La misma mierda danzante y sonante.
No se apresuren y encomienden a la impaciencia.
Sigan porfavor leyendo y entenderán las 6 palabras del principio.
¿Recuerdan el primer mes de encierro humano?
Si prefieren, confinamiento.
Bonita palabra.
Ya ven, han salido unas cuantas desde entonces.
Vocablos que latían y eximidos en nuestras cabezas y cuerdas vocales extintos parecían.
“Doblegar el pico, estado de alarma, mascarillas quirúrgicas, guantes de látex, medidor de temperatura, etc, etc».
Palabras coloridas en extravagancia y contrapeso, dando lugar a una en concreto:
Reinvención.
Esta siempre coexistió.
Sobretodo en los emprendedores y currantes, en los bohemios y hasta en los ilusos.
En los pícaros y atrevidos, en maleantes robagallinas y sobre todo en los de guante blanco.
En ascetas y cosmopolitas, en huraños y ermitaños.
En pedantes y arrogantes de ayer y mañana.
En brokers y zapateros, arquitectos y panaderos.
Reinventarse es la más apropiada acción de aquellos que logran y lograron rehacerse en el trabajo, posponiendo y anulando crisis y temporadas nefastas, regocijándose en el fruto obtenido del “Reinvent” en latín.
El gobierno se bloqueó y el pueblo se reinventó.
El gobierno mostró ceguera, pequeñez y despojos.
Polifemo fué el pueblo, y no con uno, sino con 100 ojos.
Nosotros sin guión supimos improvisar.
Ellos malinterpretaron.
¡No hay mascarillas! dijeron .
Fábricas de pantalones, camisas y no sé cuántas más las hicieron.
¡No hay batas!
Las hicimos de lujo y baratas.
¡No hay pantallas protectoras!
Pequeñas, medianas y grandes empresas, cada cual por su cuenta y todos a una fabricaron estos escudos.
El congreso inconcluso en decisión, dió paso al pueblo impertérrito en determinación.
¡Ya tenemos de todo! vociferaron.
Defectuoso y tarde lo que nos mandaron.
¡Lo sentimos, nos hemos equivocado!.
Nosotros también, pero no erramos.
Consentimos y callamos que a 4 amigos vuestros de hoy y del pasado, confiáseis gran navío, que para mala suerte vuestra quedó encallado.
¡Os daremos ayudas y ERTES, a nadie abandonaremos!
El umbral del abandono se discierne en nuestras manos.
Manos desnudas que ahora desocupadas tiemblan.
Ojos pusilánimes de mirada perdida con horizonte difícil de imaginar y contemplar.
Negocios con la barrera aún bajada y muchos que ni la subirán.
Desvanecimiento en ilusión por ausencia de comprensión y consideración.
Perplejos en cientos de empresas que ayer eran 40 y 50 los que congeniaban en trabajo y hoy solo un puñado.
Pero el pueblo no se rinde, o tal vez no le quede otra.
Nuestra idiosincrasia es aún si cabe más distintiva, superflua e impasible por el desengaño institucionalizado por unos cuantos que han jugado a un juego nada divertido.
Absortos y de piedra quedaron aquellos que mandan cual mirada la del virus fuese de Medusa.
Nos reinventamos y reinventamos hasta que no podamos más.
Y seguiremos haciéndolo por 100 virus que vengan.
Mi maestro y mentor al que aprecio, respeto y quiero por encima de todo, jamás me exhortó a nada.
Pero siempre me aconsejó que era preferible a la hora de arremeter, descalificar y desprestigiar a alguien, hacerlo con daga florentina.
Me explico:
“Como un estilete agudo y certero, esgrime su gélido aliento la daga sutil, el puñal sibilino, de suaves maneras y aterciopelada argumentación.
Tras una sonrisa implacable, para poder herir, hiriendo sin hacer sangre, hacia el órgano principal, en un lance cortesano que saja y hurga, en pos de un mohín caballeresco”. (Enlace al blog de Tonio Santiuste)
Mi mentor redescubrió estos versos para mi.
Ahora sí, el comienzo del artículo.
Mi pluma deseosa emprende fructuosa reinvención en sus pensares y no pesares aunque así lo fuera o no pertinente u oportuno.
“La Casa Fuerte y La Última Cena.”
¡Toma ya!
Últimos reinventos de Tele 5.
Mi pluma lozana, dócil y sumisa en la doma, titubea y mirada incrédula me lanza, más yo sigo sometiendola a sabiendas de su añoranza por temas de relevante importancia.
Y permíteme maestro decirte, que no olvido tus enseñanzas y que no me he vuelto amnésico por el bien común que tiene el arte del periodismo.
Yo también lo denomino como tal, siempre como fin y nunca como medio.
Y si la indiferencia es el antídoto y medicina para cernícalos lagartijeros que se pavonean en tele basura consiente tú mi Virgilio que yo tu Dante me pase por el forro y me cague en los nueve círculos, en la daga florentina, en el fin y la indiferencia.
Porque así como dicho puñal hiere poco a poco y lentamente, voy a usar un mazo con mango de un metro y cabeza de 20 Kg.
Ya podrían haberla titulado:
“La Casa para ti.”
Todos esos zopencos y señorituchas con mono de albañil construyendo algún apartamentito o casita para gente desahuciada o que apenas tiene para comer, cuanto más para pagar un alquiler.
Pero no, Tele 5 erre que erre.
Sigue reinventándose con los mismos mierdas danzantes y sonantes y muchos de ellos constantes, tanto dentro de la casa como los comentaristas en plató.
Usted a duras penas podrá ahorrar pero estos parásitos de la sociedad española sí lo harán en esa casa apestosa.
Fétida por el aliento de palabras expiradas por dichos caraduras, vagos y mangantes, que no saben que es el canuto de una O.
Nosotros reinventándonos, y Tele 5 sacando más cuadrillas de ineptos de las alcantarillas.
Otro reinvento:
“La Última Cena”
Esta cadena nauseabunda pone a cocinar para ellos y entre sí a estos mugrientos y puercos individuos degustando, deleitándose y congratulándose dando veredictos de chef.
¿Porque no lo llamaron “Las Mil y Una Cenas”?.
Cocinadas o no por estos zánganos para después mandarlos a repartirlas casa por casa de cientos y cientos de familias que ni para macarrones esa noche tendrán.
Que vayan a repartir cenas en furgonetas blancas y radiantes.
Que no sean camufladas y de la muerte, pues de esas ya se encargó el gobierno.
Que llamen la atención en ambos lados del vehículo letras grandes que digan:
“Las Mil y Una Cenas”.
Y en el capó:
“Por cortesía de Tele 5”.
Y por atrás en letras de oro:
“Ya que estos perros no trabajan, ni saben, ni quieren,
a sus casas se los enviamos
con gustosas delicatessen”.
Si los banqueros son delincuentes de guante blanco, estos especímenes humanos llevan el guante color estiércol, reinventándose una vez más sobre el fango como cerdos, dándonos a conocer su analfabetismo ilustrado en frases y conjugaciones vomitivas.
Y mientras tanto los demás tratamos de luchar y salir de ese otro fango llamado COVID.
Pues eso:
El pueblo se reinventa,
El gobierno se lamenta,
Y Tele 5 a quienes usted ya sabe,
alimenta.
Óscar Lorca Márquez, Guadalajara
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