Agentes del Seprona de la Guardia Civil de Guadalajara incautaron en la tarde de ayer miércoles 11 de noviembre un total de 130 kilos de níscalos que habían sido recolectados ilegalmente por seis personas en un pinar de Atienza.
Según han informado fuentes del Instituto Armado en Guadalajara, estas personas fueron además también sancionadas por incumplir las limitaciones de movilidad entre comunidades autónomas decretada por el Estado de Alarma contra la pandemia de coronavirus, ya que eran vecinos de Burgos y Soria.
Por otro lado, según estas mismas fuentes, también ayer jueves los agentes de la Guardia Civil de Cogolludo identificaron a cuatro personas que transportaban 375 kilos de níscalos en un total de 74 cajas.
Desde el Instituto Armado se ha señalado que desde la primera incautación de níscalos recolectados ilegalmente que tuvo lugar el pasado 23 de octubre, ya se ha incautado 3 toneladas, es decir, unos 3.000 kilos.
¿Qué se hace con los cientos de kilos de níscalos incautados?
Hay que recordar que las leyes autonómicas solo permiten la recogida por persona y día de 5 kilos de níscalos en los bosques de nuestra provincia, por lo que todo el exceso se considera infracción, que puede calificarse de leve a muy grave, con multas que van desde los 100 al millón de euros.
Los níscalos incautados se ponen a disposición del titular del monte en el que fueron recogidos, normalmente la Junta de Castilla La Mancha o los propios ayuntamientos, que suelen declinar la oferta y autorizan a los agentes a destruir el producto incautado.
Esta destrucción se lleva a cabo en los vertederos de residuos orgánicos más próximos al lugar de la incautación y tiene lugar porque se desconoce el estado real de las setas. Según informó el Seprona de Guadalajara a este diario, algunos furtivos han llegado a confesar a los agentes que echaron productos tóxicos en algunos níscalos para evitar que nadie más los pueda aprovechar.
Uno de ellos, incluso, manifestó que «se había orinado en las cajas de setas» previamente a ser parado por la Guardia Civil.
A esa duda de contaminación humana se une el hecho también de que los furtivos recolectan los níscalos con azadones y rastrillos, algo prohibido porque arrasa con todo el mantillo del bosque. Y en ese mantillo, a la vez que hay níscalos, también puede que haya otro tipo de setas de estructura tóxica que haya estado en contacto durante la recolecta con los propios níscalos».