viernes , 22 noviembre 2024

La eutanasia, si se llega a imponer, ¡no es un derecho!

                A veces, estando convencidos de algo, no acertamos o no sabemos expresarlo y que se nos entienda. No hay que desanimarse. Habrá otras  oportunidades. Me viene a la memoria que al cantautor, poeta, escritor y filósofo argentino Facundo Cabral,  en una ocasión le preguntaron: ¿Cuándo vienes o por qué vienes? Y respondió textualmente: «vengo cuando hay que venir, a decir lo que tengo que decir; fundamentalmente que el paraíso no está perdido, sino olvidado; y que en una eternidad siempre se puede empezar de nuevo a ser feliz…» y proseguía con su canción.

          Cuando me preguntaron por el Proyecto de Eutanasia en España, yo también fui a decir lo que tengo que decir, sin ánimo de convencer a nadie y, cantando algunas verdades, con respeto a las personas. Llegue en mi coche.  Yo, era el conductor.  Quedó aparcado, en un lugar cercano.   

         Aunque estudié en la Universidad de Estrasburgo y tengo la titulación oficial, por haber defendido allí mi tesis, no suelo mencionar ese título para nada. Sí puedo decir, que he trabajado en Francia, también en un hospital de Bélgica, conozco todo el Benelux y parte de Alemania. Posiblemente eso me permitió conocer a personas de todos los continentes, y me ayudó a una apertura mental muy enriquecedora humanamente. Pero tal vez, lo más impactante para mí, entonces y desde entonces haya sido la visita a un Campo de Concentración. He leído mucho, pero sigo yendo semanalmente, un día por lo menos, a la Escuela de la Vida: un Centro de Discapacitados Físicos. Vuelvo nuevo. He escrito libros, alguno sobre ellos y más de 750 artículos, la mayoría publicados en varios medios. Solo me considero un ser humano lleno de vida, que tiene la vida, como absoluto. Uno de mis libros se titula: «Con vida, cualquier reto«.

         Antes de hablar del título que encabeza este escrito: la  eutanasia, tengo que añadir,  que yo no creo en la muerte; que la muerte no existe. Es un imposible.  Creo en la vida, tengo vida, y algún día dejaré de estar aquí. Cuando se produzca «el transito», pasaré a otra dimensión, pero seguiré viviendo con la consciencia que haya venido a experimentar aquí. «Mi coche» en el que ahora me muevo y me hace visible a los demás y comunicarme con ellos y con todos los seres vivos, después de agradecerle los servicios, quedará aparcado en un cementerio y se convertirá en polvo, o será pasto de las llamas y terminará en ceniza.

        Con esta filosofía o esta ética vital y existencial, puede entenderse que aunque mi pensamiento o mis actos puedan herir, me adhiero de corazón a la afirmación de que: «La Tierra fue creada para ser el hogar de toda vida, no solo la humana«; y, el deseo de «que nuestro paso por la vida no sea para dañar otra vida«. Una sonrisa o una palabra amable, curan más que muchos medicamentos.

       Dicho lo cual, puedo entender -sin justificar- la preocupación del FMI, expresada por su Directora General, la francesa Christine Lagarde, de que se deberían reconsiderar  las pensiones por «el riesgo de que la gente viva demasiado» y pueda ser una amenaza para las finanzas públicas. Vivir más de lo esperado, no es un riesgo, es una realidad casi general en todos los países. ¡Reconsideren sus cálculos!

         Y en España, ni este gobierno ni el anterior, ni los grupos políticos que los sustentan, han creído necesario estudiar y actualizar «las pensiones, en «el «Pacto de Toledo», vigente desde 1995. La recién nombrada presidenta del Pacto, Magdalena Valerio, lo convoca para primeros de marzo. Sin que las «pensiones» y su futuro se hayan clarificado, me parece muy preocupante, –y los letrados lo han hecho saber- 1) el traspaso «bilateral de las pensiones» a una Autonomía, porque rompe la Caja Única y concede la gestión de la Seguridad social;  2) es romper la igualdad entre los distintos territorios y, 3)  la precipitación es «influir» de forma determinante en las elecciones convocadas para el día 5 de marzo, para  que en contrapartida apoyen al gobierno.

       Podría entender, que los recortes lleguen a la Sanidad, si hay despilfarro o mala gestión. De hecho están haciendo huelga los profesionales sanitarios, porque dicen que falta personal y medios. La Alerta Sanitaria, por el Coronavirus, puede  agravar la situación, ya que la epidemia está en Europa. En la cercana Italia, es preocupante. Pero…

        La eutanasia, es un recorte sanitario, a costa de la vida de los débiles.

       Por definición la Eutanasia es «causar la muerte a otra persona, con o sin su consentimiento, para evitarle dolores o padecimientos físicos o morales, que se estiman insoportables. Puede hacerse por acción inyectando una sustancia letal al enfermo, o por omisión  absteniéndose de alimentarle. La primera es activa, la segunda, es la eutanasia pasiva

         Ha habido casos esporádicos, de personas que han pedido ayuda  activa «para irse», o «dejar de sufrir». Ramón Sanpedro,(12-1- 1998), que estaba tetrapléjico y del que se hizo una película titulada «Mar adentro«; María Jesús Carrasco, aquejada de ELA (5-4-19) a quien ayudó su marido; Madaleine Z (enero de 2007), también con ELA; Inmaculada Echevarría ( 14 de marzo 2007) con distrofia muscular progresiva; José Antonio Arrabal, (2 de abril de 2017) con ELA; Luis de Marcos, (2 de agosto de 2017) también con ELA; Maribel Tellaetxe (6 de marzo de 2019) aquejada de Alzheimer.

         Estas personas y su petición de ayuda-eutanasia, por propia iniciativa o por la de sus familiares, ha sido reiteradamente repetida en los medios de comunicación, muchas veces a lo largo de los últimos años.

        Hay colectivos que han aireado estos casos para reclamar la eutanasia 1) como una petición mayoritaria de la sociedad; 2) para reclamar la eutanasia como Muerte Digna; 3) despenalizar estos caso o similares, modificando el artículo 143 del Código Penal, y eliminando el carácter punitivo, «para quien induzca al suicidio de otro o coopere con actos necesarios al suicidio de una persona».

Consideraciones sobre el proyecto de ley

          La ley  de la eutanasia está pensada para ser aplicada a la población en general y no a casos esporádicos. Por lo que una cosa es que se quiera aplicar a la sociedad en general y otra que la petición sea una demanda social. ¡No lo es!

         Es cierto que toda persona, con sus capacidades mentales normales, desea finalizar sus días dignamente o con una Muerte Digna. Pero, eutanasia y muerte digna no son equivalentes, más bien son antagónicos.

         Respetando a los promotores de la Muerte Digna, hay que recordar que la generalidad de las personas que «transitan», con cuidados normales, rodeados de los suyos, con los auxilios médicos y los que necesitan según sus creencias religiosas, mueren dignamente. Se acepte o no, esas personas y esas muertes dignas, son «mayoría».

          Estamos aquí para aprender y por un propósito o una finalidad. Las filosofías y las distintas religiones, desde siempre, han constatado que hay personas  que cuando son conscientes de haber cumplido la misión para la que estaban aquí, deciden irse y se van (tengan la edad que tengan).

          Dicho lo cual, debo añadir que, a veces, cuando el espíritu que somos se encarna en un cuerpo concreto para una misión, su estancia y su vida, afecta los demás, a su entorno familiar, social o humano. Es la realidad de la interdependencia. En algunos momentos todos, necesitamos de los demás, por edad, debilidad, necesidades especiales, etc.; pero también para curar, descubrir e investigar para los demás o para el progreso y para bien de la Humanidad. Y eso, seamos conscientes o no, ha sido siempre así. Tenemos un plantel de médicos y de investigadores de gran prestigio. A veces se nos olvida que somos deudores de sus descubrimientos, como de Pasteur, Jérôme Lejeune, Francisco Mojica descubridor del CRISPERR, la herramienta de edición genómica, más potente jamás descubierta y que es aplicable a campos tan diversos como la agricultura, ganadería, biotecnología, medicina y farmacia.

         No hay que ignorar que ciertamente hay personas que padecen dolores y enfermedades muy discapacitantes por lo que necesitan ayuda de otras personas para todo. Para obtenerla, se necesita potenciar: 1) «La Ayuda a la dependencia» y  2) «Los Cuidados Paliativos».  Tanto la una como los otros sí son una demanda social. Por eso José Jara, Presidente de  la Asociación Bioética de Madrid (ABIMAD), dice que «la eutanasia es un retroceso en derechos. Es negar prestaciones asistenciales  a la población más vulnerable y necesitada de asistencia médica».

        Aunque «el dolor sea a veces inevitable, el sufrimiento es opcional» No hay por qué pensar la vida como sufrimiento. No hemos venido a sufrir sino a disfrutar y crecer en consciencia.

         El Dr. Javier Rocafort, manifestaba en una entrevista  en Diario Médico, que hay un número muy importante «sobre 60.000 personas que cada año están sufriendo  innecesariamente porque necesitan cuidados paliativos avanzados y no los tienen«. Nunca se debería recortar dinero para quienes más necesitados están de cuidados. Y lo que es más triste es, que se pretenda ahorrar recursos eliminando a los más débiles.

      Recuerden,  los niños,  Charlie Gard y Alfie Evans, ¿pidieron ser desconectados? ¿Lo pidieron sus padres?   Entonces, la eutanasia ¿es un ahorro económico, a consta de una vida humana, o no?

         Sin embargo, la eutanasia lleva a más eutanasia, a más indiferencia de la sociedad ante el sufrimiento, a la falta de solidaridad, abandono del paciente, incluso de algunos médicos cuando se quiebra la confianza en ellos, de los pacientes.

        Por eso, no podemos vivir sin ética y sin valores. Los políticos y los médicos deberían ser los primeros en dar ejemplo de ellos.  Los médicos han hecho un juramento ético, que esta Ley obliga a saltarse, o por lo menos si objetan, quedar marcado, en una lista que «alguien» podrá utilizar en su contra.

         Aunque muchos no lo entiendan, «la mentira, el robo, la corrupción, la falta de respeto, el asesinato no son éticos, ni buenos para la Humanidad, ni para el progreso. No se puede vivir sin valores» ( Adela Cortina).

         Creo que no está además recordar que, a parte del Juramento Hipocrático, el art.36 del Código de Ética y Deontología Médica de la Organización Médica Colegial española, reformado en 2011 dice: «El médico tiene el deber de intentar la curación o mejoría del paciente siempre que sea posible. Y cuando ya no lo sea, permanece su obligación de aplicar las medidas adecuadas para conseguir el bienestar del enfermoEl médico nunca provocará intencionadamente la muerte de ningún paciente, ni siquiera en caso de petición expresa por parte de éste».

          La propuesta de la eutanasia, se presenta al Parlamento para convertirla en un «nuevo derecho», como en su día se hizo con la despenalización del «aborto».  

          Para intentar que se apruebe, entonces y ahora, lo primero es evitar el rechazo, por lo que supone de eliminación de personas. Siempre hay expertos  en maquillar, con palabras estas leyes.  A la anterior, se la hizo pasar, como Salud sexual. ¿Quién iba a rechazarla? A esta se la quiera hacer pasar como la ley de «La muerte digna». Así que ya se vende a la sociedad como «un nuevo derecho».  Sin embargo, los Derechos Humanos, quedaron ya establecidos por Naciones Unidas el 10 de diciembre de 1948, y son los que son, y el que los sustenta a todos es  «la vida».

          Ahora, de los 193 países que forman Naciones Unidas, tan solo Países Bajos, Bélgica, Luxemburgo y Canadá, está legalizada la eutanasia, y en Suiza está permitido desde los años cuarenta del siglo pasado, «el suicidio asistido de carácter altruista». Es decir, las asociaciones sin fines de lucro empezaron a administrar medicamentos para poner fin a la vida; después a ese país llegaron otros europeos deseando poner fin dignamente a sus vidas, práctica conocida como «turismo del suicidio». Tuvieron que poner límites y condiciones.

El anestesista promotor de la implantación de la eutanasia en España, Luis Montes

           Un precedente, que no suele mencionarse es el de Alemania. En octubre de 1939 fue firmado el «decreto de eutanasia». Entonces, se sugería que los enfermos mentales, discapacitados, personas incurables, eran «fuerzas improductivas» y «comían sin producir». Hicieron incluso una película, titulada «Yo Acuso», sobre la esposa de un famoso profesor de medicina que, aquejada de esclerosis múltiple, pide a su marido que la libere de sus dolores. El marido se pliega a la propaganda oficial: «ayudaré y facilitaré la liquidación de esas personas no dignas de vivir«.

         Habían puesto en marcha, en clave  «Acción T 4», un lugar a donde trasladaban a esas personas, después de un registro planificado, apoyado por 3 peritos, que decidía ponerlo en la lista de «improductivos»       

         Surgió entonces un valiente, Clemens August von Galen, que se opuso rotundamente a ese decreto. Preguntaba abiertamente a los conciudadanos: «¿Tienes tú, tengo yo, derecho a vivir  solo mientras seamos productivos?» Y añadía, «ningún poder terrenal puede atentar contra la vida de una persona inocente, ni destruirla».

            Hace 79 años Von Galen consiguió, detener – de momento- las deportaciones previstas por la famosa «Aktion T 4».

            Tal vez no se han calculado bien las consecuencias de la eutanasia alemana y de quien eficazmente se jugó la vida, para detenerla.

           Creo que actualmente con tanto ruido, sería un buen momento para aceptar la invitación de Soledad, la amiga discreta y silenciosa, para mantener con ella una conversación sobre este tema y sobre nuestro futuro.  Ella, espera, y lo hace cada día, pero…¡ha comenzado el carnaval! ¿Encontraremos el momento?

 En todo caso aquí tenéis  «Un  debate sobre la eutanasia» con pluralidad de opiniones (en Canal Guadalajara Media).

José Manuel Belmonte.

Acerca de José Manuel Belmonte

Soy un ciudadano del mundo observador y caminante. La Vida, la Naturaleza y la Humanidad, pero sobretodo el corazón del hombre son una fuente inagotable de sorpresas. De eso escribo…

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