“Como decíamos ayer”, según Fray Luis de León, y no habiendo pasado tanto tiempo, iniciamos la siguiente exposición sobre el diagnóstico diferencial y prevención de la lumbalgia.
Por Manuel Chaparro Recio (*)
La base de la espalda, la ‘rabadilla’ famosa, puede molestar o doler bajo diferentes patologías.
Lo importante es dejar claro cuándo pueden existir síntomas de alarma, porque un aneurisma de aorta, – dilatación en forma de saco que puede romperse- también puede dar lumbalgia irradiando el dolor hacia las piernas, siendo su dolor brusco o progresivo de horas de intensidad y no relacionado con el esfuerzo u antecedente traumático.
Ese dolor localizado irradiado hacia ambas piernas no lancinante sino tipo “cansancio”, de piernas o como “que me come o quema por dentro y que me hace parar”, sería propio de la claudicación neurogénica en lo que llamaríamos un canal estrecho u estenosis de canal, la cual cuando obliga a parar en la deambulación y obedecería a una espondiloartrosis que comprime y altera el diámetro del canal que envuelve al cono medular en todas sus estructuras.
Este proceso es de origen genético y debe diferenciarse de la claudicación provocada por un problema vascular, ya sea en las arterias ilíacas, la bifurcación de ambas desde la aorta u otras localizaciones incluyendo la enfermedad de Berguer o disecciones vasculares. La gran diferencia es que el dolor de origen neurogénico se desarrolla al subir pendientes y el vascular al bajarlas.
Pero la gran mayoría de las lumbalgias irradiadas hacia las extremidades inferiores unilateralmente o bilateralmente responden a una irritación química o mecánica de las raíces que nacen de la propia médula, -radiculopatías- y conforman un dolor claramente topografiado según el nivel afectado, ya sea por compresión originada por una hernia, protusión o tumor epineural. Las más frecuentes son las salidas de las “esponjas” intervertebrales o discos desde su periferia, – protusión o hernia contenida- o desde su centro rompiendo el cinturón denominándose hernia discal manifiesta, central o lateralizada.
Otras ocasiones, la compresión o irritación es provocada por una disminución del espacio por el que sale la raíz nerviosa, por su foramen o agujero: la estenosis foraminal.
Es de dominio público el hablar de “ciática” aberrándose dicho término para todas las lumbalgias. Lo más importante es, tras descartar las causas descritas, el dolor pico definido, no claramente topografiado que se definiría como lumbociatalgia…, cuyo origen continua hoy en estudio puesto que la complejidad de la inervación sensitiva lumbar por los ramos comunicantes grises, los de Luscka o los ramos posteriores, entre otros, es compleja.
Estas mismas inervaciones conllevan a provocar el dolor postesfuerzo, concepto que puede ser considerado como un problema puramente muscular y puntual o un proceso repetitivo mecánico cuando se requiere un stress en unas carillas articulares que unen y actúan como uniones entre los cuerpos vertebrales. Su causa fundamental es la artrosis facetaria.
El diagnóstico pasa, como siempre, por la historia clínica, un estudio radiológico simple y una resonancia magnética u, ocasionalmente un TAC o escáner.
Prevención
Prevenir más que curar es lo básico en esta patología. Una adecuada educación sanitaria provoca retrasar y compensar las causas artrósicas y discopatías degenerativas, protusión u hernia, hasta la fecha no evitables en su desarrollo.
La práctica de ejercicio regular adaptado a cada estrato etario, ya sea deambulando una hora diaria, practicando Pilates específico de espalda, Taichí o tonificando la masa muscular. Compensar las pérdidas de los momentos de fuerza que aparecen en esta patología fortaleciendo abdominal inferior, psoas y trapecio, así como dorsal ancho, mejoran el dolor con la descarga mecánica pertinente y la secreción de las endorfinas.
Bicicleta estática de sillín alto y escasa resistencia o natación a estilo croll o espalda, mejoran claramente el tono muscular, la propiocepción y la coordinación neuromuscular central y periférica.
Las pautas y frecuencias aconsejan un mínimo de deambulación horaria por día y entre cinco a diez minutos de ejercicio en seco actuando sobre la musculatura referida. En caso de aplicar natación, para el mantenimiento preventivo en persona sana se recomiendan 15 minutos por sesión mínimo hasta treinta al menos dos sesiones por semana en la población general.
Por sexos, no hay diferencias en el tipo de prevención salvo en la duración según la masa corporal. En cuanto a edad, a partir de la sexta década de la vida gimnasia acuática, Pilates y coordinación hipopresiva y neurolocomotora, son más recomendables.
Deambular es aplicable a cualquier grupo de edad.
Seguiremos en una tercera entrega, analizando más el proceso de tratamiento y prevención posteriores mecanismos de cuidados crónicos.
(*) El autor:
Manuel Chaparro Recio es licenciado en Medicina y Cirugía por la Universidad de Navarra y doctor en Medicina y Cirugía por la Universidad de Alcalá de Henares, de la que actualmente es profesor asociado del Departamento de Ciencias Médico Sociales y Cirugía de la Universidad de Alcalá de Henares. Especialista en Cirugía Ortopédica y Traumatología y en Medicina Familiar y Comunitaria. Director médico y traumatólogo de la Clínica El Carmen, de Guadalajara.
Ha publicado artículos en numerosas revistas científicas de todo el mundo, entre ellas la Medical Journal of Bone, https://www.ncbi.nlm.nih.gov/, Revista oficial de la sociedad de cirujanos vasculares de Latino América, Intreacte Cardiovascular Thotachic Surgery, Journal of Pediatric Orthopaedics, Latin American Journal of Pharmacy, Revista española de rehabilitación y Medicina Física, XII Congress of the European Society of Cardiology, Revista española de Medicina de Familia, Revista española de Cardiología, Revista española de Cirugía ortopédica y traumatológica.