Desde que comenzó la temporada de setas hace poco menos de un mes, han sido numerosas las intervenciones de la Guardia Civil de Guadalajara contra grupos de recolectores furtivos que llegan a cargar sus vehículos hasta con cientos de kilos de níscalos. El récord en nuestra hemeroteca, los 1.800 kilos incautados en Torre del Burgo el año pasado.
En esos casos, los guardias civiles levantan acta de infracción contra los furtivos y proceden a la incautación de los hongos y de todos los enseres utilizados para la recolección.
Es a partir de este momento cuando los lectores de EL HERALDO DEL HENARES comienzan a hacerse sus preguntas en las redes sociales: ¿Qué se hace con los cientos de kilos de níscalos que cada día se incautan a estos furtivos?
La Ley 3/2008 de 12 de junio de Montes y Gestión Forestal Sostenible de Castilla La Mancha es clara: el titular del monte lo será también de los recursos forestales «tales como los maderables leñosos, incluida la biomasa forestal, los de corcho y pastos, así como la caza, frutos, hongos, plantas aromáticas y medicinales y los demás productos y servicios con valor de mercado característicos de los montes» (art. 38.1 y 2 de la Ley 3/2008 de CLM).
Por tanto, todos los recursos recolectados de forma ilegal sin permiso del titular del monte se han de devolver a su titular, sea público o privado. Este puede ser la Junta de Castilla La Mancha, los ayuntamientos, mancomunidades de vecinos o propietarios privados.
No obstante lo anterior, según la Orden de 15/11/2016, de la consejería de Agricultura, Medio Ambiente y Desarrollo Rural, por la que se regula la recolección de setas silvestres en los montes de la Comunidad Autónoma de Castilla-La Mancha, establece que con carácter general, la recogida de setas en los montes de Castilla-La Mancha será de carácter libre y episódico, siendo sus características el destino para el autoconsumo, el carácter recreativo de la actividad, sin ánimo de lucro, e inocuo ambientalmente».
Y añade esta disposición: «El límite máximo de este tipo de recolección por persona y día, es de 5 kg de setas, o un volumen aparente de 10 litros».
Es decir, cualquier persona puede entrar en un bosque público que no tenga otras limitaciones de paso, disfrutar del día con la familia y los amigos y recolectar, de forma sostenible, hasta un máximo de 5 kilos por persona y día de níscalos.
Sin embargo, cada vez con más frecuencia, estamos asistiendo a la identificación de grupos organizados de personas que esquilman los montes y llegan a cargar sus vehículos hasta con 400 kilos o más de níscalos.
Desde el Servicio de Protección de la Naturaleza, Seprona, de la Guardia Civil de Guadalajara han señalado a EL HERALDO DEL HENARES que el perfil más habitual de los furtivos es de grupos organizados de extranjeros provenientes de países de la Europa del Este, que arrasan el bosque con fines comerciales, ya que luego ponen a la venta los níscalos en el mercado negro a negocios y particulares que no les importan las condiciones sanitarias del producto. Finalmente, esos níscalos los acaban consumiendo terceras personas, con el riesgo sanitario que ello conlleva al no haber pasado ningún control.
Además, estos grupos, suelen ejercer la violencia contra los particulares que de forma pacífica y legal se encuentran pasando el día en el bosque y recolectando unas pocas setas para consumo familiar.
Aquí surge la pregunta: ¿Qué se hace luego con esos hongos que sí han podido ser decomisados a los furtivos?
Primero, hay que ofrecerle los níscalos al titular del monte
Según estas fuentes del Seprona, con estos níscalos se aplica la normativa legal que rige en Castilla La Mancha. Es decir, avisan al propietario del monte en el que se ha producido el decomiso y le ofrecen la devolución de «su» recurso forestal. Normalmente estos montes suelen ser propiedad de la Junta de Castilla La Mancha o de ayuntamientos de la provincia, «que por norma nos indican que se proceda a la destrucción del decomiso».
Esta destrucción, que se lleva a cabo en los vertederos de residuos orgánicos más próximos al lugar de la incautación, viene dada sobre todo por motivos sanitarios: «Desde que los níscalos se recogen hasta que los interceptamos», aseguran desde el Seprona, «hemos perdido la trazabilidad de los mismos, por lo que desconocemos si, además de níscalos, en las cajas pudiera haber otros elementos que podrían ser tóxicos».
Esta suposición no es baladí, ya que, según estas fuentes, se basa en hechos contrastados en anteriores ocasiones: «Se han dado casos de que los furtivos nos han indicado que han echado tóxicos en alguna de las cajas cuando detectaron nuestra presencia, a fin de que el producto no pudiera ser aprovechado por nadie más. En otra ocasión, el furtivo nos confesó que había orinado encima de las setas antes de que los pillásemos».
Finalmente, se les sanciona. La horquilla legal que marca la Ley 3/2008 de la Junta establece sanciones de entre 100€ y un millón de euros para quienes causen destrozos en los montes. La cuantía final dependerá del daño causado al entorno natural.
Destrozo del mantillo del bosque por el uso de rastrillos y azadones
A esa duda de contaminación humana se une el hecho también de que los furtivos recolectan los níscalos con azadones y rastrillos, algo prohibido porque arrasa con todo el mantillo del bosque. Y en ese mantillo, a la vez que hay níscalos, también puede que haya otro tipo de setas de estructura tóxica que haya estado en contacto durante la recolecta con los propios níscalos».
Hacer, por tanto, un análisis sanitario detallado de cada caja de setas incautadas sería muy caro y tedioso en el tiempo, por lo que la opción final es que los titulares de los cotos autorizan a los agentes la destrucción de los níscalos decomisados en los vertederos autorizados para ello.
Que es donde suelen terminar estos miles de kilos de hongos que cada año se recolectan de forma ilegal. Ni en asilos, ni en la mesa de los agentes como se lee en algunos comentarios, ni regalados a terceros. Se trata de una cuestión de salud pública, según el Seprona. Y con la salud pública no se juega.