El grafiti actual cuenta con su antepasado histórico, el cual respetó el medio que le rodea.
*Por Daniel Pérez Moreno
Desde tiempos inmemoriales, la humanidad ha dejado constancia de su existencia.
Diferentes son las cuestiones que le ha llevado a dejar su huella a las generaciones venideras; territoriales, religiosas, ideológicas e incluso del propio estado de ánimo del autor.
Sigüenza no es ajena a ellas, desde los grabados rupestres, de notable influencia de Los Casares, a los registros y fechas referentes al periodo bélico del pasado siglo; sin olvidar, por supuesto, las muestras de alegría de los estudiantes, plasmadas en los muros de la doncelina casa sita en la otrora ‘Plaza Vieja’ seguntina.
No son de menor importancia los vestigios del escudo municipal de finales del Siglo XVIII, que podemos encontrar en la sala mudéjar de la mencionada antes Casa del Doncel. Sobre el mismo, en caligrafía cúfica y presumiendo de cierta concordia anhelada hoy en día, podremos observar una de las inscripciones más importantes del patrimonio seguntino.
Finalizando nuestro recorrido, podremos admirar en las jambas y puertas de los apriscos y parideras, las cuentas económicas pastoriles, así como anotaciones de fechas, nombres o hitos familiares.
Echará en falta, nuestro lector, otros grandes ejemplos, que junto a los nombrados forman una cultura muy poco conocida, la que podemos denominar ‘Cultura Escrita’.
Todas las expresiones pictóricas, libres y sin censura, han respetado el medio que les rodea. Todas ellas han aportado en positivo a Sigüenza.
Daniel Pérez Moreno, Arqueólogo. Museos de Molina
Artículo incluido dentro del proyecto Letras Vivas Seguntinas con el que Sigüenza reivindica sus atractivos para convertirse en Patrimonio Mundial por parte de la UNESCO.
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