En el debate, ligeramente desigual, que los socialistas castellano-manchegos estamos sosteniendo con motivo de la primera elección directa de nuestro Secretario General regional por todos los militantes, mediante las famosas primarias, se ha suscitado con un cierto apasionamiento el tema de la bicefalia, es decir que una misma persona no pueda ocupar los dos cargos, el institucional y el orgánico. Tema por demás antiguo y controvertido.
Emiliano García-Page, en su carta a los militantes para tratar de obtener nuestro voto, manifiesta claramente: “nunca he pensado que las bicefalias fueran el mejor de los modelos”. Es decir se inclina por la acumulación de cargos orgánicos e institucionales.
Por el contrario José Luis Blanco, en su carta, sostiene: “Consideramos muy importante que el Presidente del Gobierno regional, al igual que nuestros compañeros y compañeras del Consejo de Gobierno, tengan exclusividad en su responsabilidad pública” Y añade en sus propuestas, una persona, un cargo.
Supe por un magnifico discurso en el XXX Congreso de la UGT, (el primero celebrado en España después de la dictadura), del compañero Ramón Rubial, que el PNV era el único partido que aplicaba de manera rígida el principio de que quien ostentaba la representación institucional del partido no podía al mismo tiempo ostentar idéntica responsabilidad en el ámbito partidario. Pero hay que decir, que las organizaciones socialistas nunca tuvieron un precepto estatutario semejante que impidiera acumular la representación institucional y la orgánica. .
Los partidarios de la acumulación – Page- argumentan que con la bicefalia “podemos, desde la división interna, caminar hacia la derrota”. El argumento es duro, porque presupone que la elección democrática y directa de los cargos del Partido, origina división y derrota. Contra no ser cierto y no haber sucedido nunca en la historia del PSOE, es insostenible en la sociedad española del siglo XXI. Precisamente el 39 Congreso, al extender a todos los niveles la elección directa, democrática y mediante urnas no ha hecho sino reflejar una necesidad no solo sentida por los militantes sino por todos los ciudadanos.
Los partidarios de la bicefalia –Blanco- sostienen por el contrario que “vincular el resultado de las primarias al resultado de las elecciones próximas es, sencillamente, un engaño a la militancia. El liderazgo político se cimenta en las convicciones y en las decisiones acertadas, no en concentrar todo el poder en una sola persona” Y clama contra los que, con el exceso de poder, orgánico e institucional , “silencian a quienes quieren una organización más transparente, más democrática y más libre. Queremos un partido donde se pueda hablar, avalar y votar sin miedo. Decimos: unidad sí, para ser más fuertes”.
Pero a lo que pretendo referirme ahora es a esa afirmación, bastante generalizada por otra parte, – y sostenida entres nosotros recientemente por Fernandez Vaquero- de que la regla, lo normal en el PSOE es que el Presidente del Gobierno regional sea a la vez Secretario General del partido en la región.
Pues bien, contra la tesis de Vaquero, hay que afirmar que esa acumulación de cargos, en la historia reciente del PSOE, no es la regla sino la excepción.
En nuestra propia región como ya he explicado en las redes sociales, ha habido más tiempo de Secretarios Generales que no eran Presidentes que de lo contrario. Ni José María Gómez, ni Miguel Angel Martínez, ni Juan Pedro Hernández Moltó, fueron presidentes autonómicos, y desde luego, ocuparon la secretaria durante más tiempo que sus sucesores, Bono, Barreda y Page, que si lo fueron.
Pero conviene, para convencer a los que se hayan creído el argumento pro domo sua, de Vaquero, examinar otras Comunidades Autónomas. Los presidentes asturianos Pedro de Silva, Juan Luis Vigil, Antonio Trevín y Vicente Álvarez Areces, no fueron nunca Secretarios del partido. Solo Fernández, el actual, ha ocupado los dos cargos. Durante mucho tiempo desempeñó la Secretaria Asturiana Jesús Sanjurjo, que no presidió el Principado. De los Secretarios Generales de Euskadi, Benegas – de tan grato recuerdo para los que le tratamos- Jáuregui, Redondo Terreros, solo Patxi Lopez ocupó las dos responsabilidades. En la propia Andalucía, hasta la llegada de Chávez, Griñán y Susana Díaz, solo durante un corto periodo fue las dos cosas Rodriguez de la Borbolla, pues la Secretaria la ocupaba Carlos Sanjuán. Si nos vamos a Valencia solo Lerma ocupó los dos cargos, sin que fueran presidentes pero si Secretarios del Partido Joan Romero, Asunción, Alarte o Pla. Y así podríamos seguir con las demás regiones.
En resumen, en la historia reciente del PSOE la regla es la bicefalia y la excepción la acumulación de la responsabilidad orgánica e institucional.
Pero para los que conocen poco la historia del partido, como Vaquero, que llegó cuando ya estábamos en el poder, añadiré que los barones, que así empieza a llamarse a los que acumulan las dos funciones, surgen a partir de un momento muy determinado y es cuando al producirse la dimisión de Alfonso Guerra como Vicepresidente del Gobierno, pero manteniendo su condición de Vicesecretario General del partido, comienza una soterrada guerra contra los secretarios generales guerristas, que empiezan a ser sustituidos por los Presidentes Autonómicos. Y ello coincide también con un momento de debilitamiento electoral del partido, porque se pierden las mayorías absolutas que se tenían desde 1982.
En definitiva, la dimisión de Guerra, el debilitamiento electoral y la falta de un poder fuerte en el nivel central del partido, son las causas que acaban con las bicefalias. Frente a esa estructura central debilitada, se afirman los poderes periféricos. Y así Zapatero, paso sin pena ni gloria, manteniendo intacta la estructura del poder territorial. De forma que la concentración de poderes solo se produce en momentos de crisis, cuando la Ejecutiva Federal se encuentra debilitada y cuando los objetivos generales empiezan a estar desdibujados.
Pero ahora estamos en un momento bien diferente. El resonante triunfo de Pedro Sánchez en las primarias y los innumerables problemas que tenemos que afrontar, hacen necesaria una estructura del partido donde los barones resultan claramente contraproducentes. Porque tienen que ser los militantes, y no los barones, los que definan las políticas generales del partido. Y necesitamos, que quede suficientemente reafirmada la dirección federal, sin condicionamientos de los poderes territoriales absolutos. Si a ello añadimos, que la política en este campo de los barones con motivo de la crisis de los idus de octubre, quedó absolutamente desautorizada por los militantes el 21 de mayo, no queda más remedio que afirmar que es la hora de las bicefalias en los territorios y del reforzamiento de la estructura federal.
Bicefalias, imprescindibles por otra parte, para poder llevar a cabo las resoluciones innovadoras del 39 Congreso, que difícilmente van a poder ser ejecutadas por los mismos que se opusieron – y siguen oponiéndose aunque más soterradamente- a la aplicación de las mismas en la vida interna del Partido.
Hace falta un Secretario General, sin traje de Presidente, que permita que el Partido regional tenga voz propia, porque si se pierden las instituciones se pueden recuperar en las siguientes elecciones pero si se pierde el Partido, por exceso de institucionalización y clientelismo, eso ya no es recuperable.
Por ello y por otras muchas razones y para seguir reafirmando el liderazgo federal de Pedro Sánchez, en estos momentos tan difíciles, yo el día 30 votaré a José Luis Blanco.
Francisco Ramos Fernández-Torrecilla
Senador del PSOE por Toledo en las Cortes Constituyentes de 1978
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