reinado de Carlos II. Por lo tanto, los trabajadores de esta primitiva fábrica de tapices recibía el nombre de retupidores.
Este primer telar no era cómodo. El mismo Pedro Gutiérrez se quejaba de su estrechez y de las dificultades para enseñar el oficio de tejer en él.
El interior de este telar es el escenario del cuadro de Diego Velázquez La fábula de Aracne, más conocido por Las Hilanderas, en el que se representa el mito de Ariadna, dentro del ambiente de la fábrica de tapices de Santa Isabel.
Pedro Gutiérrez fallece en 1625, siendo sustituido por Antonio Cerón como “maestro tapicero de obras de nuevo, sucesor de Pedro Gutiérrez”. Fausta Gutiérrez, hija de Pedro, con quien se había formado en el oficio desde1591, solicita en 1603 la concesión del título de “Tapicera de la Reina”. Se sabe que hubo un informe favorable hacia su petición, pero la respuesta definitiva es desconocida. En 1625, Antonio Cerón logra una aportación económica por parte de Felipe IV para aumentar el número de telares e impulsar la producción de tapices. Ese mismo año, Cerón es sustituido por Gabriel Medel, quien a su vez lo cede a Juan Álvarez. En esta época en que Diego Velázquez pinta Las Hilanderas, en el que reproduce una de las estancias de la vieja fábrica de la calle de Santa Isabel.
Álvarez fue sucedido por Domingo de Enrique, a quien hizo lo propio Esteban Brandenberg, traído por Carlos II desde Bruselas con el propósito de comenzar la producción de tapices en Madrid. Pero el destino tenía otros planes, entre ellos la muerte del Hechizado y la posterior, guerras mediante, de Felipe V, primer Borbón de España, quien traslada las viejas instalaciones a la llamada Casa de Abreviador, en las afueras de la puerta de Santa Bárbara. Allí se constituiría formalmente la Real Fábrica de Tapices, bajo la firme dirección de la dinastía Vandergoten. Y allí permanecerá hasta 1889, cuando es trasladada a su actual emplazamiento, junto a la Basílica de Atocha.
Sin embargo, los telares de Santa Isabel se resistían a morir, conociendo una efímera resurrección en 1729, cuando Felipe V se lleva la corte real a Sevilla, y con ella la fábrica de tapices. Cuatro años después, en 1733, los artistas deciden, por su cuenta, regresar a Madrid , instalándose en el viejo edificio de Santa Isabel, donde permanecen hasta su regreso a Santa Bárbara en 1744.
Fuentes consultadas:
• BELTRÁN DE HEREDIA, Vicente. “Cartulario de la universidad de Salamanca (1218-1600)” Tomo III. Biblioteca Altera, Universidad de Salamanca, 2001.
• CUENCA, Carlos Luis. “Diego de Silva Velázquez”. Diario “ABC”.Núm. 1585. Sábado, 9 de octubre de 1909. Págs. 13 a 16,
• Justi, Carl. “Velázquez y su época”. Parkstone International. Nueva York, 2012.
• NIETO SÁNCHEZ, José A. “Artesanos y mercaderes: una historia social y económica de Madrid (1450-1850)”. Colección Ciencia: Serie Sociología. Editorial Fundamentos. Madrid, 2006.
• RIAÑO, Juan F. “Tapicerías”. Revista de Gerona (Literatura- Ciencias – Artes). Tomo 12, número 5. Mayo de 1888.
• ROSELL Y TORRES, Isidro. “Tapiz flamenco de Museo Arqueológico Nacional”. Museo Español de Antigüedades, tomo VII. Imprenta de T. Fortanet. Madrid, 1876.
• “La Real Fábrica de Tapices el Saladero”. “La Esfera”. Núm. 812. 27 de julio de 1929. Págs. 27-29.
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