jueves , 21 noviembre 2024

Tolerancia advenediza y un cuento no apto para navidad

-Anoche soñé con Pablo Iglesias y Pedro Sánchez.

-Joder, vaya sueño.-

Ilustración de Ubaldo

-Sí, dividido en 3 partes y sin pies, y no obstante relevante al final, y con cabeza.

-¿Y?

-Pues verás, estaba yo sentado en un parque cuando ví a dos hombres paseando cogidos de la mano.

-¿Y eran ellos?

-Exacto.

-Osea, que en el sueño ¿eran gays?

-No sé, pues como te dije los sueños carecen de sentido y ni el mismísimo Freud puesto hasta las cejas de farlopa pudo desvelar y descifrar pertinencias para y con el significado de los mismos.

El banco de enfrente lo ocupaba una ancianita atareada con un corro no pequeño de palomas a quienes tiraba migajas de pan.

Pedro y Pablo saludaron:

«-¡Buenos días señora Tolerancia!».

«-¿Cómo se encuentra hoy?».

-¿Se llamaba Tolerancia la  vieja?

-Sí, el sueño se amoldaba a Las Metamorfosis.

-¿La de Kafka?

-No, las de Ovidio, por eso la diosa se había transformado en anciana.

Pablo preguntó de nuevo:

«-¡Señora Tolerancia! ¿Cuándo fue que usted nos abandonó?».

Y en un tono liso, pulido y fino sin dejar de lanzar trocitos de pan contestó:

«-¡Ay, hijos míos, el día que perdisteis la ilusión!».

-Y justo ahí fui a echar una meada, ya sabes; la próstata no perdona.

-Entonces ¿fuiste a mear y te volviste a dormir?

-Exacto, y en la segunda parte del sueño aparezco cual robot de Asimov siendo manipulado y no por la doctora Susan sino por Pedro y Pablo.

-Menudo sueño, mas no logro entender la totalidad.

-Pues amigo mío está bien claro.

-Aquellos que van de progres y tolerantes se han convertido en todo lo contrario, prodigando leyes y decretos y predicando con anhelo quimeras insoportables. Verás en cierto modo, la tolerancia se asemeja a la velocidad; sin control no sirve de nada. El pueblo vive obnubilado y sentenciado a representar un vodevil dirigido por tramoyistas pésimos que hacen de la función un mal rato y burlesque barato.

-Luego, según tú, ¿la oposición nos daría un mejor espectáculo?

-No exactamente, ya que el cambio debería producirse en el teatro y actores que son el pueblo y no en los que mueven hilos y cambian decorados. Seamos nuestros propios Lopes, Galdós y Calderones y hagamos la película de nuestra vida. Un film transparente, sincero y taquillero en pos de actuales y futuras generaciones.

-Suena bien pero¿no te parece utópica e ilusa tu aclaración?

-En absoluto.

El problema radica en el poder que suele estar grávido de advenedizos fascistas que elogian a la raza y la familia y sus valores, para luego en secreto vestirse de látex, chupar pollas, y ser penetrados mirando a Estambul. Advenedizos zelotes del siglo 21 que viven como reyes en propiedades de lujo. Advenedizos defensores del planeta que veranean en yates y tiran a los océanos la mierda por la borda. Y ahora te contaré un cuento, historia si lo prefieres.

Fotografía de Greenpeace

-¿No irá de muertes?

-Exacto amigo mío, como la vida misma.

-¡Joder, lo sabía! Bueno, venga, dispara.

-Verás, aquella noche húmeda y fría en la medianía del último mes del año, un forense de guardia se encontró en la sala de autopsias con tres fiambres. Dos en las cámaras frigoríficas y uno sobre la mesa preparado para la orquestación de sierras y cortadoras.

«Buff, que nochecita me espera…- pensó el pesquisidor anatómico».

El levantamiento de los cuerpos fue redactado y llevado a cabo por el forense que al juez y policía acompañó al lugar de los hechos, quien una vez finalizado se marchó pitando para coger un avión y disfrutar de la natividad junto a su mujer en las islas Mauricio, transfiriendo dicho acta y pasándole el muerto, en este caso tres, al pobre desgraciado de guardia.

Marcó la incisura en el primer cuerpo de un varón de 54 años con tres agujeros de entrada por la espalda a la altura del músculo romboides mayor, erector de la columna y dorsal, y con salida por la línea alba y los pectorales mayor y menor.

«¡Has quedao como un colador!, Je,je.- parloteó untándose la nariz con mezcla de alcanfor y eucalipto».

-¡Dios santo empezamos bien!

-Exacto amigo mío, y ya que lo dices retomemos la historia unas horas antes del peculiar suceso. Esa misma tarde, un padre y su hijo se afanaban en reformar a ratillos y a escondidas de la madre, un pisito adquirido a precio de ganga en una subasta:

-¡Aquí levantaremos la pared y servirá de separación para el comedor y el baño!- decía el padre. ¿Qué te parece hijo?

-Me parece bien papá- contestó desganado Carlos.

Carlitos como así lo llamaba su madre, estudiaba enfermería y con 20 años su avidez se desmarcaba en abandonar el hogar e independizarse.

-¡Solo quedará poner la barandilla nueva del balcón, no te asomes que está a punto de caerse! ¡Venga vámonos a cenar que yo aún tengo que ducharme y currar esta noche!- ordenó el progenitor.

El impulsivo y rudo Francisco de nombre, Paco para su mujer y amigos, había sido legionario.

Un oriundo patriota que cojeaba de una pierna a causa de la metralla de una granada defectuosa del ejército español tras unas maniobras en Chinchilla.

La paga de la discapacidad por servir a la patria y las discotecas en las que de portero hacía por las noches, sirvieron para comprar dicho apartamento y dejar de una vez por todas el alquiler en el cual vivían.

-¡No se te vaya a escapar hijo, no le digas nada a mamá!

-No papá- contestó resoplando Carlos.

Llegados a la casa arrendada, Rosa, ama de casa y paciente mujer de Paco y tierna madre de Carlitos, preparaba la mesa con sopa y pollo al horno.

-¡Vamos chicos que se enfría!

Una vez aseados, sorbían la sopa en silencio, salvo intervalos vociferantes de Paco hacia la televisión que esgrimía el telediario:

Hijos de perra comunistas! ¡Os fusilaba a todos!

-Ay Paco no hables de política en la cena- suplicó suavemente Rosa.

Turno para el pollo y la plática del padre con la caja tonta:

-¡Dos hombres no pueden casarse y menos adoptar hijos! ¡Maricones, también os fusilaba!

-¡Ay Paco, porfavor!- suplicó de nuevo Rosa.

Carlitos no decía nada.

El noticiario seguía su curso y el exlegionario también:

Hijos de perra okupas, también al paredón!– chillaba golpeando la mesa.

-¡Joder vaya personaje!

-Ya te digo, y hablando de mesas volvamos a la de disección.

El forense acabó con el primero y se apresuró a sacar el segundo.

-Veamos qué tenemos aquí- canturreó postrando el cadáver.

Otro varón de 20 años que mostraba una gran desfiguración en el rostro, debido al disparo de dos cartuchos simultáneos que le arrancaron de cuajo el mentón dejándole un aspecto calavérico.

Había en su pulgar derecho rastros de pólvora, así como en el índice derecho del primer cuerpo.

-¡Virgen santa! Luego el que parecía un colador ¿también había disparado?-

-Exacto amigo mío y volvamos a la casa:

Acabada la cena, Paco se marchó a desempeñar el trabajo de gorila en una disco.

Rosa fregaba los platos y Carlitos sacudiendo el mantel se acercó a ella y le confesó:

Mamá, soy gay.

Imagen de la CAM

Rosa contestó muy tranquila que ya lo sabía.

-¿Ya lo sabías?¿Desde cuándo?

-Hijo mío, nosotras las madres nos damos cuenta de esas cosas. No te preocupes, yo estoy contigo y soy feliz si tu lo eres.

-Gracias mamá, te quiero- respondió Carlitos, besándola en la mejilla. -¡Me voy, he quedado con él, te lo presentaré cuando nos vayamos a vivir juntos! ¡Adiós mamá te quiero!-

-Adiós hijo, y no le digas aún nada a tu padre.-

-Descuida- se despidió Carlitos cerrando la puerta.

El joven, sabiendo que su padre jamás iba al pisito por las noches fue a recoger a Mario, su amigo fiel, compañero y amante.

Hacía medio año que los tortolitos daban vida a la bestia de un solo cuerpo, amándose entre las paredes de la ganga obtenida por el patriota que desconocía la existencia de una copia de las llaves en manos de Carlitos.

Fue una noche con altercados para Paco, enzarzándose en varias peleas y saliendo tocado y casi hundido en una de ellas.

Finalizada la velada en la disco se montó en su coche.

Abrió la guantera para pegarle unos tragos a una botella de Four Roses.

-¡Me cago en la puta!

Recordó que la había llevado al tercero sin ascensor y en reformas unos días antes.

-Joder, necesito un trago antes de ir a dormir- murmuró mientras giraba la llave de contacto y conducía hasta el pisito.

Carlos y Mario retozaban a la luz de una lamparita que descubría un pequeño destello en el umbral balconero.

Paco pudo ver la luz que se arrastraba al exterior.

-¡Me cago en la puta, seguro que son okupas! ¡Ya me han entrao!- despotricaba golpeando el volante del coche.

Abrió el maletero y sacó una escopeta recortada del interior de la caja para triángulos reflectantes.

La cargó y se metió en el bolsillo unos cuantos cartuchos más.

-¡Se van a enterar esos cabrones!-

Sigilosamente, metió la llave en la cerradura del portal y subió las escaleras, y, abriendo con más cuidado la puerta del piso, entró encabronado, y perplejo quedó cuando vio a dos chicos tumbados sobre un colchón practicando una mutua felación.

Quiso sacar más cartuchos del bolsillo de su chaqueta pero con los nervios se le cayeron.

El ruido de los proyectiles al caer en el suelo desenganchó a los ensamblados por la boca.

Inmediatamente, Carlos y Mario se levantaron tapándose con las manos sus decencias.

-¡Papá!- dijo Carlos irresoluto.

-¿Tú, tú?- dijo Paco con semblante incrédulo y no permisivo mientras la recortada temblaba entre sus manos.

-¡Dios santo! ¿Y qué pasó?-

Se oyó un estruendo.

Mario cayó fulminado con un boquete del tamaño de un balón en la barriga.

Carlos arrodillado gritaba «¡No, no! ¿por qué?», sujetando por la nuca a Mario ya muerto. Paco deja la escopeta en el suelo y camina de espaldas hacia el balcón observando a Romeo y Julieta.

Carlitos que llora y exclama ¡¿por qué, por qué?!, se levanta encaligulado y arremete contra su padre en el pecho, cayendo Paco por el balcón cercado por una endeble barandilla.

El pobre desgraciado fué a caer sobre las rejas de la entrada a la finca, cual brocheta a la brasa.

Desde lo alto Carlitos miraba a su padre respirando agitadamente.

Acto seguido vuelve adentro, besa a Mario en los labios y coge la escopeta cargándola con dos cartuchos que se le cayeron a su padre.

Enfoca el cañón apretándolo contra su barbilla en un ángulo casi recto y dispara.

-¡Virgen santa, es espantoso!

-Ya te digo…

Volvamos a la sala de autopsias, donde nuestro manipulador de fiambres se disponía a escudriñar el tercer cuerpo.

Abrió la cámara, deslizó la bandeja y situó el cadáver sobre la mesa.

-¡Bueno, vamos a por el último, a ver a ver…! -canturreó destapando el cuerpo . Y empezó a gritar.

-¡Dios santo! ¿Por qué?

-Porque era su hijo Mario-.

-¡Virgen santa es horrible!

-Exacto, amigo mío, como la vida misma.

-Joder, me la has vuelto a clavar. Bueno, venga ¿cómo acaba tu sueño?-

-Ah, sí, Pedro y Pablo siguen paseando, cuando de entre los setos y árboles del parque sale el ruido y humillo de fusiles, a lo Kennedy, ya me entiendes. Y otra vez la próstata .

-Joder macho, me voy, adiós .

-Espera, fumaremos un cigarrillo y te cuento otra historia.-

-No, gracias, adiós.

-Bueno pues fumo yo solo.

Óscar Lorca Márquez, Guadalajara

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