Esto se acabó. Algunos entonan una versión del «pobre de mí» y se despiden las fiestas de 2017 con los habituales fuegos artificiales, hasta dentro de un año. Lapso de tiempo en el que pueden pasar muchas cosas en este negociado. En las peñas públicas tiempo ha que se llevan produciendo las lógicas tensiones generacionales, y que podrían desembocar, en algunas de ellas y de cara a las próximas fiestas, en la salida de los miembros más veteranos.
Como ya hemos señalado en alguna otra ocasión, el modelo de fiestas actual de Azuqueca está en cuestión, pero nadie quiere abordarlo seriamente. Que no por ser el más vocinglero se lleva la razón. La presión sobre las peñas públicas es patente, con varios frentes abiertos, y el Ayuntamiento no puede apelar a su buena voluntad para salvar su responsabilidad. Entre ellos, el Desfile de carrozas, que año tras año viene a menos, con descensos moderados, pero continuos, de público y con muchos peñistas cansados y con ganas sólo de cubrir el expediente.
Otro punto importante son las quejas vecinales por ruidos y molestias hasta altas horas de la noche, si no toda entera. Aunque nos consta que las peñas públicas están haciendo un esfuerzo de autocontrol en este asunto, no siempre se consigue, a lo que hay que añadir la escandalera día y noche de alguna peña privada con carpa alquilada por el ayuntamiento, quien al parecer no tiene tantos compromisos como se les exige a las públicas. Ya dijimos en su momento que no nos parecía mala idea el invento, pero alguno se pasó tres pueblos y nadie le dio un toque.