Dos policías rebeldes III: ‘Aunque no te guste el reggaetón, hay que verla’

El Heraldo del Henares 17/01/2020 09:05 Cine, Cultura Dejar un comentario

Hace 17 años, en 2003, se desintegraba el Columbia en la que fue su última misión espacial; Lula da Silva se convertía en presidente de Brasil; Schwarzenegger en Gobernador de California; y Alonso ganaba su primer Mundial de Fórmula 1. De los smartphones, fibra óptica y tablets mejor no hablamos.

Crónica de Roberto Mangas Moreno

Ese mismo año, se estrenaba una de las buddy cop movie más divertidas del cine (con permiso de Tango y Cash y Arma Letal, claro): Dos policías Rebeldes II, sucesora de la noventera Bad Boys, ofrecía a los espectadores tiros, tiros, más tiros, coches rápidos, tías en bikini por Miami y el humor de Martin Lawrence y Will Smith (Marcus Burnett y Mike Lowrey, poli bueno, poli malo, respectivamente). Hasta Jordi Mollá como malo cubano era divertido. Cómo no amarla.

Por eso, hacer una tercera parte, esta Bad Boys For Life, no sonaba muy convincente. La segunda era redonda, ¿por qué jugársela? Martin Lawrence muy pasado de kilos, una mala de telenovela mexicana, New World Order por todas partes… Todo eso, de un vistazo al tráiler.

Una vez acabada la película, las sensaciones son distintas, y mejores porque, aunque estemos ante una saga agotada, este cierre de la trilogía cumple con las expectativas.

Los directores Bilall Fallah y Adil El Arbi, casi como hizo Michael Bay en su día con Dos Policías Rebeldes II, remasterizan con reggaetón, cárteles mexicanos y una copia de Will Smith de joven como malo malísimo lo que parecía un producto cinematográfico caducado. Incluso Kate del Castillo (La Reina del Sur), también mala malísima aquí, hispaniza para bien toda la película, y redondea lo que bien podría ser una telenovela cara (intrigas amorosas, hijos sorpresa, enfrentamientos entre machos alfa) pero muy entretenida.

La historia es una mera excusa para el constante lucimiento de Will y Martin: un misterioso asesino mata, de manera selectiva, a ciertos funcionarios estatales de Miami, sin un patrón claro, más que el intento de homicidio del propio Will Smith. A partir de ahí, todo se complica, para deleite del espectador, quien no tiene ni que seguir el argumento para disfrutar de todo lo que, en realidad, caracterizó a la saga: disparos, coches, y humor.

Aunque no te guste el reggaetón, hay que verla. Por lo menos, como en mi caso, cierra una saga de mi adolescencia, y no queda tan mal.