Una vuelta más de tuerca en la imposición del sectarismo ideológico y carente de respaldo histórico del socialista Alberto Rojo y su equipo de Gobierno de PSOE-Ciudadanos: por sorpresa y mediante Decreto de Alcaldía de hoy jueves 30 de diciembre, el alcalde ha acordado de forma unilateral y sin estudio histórico previo el cambio de denominación del tramo de una calle de la ciudad: Capitán Arenas, entre la plaza de toros y la calle Sigüenza.
Ya lo hizo hace meses con los Hermanos Ros Emperador, dos jóvenes zaragozanos, vecinos de Guadalajara, que fueron asesinados en una checa madrileña por el Frente Popular, a pesar de no haber tenido intervención con el ejército de Franco en la Guerra Civil y ni, mucho menos, por haber sido asesinados previamente, haber colaborado con el régimen franquista, y que también sufrieron la doble humillación de ver que se les quitaba el nombre de la calle y se les acusaba de ‘indignos y golpistas’. Es más, Rojo aseguró que hasta ese momento, agosto de 2021, la ciudad «había vivido en la indecencia».
Y ahora Rojo lo vuelve a hacer con otra persona ajena a la Guerra Civil y al Franquismo, según el Decreto al que ha tenido acceso EL HERALDO DEL HENARES, «con el objeto de dignificar el callejero actual y dedicar calles de nuestra Ciudad a personas y/o colectivos que juegan un papel relevante en la misma y que han trabajado por y para ella».
Y lo hace, según los argumentos del propio Decreto, para dedicarle ese tramo de la calle afectada a los Aparejadores «haciendo (sic) así un digno reconocimiento a este colectivo que tanto se ha implicado con nuestra Ciudad en actividades culturales, sociales y/o profesionales».
El capitán Arenas, de nombre Félix Luis Arenas Gaspar (Puerto Rico, 1892 – Monte Arruit, 1921), según informa la web de la editorial alcarreña Aache en su sección de nombres ilustres de Guadalajara, ‘había sido fulgurante. Había nacido en Puerto Rico, en 1892, hijo del Capitán de Artillería del mismo nombre, que a la sazón se encontraba destinado en aquella isla americana. Pero muy poco después la familia regresó a España, y el joven Félix llegó a Molina de Aragón, de donde era toda su familia, y vivió allí su infancia y primera juventud, además de cursar los estudios en el Centro que los Padres Escolapios tenían montado en un moderno edificio, con vistas a los Adarve’.
Sigue la página de Aache asegurando que ‘aún muy joven, a los catorce años, en 1906 ingresó en la Academia de Ingenieros, a la sazón en Guadalajara, y a los diez y ocho de su edad ya había sido promovido a teniente, alcanzando el grado de capitán poco después, a sus veintiun años, pasando luego a la Escuela Superior de Guerra, en la que se diplomó, a los veintiséis. Su servicio como Teniente lo hizo en el Servicio de Aerostación y en llos Talleres del Material de Ingenieros de Guadalajara, hasta octubre de 1913 en que fue enviado con las tropas que batallaban en el Norte de Africa, agregado a la compañía de Aerostación en Tetuán, a continuar librando aquella desafortunada guerra colonial en la que España puso lo mejor de sus hombres, pero sin la fe necesaria para mantener sus posiciones en un continente en el que, ideológicamente, ya nada ni nadie nos pedía continuar. El año 1921 fue en esa guerra de Marruecos el más desafortunado y triste.Tras el desastre de Annual, las tropas indígenas marroquíes habían crecido en moral y empuje, llegando ya, en el verano de ese año, hasta las mismas costas mediterráneas. El ataque arrollador de los moros, que diezmaban sin piedad al Ejército Español, sonó como un clarín de alarma en Melilla, donde se encontraba Félix Arenas, capitán a la sazón de una Compañía de Telégrafos.
Con sus hombres tomó en ascenso el río Zeluán, llegando hasta la cabecera de la llanura de B-Sidel, en Batel, donde se dió cuenta que el enemigo ya les cerraba el paso. Allí tuvo que tomar el mando de todo el ejército que se batía en retirada, por ser el Capitán más antiguo, y en un momento de verdadero peligro, cedió su caballo a un sargento herido, para que pudiese ser evacuado. Siempre en la retaguardia del ejército hispano, Arenas fue sosteniendo el empuje moro, retirándose a Tistutín, y luego a Monte Arruit. En la defensa del primero de estos enclaves, ya tuvo Arenas ocasión de mostrar su valor y genio militar. Por las noches extendía con su gente gran cantidad de paja, que rociada prendía luego, dificultando así el avance enemigo. dirigió con serenidad las operaciones de retirada hacia el valle, y siempre en el puesto de mayor peligro, muy próximo ya al refugio de Monte Arruit, cayó muerto de un balazo en la cabeza.
La figura del Capitán Arenas, queridísima para cuantos habían sido compañeros de campaña, se agigantó tras su heroica muerte. Previos los trámites correspondientes, en 1924 le fue concedida a título póstumo la Cruz laureada de San Fernando. Y en 1928 se inauguró en Molina de Aragón, en un solemnísimo acto al que acudió el Rey Alfonso XIII y parte de su Gobierno, un monumento a este preclaro hijo del Señorío, que aún hoy puede admirarse en el atrio de entrada al Instituto. Vemos junto a estas líneas el busto realizado en bronce por el extraordinario escultor Coullaut Valera, de quien aparece firma en la parte baja de la talla, y consta de un pedestal que sostiene un monolito de piedra, rematado en un castillete símbolo del Arma de Ingenieros, y sobre una repisa en su parte anterior, se muestra el busto en bronce del militar que, con su gran juventud -tenía 29 años al morir- supo escribir página tan gloriosa para la historia de España y poner así su nombre en el abultado número de las figuras que por uno u otro motivo han merecido asomarse a estas páginas. En el mismo monumento molinés aparece esta leyenda «El Cuerpo de Ingenieros y la Ciudad de Molina al laureado Capitán D. Félix Arenas. Muerto en Tistoren – Africa, 29 de Julio de 1921. Inaugurado por S.M. el Rey D. Alfonso XIII el 5 de julio de 1928». En ese momento, la ciudad de Molina le dedicó una calle, y en 1956, lo hizo también la ciudad de Guadalajara, quedando su memoria eternizada en la céntrica rúa que va de San Ginés a la Plaza de Toros‘.
Esta figura de la historia de España ya no figurará en parte del callejero de Guadalajara por Decreto del alcalde Alberto Rojo, lo que supondrá además numerosas molestias para vecinos y comerciantes de la calle, que deberán cambiar toda la cartelería, direcciones de correos y envíos de paqueterías, además de tarjetas de visita, carnés de identidad, conducir, Seguridad Social, etc.
En concreto, se cambian de denominación las fincas 8, 21 y 23 de Capitán Arenas, que pasarán a ser, respectivamente, de los Aparejadores 2, 1 y 3.
No obstante, el Decreto no dice nada del nombre del resto de la calle, máxime cuando entre los argumentos esgrimidos por Rojo para cambiar el nombre en esos números, se hace constar que es «con el objeto de dignificar el callejero actual».
Me parece una injusticia retirar el nombre del capitán Arenas. El merece permanecer como hasta ahora.
Tienes toda la razón, María. Estamos en manos de iletrados, de ignorantes, de infradotados morales, de catetos, de vividores de la política, de infraescolarizados, de acomplejados, de resentidos, de gente que no solo no sabe nada, sino lo que es peor, que no quiere saber, y que son esta caterva, «progresistas » se definen ellos, que desconocen la historia y el progreso. Eso si no olvidemos a quien se lo debemos y que son a esos «pseudoliberales» que gobiernan con unos y con otros sin pudor alguno y que van a desaparecer en meses. Esperemos que este periodo de tiempo sea un mal recuerdo para Guadalajara y que estos «personajillos» vuelvan a donde les corresponde, o sea, a la nada personal y profesional.
Totalmente de acuerdo ignorante y miserable y que debe su puesto a Ciudadanos
Y el PSOE de Molina de Aragón que opinará de esta humillación a uno de sus paisanos ilustres??????? Ahhh supongo que les dará igual y a tragar. Muy lamentable que a Rojo no le afee nadie de Molina esta actuación. Por supuesto así le va a la zona.
Cuando aparezcan los Bellidos, Pages o Núñez por esas tierras dejadas de la mano de Dios que no les extrañe que les tiren piedras, eso si los de la Otra Guadalajara no sabrán el porqué.