Los trabajos del Sínodo diocesano siguen su ritmo. Algunos hermanos consideran que caminamos con mucha lentitud. Otros, por el contrario, piensan que vamos muy veloces. En cualquier caso, en medio de la diversidad de opiniones, lo más importante es que busquemos siempre la voluntad del Señor para superar nuestros criterios.
Durante estos meses de trabajo, en ocasiones oscuro y silencioso, se han puesto las bases para las realizaciones futuras. Entre otras cosas, se han editado los carteles anunciadores del Sínodo, se ha publicado un tríptico explicativo del mismo y se ha redactado la oración que, como comunidad de hermanos, ya estamos rezando en todas las parroquias por el fruto espiritual de las actividades sinodales. Además, se han aprobado los reglamentos que han de orientar el desarrollo del Sínodo y la reflexión de los grupos sinodales durante los próximos años.
En estos momentos, se está distribuyendo la encuesta sinodal en las parroquias y en otros organismos eclesiales. La respuesta a esta encuesta es el primer momento de participación activa de todos los diocesanos en la propuesta de aquellos temas, a los que deberíamos prestar especial atención en las deliberaciones sinodales.
Con estas líneas, además de agradecer los esfuerzos, sacrificios y dedicación de quienes están preparando los distintos materiales para la realización del Sínodo, quiero invitaros a todos los diocesanos a responder a las preguntas formuladas por los encuestadores. Con ello podéis ofrecer vuestra visión de la realidad diocesana y poner vuestros talentos al servicio de la comunidad cristiana.
Además de orar por el fruto del Sínodo, todos, aunque nos consideremos pequeños y con poca formación, podemos aportar nuestro granito de arena al desarrollo del mismo. En ocasiones, algunos bautizados consideran que la misión evangelizadora es responsabilidad de unos pocos elegidos. Sin embargo, en el bautismo, Jesús nos envía a todos mediante la acción del Espíritu Santo para que seamos evangelizadores.
Por todo ello, os animo a actuar desde una doble convicción. Por una parte, no olvidéis nunca que el Señor nos acompaña y actúa en nosotros y con nosotros, pues Él ha prometido estar a nuestro lado todos los días hasta el fin de los tiempos. Por otra parte, vivid siempre con la confianza de que el Espíritu Santo nos precede y nos impulsa a salir de nosotros mismos para ser testigos del Evangelio hasta los confines de la tierra. El Espíritu, Señor y dador de vida, actúa incesantemente en la Iglesia, en el corazón de cada persona y en el mundo para que lleguemos al conocimiento perfecto de Dios.
Con mi sincero afecto y estima, feliz día del Señor.
Atilano Rodríguez, obispo de Sigüenza-Guadalajara