El domingo, 24 de mayo, Solemnidad de la Ascensión del Señor, la Iglesia celebra también la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales. En medio del dolor y del sufrimiento por los efectos devastadores de la pandemia provocada por el Covid 19, tenemos motivos para dar gracias a Dios por quienes, a través de los medios de comunicación social, nos han narrado una etapa de nuestra historia que, permanecerá muy presente en nuestra mente y en nuestro corazón durante los años venideros.
Los largos días de confinamiento en nuestros hogares, para evitar la propagación del virus, hubieran sido mucho más duros y difíciles de afrontar sin la dedicación, sacrificio y esfuerzo de quienes nos han acompañado a través de los distintos medios de comunicación para manteneros informados de la realidad del mundo y para poner, en medio del dolor, buenas dosis de humor y de esperanza.
En estos momentos, muchas personas, al pensar en la realidad familiar, en la educación de los hijos, en la convivencia social y en los problemas laborales, tocan la oscuridad y experimentan la incertidumbre. Para hacer frente a la nueva realidad, todos tendremos que aportar lo mejor de nosotros mismos. Quienes trabajáis en los medios de comunicación, tenéis la hermosa misión de invitarnos a la esperanza y de animarnos a la práctica de la solidaridad, para construir juntos un mundo nuevo desde la sencillez.
El papa Francisco, en el mensaje con ocasión de la Jornada de las Comunicaciones Sociales, os invita a los comunicadores a “crear relatos bellos, verdaderos y buenos”, rechazando los relatos que son falsos y malvados. Esta invitación del Papa, aunque está dirigida a los comunicadores sociales, nos viene muy bien a todos pues nos invita a buscar siempre la verdad. Dice el Papa: “Recapitulando información no contrastada, repitiendo discursos triviales y falsamente persuasivos, hostigando con proclamas de odio, no se teje la historia humana, sino que se despoja al hombre de la dignidad”.
En el presente y en el futuro, todos deberíamos huir de aquellas narraciones o comentarios destructivos que, en vez de animar a vivir la fraternidad, producen enfrentamiento y división social. “A menudo –prosigue el Papa– en los telares de la comunicación, en lugar de relatos constructivos, que son aglutinante de los lazos sociales y del tejido cultural, se fabrican historias destructivas y provocadoras, que desgastan y rompen los hilos frágiles de la convivencia”.
Que el Señor nos ayude a descubrir que todos hemos de vivir nuestra pequeña historia en este mundo, desde la experiencia de que el Resucitado camina con nosotros y desde la esperanza cierta de encontrarnos un día con Él cara a cara para participar en plenitud de su eternidad.
Con mi sincero afecto y bendición, feliz día del Señor.
Atilano Rodríguez, obispo de Sigüenza-Guadalajara
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