Hace unos meses, durante una reunión del Grupo Municipal Socialista en el Ayuntamiento de Guadalajara, Alberto Rojo anunció que había que hacer algo grande estas Navidades, por lo que había que retomar el proyecto de Navilandia que no se pudo poner en marcha el año pasado por la pandemia. En ese momento, Sara Simón levanto la mano, y la voz, para decir «Ya me encargo yo».
Se hizo un silencio sepulcral en la sala. El resto de ediles bajaron la cabeza, cerraron los ojos y comenzaron a murmurar una letanía apenas audible entre dientes, intentando pasar desapercibidos.
-¿Estás segura, Sara? Ya tienes mucho trabajo a tus espaldas. Déjame que se lo encargue a… -no pudo terminar el alcalde.
-Que no, Alberto, que no. Ya me encargo yo.
-Pero Sara…
-No te preocupes, Alberto, que habrá una buena Navilandia, de eso me encargo yo. No te preocupes, Alberto, de verdad, no te preocupes, no sufras, ya me encargo yo…
PD: Esto no es un cuento de Navidad. O quizá sí…