domingo , 24 noviembre 2024

¡Centinela, alerta! – 1937 – Jean Grémillon, Luis Buñuel – Musicales emblemáticos de la historia del cine (?) – El papel de Buñuel en Filmófono

¡Centinela, alerta! es un melodrama musical basado en una obra de Carlos Arniches.

Es una peli folclórica muy de moda en los años treinta en España.

Su estreno estaba programado para septiembre de 1936, pero la guerra cambió estas fechas. Rodada antes del la sublevación militar.

La trama es totalmente folletinesca y rancia.

Los números musicales están pensados para el lucimiento de Angelillo y cuenta con un personaje cómico tópico, Tiburcio Canales (Luis Heredia) y una belleza de la época, Candelas (Ana Mª Custodio).

El malvado es un señorito embaucador, miserable y seductor, Arturo (José Mª Linares Rivas), lo que le da un cierto cariz social.

Su título y la fecha de su estreno puede inducir a pensar que es una película de propaganda bélica. Pero nada más lejos de la realidad.

Se podría haber titulado “La engañada” o “El mal señorito” o “Angelillo y la madre soltera“, de forma más adecuada.

Para mí el interés de esta película está en que consta Luis Buñuel como director, junto con Jean Grémillon.

Hay un dato muy significativo. La presencia de gallinas que tanto gustaban al director surrealista.

Al repasar la filmografía del director de Calanda, esta peli no figura en la mayor parte de las listas.

Leyendo e indagando mucho, descubro datos que ni siquiera el propio Buñuel relata en su autobiografía “Mi último suspiro“.

En septiembre de 1934, Ricardo Urgoiti decide montar una productora de cine en España.

Se trataba de un empresario ya metido en varios negocios, que quiere obtener beneficios con películas folclóricas, que en aquella época tenían mucho éxito de público.

Buñuel había pasado unos meses en Hollywood aprendiendo el sistema de producción americano.

Urgoiti le encarga a Buñuel el diseño de la producción de su nueva empresa Filmófono y se hace responsable de la producción ejecutiva.

La producción de películas en España era caótica. Los guiones se cambiaban continuamente a gusto de las “estrellas”.

La impuntualidad era la norma. Los rodajes se alargaban sin sentido y las películas se pasaban siempre del presupuesto.

Buñuel contrata un equipo de técnicos y decoradores fijos. Diseña los rodajes al milímetro, con guiones no modificables.

Todos los empleados, incluido los actores tienen un horario fijo de 8 horas, con una pausa para comer.

Las escenas se ensayan hasta que salen perfectas y después se rueda una sola toma. El celuloide es caro y escaso y no hay que desaprovecharlo.

Los decorados se hacen pensando en el ángulo de cámara, de tal manera que se decora solo lo que se verá en pantalla.

Los actores cumplen el horario a rajatabla.

Cada día se va montando lo filmado.

Es el modelo de los grandes estudios americanos como la M.G.M., que Buñuel ha aprendido bien y copia.

El resultado es magnífico. Las pelis se ruedan en tiempo y con el presupuesto, o incluso menos,  del marcado.

Del 34 al 36 Filmófono estrena cuatro películas de éxito.

La primera producción será Don Quintín, el amargao (1935),  con un coste de 331.021 pesetas de las que Buñuel aportó 75.000. El rodaje se inició el 20 de mayo y terminaría ocho semanas después.

Para el puesto de director se contrató a Luis Marquina, hasta entonces técnico de sonido de los estudios CEA y sin experiencia en la dirección.

¿Hasta qué punto se implicó Buñuel en esta película?

Para empezar era el coautor del guion, junto con Ugarte, aunque basado en una obra de Arniches. También era el coproductor junto con Urgoiti, financiaba con su dinero parte de la película y era el productor ejecutivo.

Luis Marquina, no tenía ninguna experiencia como tal, luego Buñuel tuvo que estar muy encima de él.

Marquina lo explicaría más tarde. Al ir a iniciar su siguiente realización, El bailarín y el trabajador (1936), declaró a Cinegramas:

«Es la primera película que dirijo bajo mi absoluta responsabilidad. En Don Quintín, el amargao tuve asistencias y ase­soramientos inestimables»

La madre de Buñuel se muestra en varias cartas muy contenta con el éxito de la película y le reprocha que no figure en los créditos como director, aunque sí consta como guionista.

Buñuel asistía a todos los rodajes y dirigía de forma “feroz” toda la producción.

Cuando aparecía en el plató todo el mundo se levantaba y quedaba en silencio. Era general llamarle Señor Obispo“.

Buñuel detestaba el cine folclórico, aunque se declaraba admirador de Carlos Arniches.

La segunda producción fue La hija de Juan Simón, que inició su rodaje antes del estreno de la anterior. Tenía un presupuesto de 379.473, 88 pesetas de las que 65.000 eran aportadas por Nemesio Sobrevila, que además era coautor del guión, de los decorados y el encargado de dirigirla, bajo la supervisión de Luis Buñuel.

A las dos semanas de iniciado el rodaje y por retraso en el calendario previsto y en el presupuesto,  Sobrevila, que ejercía de director, sería despedido (a pesar de ser uno de los financieros de la película).

Buñuel lo consideraba muy blando dirigiendo. Será sustituido por el inexperto José Luis Sáenz de Heredia, que no quería cobrar y le pagaron 1.500 pesetas.

La película, bajo la supervisión de Luis Buñuel terminará el rodaje el 13 de noviembre, y en apenas cuatro semanas, recuperó el tiempo perdido.

Las dos películas estrenadas estaban obteniendo un gran éxito de público y un notable apoyo de la crítica, sobre todo la primera.

Es entonces cuando aparece en la revista “Cinema Sparta” un artículo firmado por Florentino Hernández Girbal bajo el título “De fuera vendrán…“, en el que atribuiría de manera inequívoca la dirección de Don Quintín, el amargao y de La hija de Juan Simón a Luis Buñuel, haciéndose eco de los comentarios que corrían entre el mundillo profesional.

El rumor estaba lanzado y resultó imparable a partir de ese momento, por muchas explicaciones que quisieran darse.

Luis Buñuel, ejerciendo su derecho de réplica en las páginas de “Cinema Sparta“, publicó una carta, en la que entre otras cosas decía:

“Si yo intervi­ne en la realización fue como director de producción de la casa editora, cargo meramente técnico-administrativo de organizador del tra­bajo en función de la economía.

No ha entra­do en mi labor ninguna consideración objetiva de índole moral o artística.

Por lo tanto, no puedo ser padre encubierto ni putativo de esas dos producciones.”

¿Quién me quiere a mí?, la tercera película de la productora, con guión de Buñuel y Ugarte, comenzaría su rodaje el 27 de enero de 1936, con un coste de 300.806,46 pesetas (de las que Buñuel aportó 10.000), no resultó un éxito como las anteriores.

Buñuel confió su dirección a Sáenz de Heredia, tras el buen entendimiento en la película anterior, que cobró 3.000 pesetas.

¡Centinela, alerta! será la cuarta y última aportación de Filmófono a la cinematografía española, como consecuencia del estallido de la Guerra Civil.

Como director se contrató a Jean Grémillon, un hombre con experiencia y su coste fue de 400.866,47 pesetas (de las que Buñuel aportó 10.000).

Estaba basada en un guión original de Carlos Arniches, con la colaboración de Eduardo Ugarte.

El rodaje comenzó el 20 de abril de 1936 y tenía su estreno fijado para septiem­bre de 1936, pero el estallido de la Guerra Civil el 18 de julio acabaría con el esperanzador futuro de Filmófono.

La película sería un gran éxito internacional.

Respecto a esta producción Buñuel afirma:

«Propuse a Jean Grémillon que viniera a rodar en Madrid una comedia militar titulada ¡Centinela alerta!… Aceptó con la condición de no firmar, a lo que yo me avine inmediatamente… Por cierto que algunas escenas las rodé yo en su lugar o se las hice rodar a Ugarte los días en que Gremillón no tenía ganas de levantarse. (Mi último suspiro.  Pág.: 142)«

Buñuel colaboró, como siempre, en el guión y desempeñó su cargo de jefe de producción, pero nada hizo en la dirección propiamente dicha, excepto en las escenas rodadas los últimos días.

En un momento determinado oímos su voz, como la de Ugarte, doblando a dos baturros: entre unos matorrales observan a una mujer desnuda saliendo del río y hacen comentarios obscenos.

Hacia el final del film, el director, Jean Grémillon, cayó enfermo y Buñuel se encargó personalmente de dirigirla.

Buñuel, que siempre rechazó su participación en las películas:

«Yo sólo era el productor ejecutivo: supervisaba el guión, el trabajo en el estudio, el registro sonoro… Mi función era vigilar que la producción se atuviese al presupuesto… Me remordía la conciencia. Aunque yo no escribía ni dirigía esas películas comerciales y sólo intervenía como colaborador técnico, estaba contribuyendo con ellas, lo que a mí me repugnaba… Eran películas un poco arnichescas,… Me ha gustado siempre Arniches en cierto aspecto, aun sin estar de acuerdo con el tipo de sociedad que presentaba en sus sainetes…».

Por otro lado, frente a las declaraciones de Buñuel, “las entrevistas mantenidas por Rotellar, Mortimore y Aranda con personajes que siguieron de cerca el rodaje de los filmes como actores, cámaras, guionistas o productores coinciden sin lugar a dudas en la autoría de Buñuel, e incluso el propio director en sus memorias reconoce sin ambages que rodó por lo menos algunas escenas y que era el responsable último de lo que sucedía en el plató” (Agustín Sánchez Vidal: Luis Buñuel. Obra cinematográfica, Ediciones J. C., 1984, pág. 93).

En 1939 escribió su autobiografía para el America Film Center con la intención de buscar un puesto de trabajo.

En ella escribió:

“Fui el productor anónimo de varias películas hechas para Filmófono… aún no existía en España el trabajo especializado de los estudios de Hollywood, y tuve que formar a directores, escritores, etc…”

Muy posiblemente Buñuel fue el codirector de las dos primeras películas: Don Quintín el amargao y La hija de Juan Simón.

Si a eso le añadimos todos los demás controles que ejerció Buñuel, anteriores y posteriores al rodaje, estas películas son más de Buñuel que de nadie.

En las otras dos, los directores tuvieron más libertad durante el rodaje.

Sáenz de Heredia porque se había ganado la confianza y Gremillón, porque era un director con experiencia.

Pero al no tener el control sobre lo que hay que rodar cada día, ni sobre la selección de tomas y el montaje, pierden el dominio sobre el resultado final, lo que hace que la autoría se diluya entre varios.

Mi puntuación: 5,03/10.

(Pero por el interés y debate que despierta esta película sobre su autoría, mi puntuación sería 8,00/10).

Ficha:

Duración: 80 min.
País: España
Dirección: Jean Grémillon, Luis Buñuel
Guion: Luis Buñuel, Eduardo Ugarte. Obra: Carlos Arniches
Música: Daniel Montorio, Fernando Remacha
Fotografía: José María Beltrán (B&W)
Reparto: Ángel Sampedro ‘Angelillo’, Ana María Custodio, José Luis Sáenz de Heredia, José María Linares-Rivas, Pablo Álvarez Rubio, Raúl Cancio, Mapy Cortés, Pablo Hidalgo, Mario Pacheco, Mari-Tere Pacheco, Emilio Portes
Productora Filmófono S.A
Género Musical

Muchos besos y muchas gracias.

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Crítico de Cine de El Heraldo del Henares​​

Colaborador de Esradio GuadalajaraAlcarria TV y Guadalajara Media

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Acerca de Ramón Bernadó

Cinéfago compulsivo desde la infancia. Cuando veo una peli no puedo resistir la tentación de escribir una crítica…

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Un comentario

  1. A Ramón Bernadó. Siempre aparece el nombre de José Luis Sáenz de Heredia entre el elenco de ‘¡Centinela, alerta!’, pero la vi anoche y no me pareció verle en ningún momento, con o sin bigote. Fenomenal artículo, muy completo e ilustrativo. Gracias y un saludo

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