viernes , 22 noviembre 2024

Carta semanal del obispo de la Diócesis de Sigüenza-Guadalajara: ‘Contemplemos el Misterio Pascual’

En el mensaje publicado con ocasión de la Cuaresma, el papa Francisco nos invitaba a poner los ojos del corazón en el misterio pascual de Jesucristo para descubrir la infinita misericordia de Dios hacia nosotros y hacia todos los hombres. En el diálogo de amor con quien nos ha amado y nos sigue amando primero, podremos experimentar la paz y la esperanza pues estamos siempre en buenas manos, en las manos de Dios.

La alegría cristiana tiene su fundamento en el misterio de la muerte y resurrección de Jesús. Las personas que aceptan este misterio de amor en sus vidas renuncian a sentirse dueños de la existencia personal y de la de sus semejantes. Quienes contemplan en silencio la entrega de Jesucristo hasta la muerte de cruz, así como su victoria sobre el poder del pecado y de la muerte en virtud de la resurrección, pueden descubrir y experimentar que tanto la propia existencia como la de sus semejantes nacen del infinito amor de Dios y de su voluntad de dar vida en abundancia a todos los hombres.

Haciendo nuestra la recomendación de Jesús, los cristianos hemos de orar en todos los momentos de la existencia, pero de un modo especial hemos de orar durante el tiempo pascual, tiempo de gracia y de salvación, para responder con amor al infinito amor de Dios que nos precede, acompaña y sostiene en todos los instantes de la vida.

Cuanto más tiempo dediquemos a escuchar y meditar la Palabra de Dios, experimentaremos con mayor profundidad la misericordia infinita y gratuita del Padre celestial. De este modo, aunque nuestros pecados y los pecados del mundo sean muchos y graves, la escucha oracional de la palabra divina nos permitirá descubrir el deseo de Dios de ofrecernos su perdón mediante el sacramento de la reconciliación.

Además, cuando ponemos el misterio pascual en el centro de nuestra reflexión y de nuestra oración, experimentamos también la invitación a actuar con sentimientos de compasión y misericordia ante tantas personas en las que podemos contemplar las llagas de Cristo. Estas heridas del corazón de Cristo podemos descubrirlas hoy en las víctimas inocentes de las guerras, en los desterrados, en los que sufren los efectos de la pandemia del covid, en sus familiares y en los ancianos.

Atilano Rodríguez

En medio de tanto dolor y sufrimiento, meditemos la palabra de Dios y escuchemos su invitación a dejarnos reconciliar con él. Pongamos la mirada del corazón en el misterio pascual, en la victoria de Cristo sobre el poder del pecado y de la muerte, y practiquemos un diálogo sincero y amoroso con él. Así aprenderemos a practicar la justicia y a ser sal de la tierra y luz del mundo.

Con mi sincero afecto y bendición, feliz Pascua de la Resurrección del Señor.

Atilano Rodríguez, obispo de Sigüenza-Guadalajara

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