Hijo y nieto de arrieros buscavidas,
mondejano de pura cepa he sido.
Y al buscar en mi vida su sentido,
sólo hallo en tu muerte mi salida.
Por fin llego a la puerta de tu ermita,
cansado de rodar por el camino.
Perdona mi pecado y desatino,
que la flor de mi vida se marchita.
Aquí estoy, Santo Cristo del Calvario,
roto por el dolor que me suscita
el ver tu cuerpo envuelto en un sudario.
Yo busco la verdad en esta cripta:
“Cual me ves te verás” reza el osario,
pero Tú cada Pascua resucitas.
Julián Sánchez García, Mondéjar (Guadalajara)
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