En la tarde de hoy miércoles 21 de octubre han comenzado los trabajos de demolición del muro exterior del Edificio de Contención de la central nuclear José Cabrera (Almonacid de Zorita, Guadalajara).
Este edificio, construido en hormigón armado, albergaba el reactor y el resto de los componentes del circuito primario de la planta, según han informado fuentes de Enresa en un comunicado.
Tiene 34 metros de altura y una pared de un espesor de 90 centímetros, recubierta en su interior por una chapa continua de acero (liner).
Para la ejecución de este trabajo, que se prolongará durante los próximos tres meses, se empleará maquinaria pesada equipada con martillos y cizallas hidráulicas, adaptadas para la demolición de estructuras de hormigón tan reforzadas.
Con la demolición de este muro exterior, culmina la desaparición de uno de los edificios más importantes de la central.
El proceso comenzó en 2019, con la retirada de la cúpula y ha continuado en 2020 con la retirada de los forjados y el hormigón del interior del edificio, para finalizar el proceso con el exterior de la edificación.
Esta central nuclear, la primera instalada en España, prestó servicio sin sobresaltos desde su inauguración en 1968 hasta principios de los 90, si bien a partir de 1994 sufrió numerosos incidentes, uno de ellos grave, relacionado con las barras de control de la vasija del reactor nuclear, que le costó su cierre temporal y el cambio de la tapa del reactor.
Una vez solventados esos problemas, pudo reabrir, pero en 2002, el Gobierno de Aznar impuso a Unión Fenosa una multa de 300.000 euros por deficiencias en la seguridad de la central.
Además, ese mismo año, el Congreso, con mayoría absoluta del PP, aprobó por unanimidad la clausura de la central. El cierre definitivo fue decretado el 20 de abril del año 2006, ya con Zapatero en el poder, y tan solo diez días después, el 30 de abril, fue desacoplada de la red eléctrica y se le retiró el combustible radiactivo.
Tras la descontaminación de las infraestructuras que albergaban los citados equipamientos y el desmontaje de la chimenea de ventilación de la central, de 60 metros de altura y 315 toneladas, la central nuclear José Cabrera afronta la demolición de los principales edificios que conforman la planta.
Un poco de historia
La ‘José Cabrera’ fue la primera central nuclear que se instaló en nuestro país y las obras para su construcción comenzaban oficialmente un 6 de julio de 1965, día en que el obispo de Sigüenza Guadalajara, Laureano Castán, llegó a bendecir los terrenos. Entonces, el encargado de activar la primera carga de dinamita de las excavaciones fue el ministro de Industria Gregorio López Bravo.
Crónica de José Luis Solano Provencio
El comienzo de las obras era la consecuencia de la presentación tres años antes ante el ministerio de Industria de un proyecto preliminar para construir una central nuclear de 60 MW, el cual sería autorizado al año siguiente no sin antes haber superado una serie de variaciones y condicionantes.
Finalmente, se construiría una central nuclear que produciría 160 MW, alrededor de la cuarta parte de la producción nacional, y se haría gracias a un convenio con Estados Unidos según el cual este país se encargaría de la financiación de la central, 1.700 millones de pesetas, a devolver en 25 años, a los que había que añadir otros 400 millones de la primera carga de combustible; así como que EEUU también se encargaría de la realización del reactor de agua a presión marca Westinghouse, que funcionaría en consonancia con un sistema de refrigeración mixto realizado a base de torres de refrigeración y del agua del tajo retenida en el embalse de Zorita.
Por su parte, España imponía como condición sine qua non que todo el uranio utilizado para el funcionamiento de la central fuera español, extraído de las minas de Andújar, desde donde sería enviado a América para su preparación como combustible y retornado a España como uranio enriquecido.
Tres años y medio de obras después, la central nuclear José Cabrera estaba lista para su inauguración, un 12 de diciembre de 1968.
Al evento no faltaron las máximas autoridades gubernativas y administrativas de la época, incluido el entonces Jefe del Estado, Francisco Franco, el embajador norteamericano Angier Biddle Duke, y el gran garante de la central, José Cabrera Felipe, presidente de Unión Eléctrica Madrileña.
Algunas cifras del desmantelamiento
La central nuclear José Cabrera fue diseñada para una vida útil de 35 años que se alargaron a 38 gracias a unas mejoras que se fueron realizando en las instalaciones.
Transcurrida la prórroga, el ministerio de Industria, Turismo y Comercio, mediante resolución del 20 de abril de 2006, declaraba el cese definitivo del funcionamiento de esta infraestructura, y cuatro años después, en febrero de 2010, comenzaban las labores de desmantelamiento de la planta, que serían realizadas por la compañía Enresa.
Desde que esta compañía asumiera la titularidad de la central nuclear José Cabrera, en febrero de 2010, y hasta el 30 de septiembre de 2018, las labores de desmantelamiento han generado 16.879 toneladas de materiales, de las cuales, 6.215 corresponden a material convencional, 5.801 a residuos radiactivos de muy baja actividad, 1.433 a residuos radiactivos de baja y media actividad y 3.430 a material desclasificado.
En el desmantelamiento de la central nuclear José Cabrera trabajan actualmente 25 empresas diferentes que emplean a una media de 175 trabajadores de los cuales el 66 % proviene de la provincia de Guadalajara.
Además, desde su comienzo, este desmantelamiento se ha convertido en un centro de interés para la comunidad técnica y científica del sector, tanto a nivel nacional como internacional, por lo que más de 5.200 personas de todo el mundo han visitado la central nuclear alcarreña desde que Enresa comenzara con unos trabajos que ahora están a punto de afrontar su fase final.
El futuro de la zona
Sin lugar a dudas, el cierre definitivo de la central nuclear José Cabrera fue una magnífica noticia para las organizaciones ecologistas que tanto tiempo llevaban requiriendo la medida y argumentando sus peticiones en base a que, tal y como manifestó Ecologistas en Acción, el reactor de Zorita “está aquejado de problemas de corrosión, al igual que lo estuvo la tapa de la vasija del reactor en 1994”, circunstancia que, según la organización, motivaba que las condiciones de seguridad de la central estuvieran por debajo de las estándares .
Pero para los oriundos de la zona, el cierre de Zorita es algo negativo porque va a terminar de apuntalar el progresivo proceso de despoblación que sufre la Alcarria, proceso que ya se ha dejado notar en la última década con la pérdida de más de un 20% de la población en los municipios del entorno de la central.
Además, la proximidad de infraestructuras como la central nuclear José Cabrera y la central nuclear de Trillo ha traído a los pueblos de la Alcarria una prosperidad que no solo se traduce en población y empleo sino en otro tipo de contraprestaciones y beneficios como fondos para el desarrollo y partidas similares que se suelen destinar a servicios a la ciudadanía.
El cierre de Zorita fue visto por los habitantes de la zona como una medida perjudicial para la economía y la fijación de población por lo que era imprescindible algún paliativo que revitalizara los pueblos.
El Pacto de Zorita y el fiasco de Esparkia, que ha costado 4 millones de euros y sigue paralizado
Este intento de regeneración de la economía alcarreña en la comarca de la central de Zorita, era un plan de inversión pública suscrito por la Junta de Castilla–La Mancha, la Diputación de Guadalajara, la Unión Europea y los ayuntamientos de los pueblos del entorno y que aportaría 20 millones de euros para la realización de infraestructuras turísticas que atrajeran riqueza a la zona.
A pesar de las premisas de partida del proyecto y de la cobertura que habría de dar, este finalmente se focalizó en la realización de Esparkia, un grandioso parque temático dedicado a las energías renovables situado en Albalate de Zorita y que costaría 10 millones de euros.
Diversos pabellones conectados por un tren monorraíl, un camping, un museo, un restaurante, accesos, parking… Todo eso iba a ser Esparkia, a la vez que un atractivo turístico y un motor generador de empleo.
Las obras comenzaron pero de todo aquello tan solo queda a día de hoy un pabellón de hormigón que nadie sabe para qué utilizar pero que ha costado más de 4 millones de euros, los cuales está pagando Albalate de Zorita a través del crédito que solicitó para la realización de la Esparkia.
El movimiento Alternativa Zorita
El fracaso del Pacto de Zorita y la inminente finalización de los trabajos de desmantelamiento de la central nuclear, que se encuentran a un 86% de su realización, hace que la preocupación se vaya extendiendo por la zona hasta el punto de organizar a los alcaldes de los pueblos en torno a una petición de apoyo a las administraciones para que la Alcarria resurja.
Es el movimiento Alternativa Zorita, un intento de que se realice un proyecto de apoyo comarcal para evitar que el desmantelamiento de la central nuclear acabe con las inversiones y la población en pueblos como Pastrana, Albalate de Zorita, Almoguera, Almonacid de Zorita, Escopete, Illana, Pozo de Almoguera, Sayatón, Valdeconcha, Yebra y Zorita de los Canes, Buendia y el Valle de Altomira.
Alternativa Zorita ha recordado que la desconexión de la central en 2006 acabó con medio millar de puestos de trabajo directos en ese momento y ha reiterado el peligro que el final de los trabajos de desmantelamiento de la planta conlleva para la comarca, por lo que ha por lo que reivindican iniciativas válidas encaminadas a crear empleo y fijar población.
Para avalar todo ello, el movimiento Alternativa Zorita ha solicitado a la Universidad de Alcalá de Henares un estudio que desvele con precisión el estado de la comarca para poder tomar la medidas oportunas generadoras de riqueza y entre las que, por cierto, llama la atención la sugerencia de algunos alcaldes de la zona que han declarado su disposición a que los terrenos vuelvan a albergar otra central nuclear.
Por su parte, las administraciones, especialmente la Junta y el Gobierno Central, no han elaborado programas de inversiones para paliar la situación que afectará a la zona de manera inminente.
Un apunte sobre la familia Cabrera: impulsores de la Física en el mundo
José Ignacio Cabrera Felipe (30/07/1887 – agosto 1973), en adelante José Cabrera, tuvo un papel decisivo en la realización de la central nuclear que lleva su nombre, no solo como presidente de la empresa eléctrica que en primera instancia promovió el desarrollo de la obra sino también como director de los trabajos.
Tales circunstancias confieren al ingeniero una enorme importancia en lo relativo al desarrollo tecnológico español del siglo XX, la cual está acorde con la que ya había tenido y tendría su familia.
Y es que José Cabrera era hermano de Blas Cabrera Felipe, el científico canario que es considerado uno de los padres de la física en nuestro país, uno de los científicos que introdujo la Teoría de la Relatividad en España y que compartió amistad y conocimientos con otros investigadores como Ramón y Cajal, Niels Bohr, Erwin Schrödinger, Albert Einstein o Marie Curie .
Hijo de Blas Cabrera, y por tanto sobrino de José Cabrera, era el insigne físico Nicolás Cabrera Sánchez, que desarrolló su carrera en Francia, Reino Unido y Estados Unidos y que en 1968 recibió la invitación para regresar a España y dirigir el departamento de Física de la recién creada Universidad Autónoma de Madrid.
El nieto de Blas Cabrera Felipe e hijo de Nicolás Cabrera Sánchez es Blas Cabrera Navarro, también físico relevante, que desarrolla su trabajo en Estados Unidos en donde trata de descubrir los misterios de la materia oscura.
Por su parte, Mercedes Cabrera Calvo-Sotelo, reconocida politóloga e historiadora que fue ministra de Educación y Ciencia entre 2004 y 2011 con Zapatero, es nieta de José Cabrera y sobrina de los políticos Leopoldo Calvo-Sotelo y Fernando Morán.