viernes , 22 noviembre 2024

Carta semanal del obispo de la Diócesis de Sigüenza-Guadalajara: ‘Fe y Ciencia’

En nuestros días algunas personas rechazan la fe cristiana porque consideran que esta ofrece convicciones firmes y seguras. Como consecuencia del relativismo, que afecta a bastantes ámbitos sociales y también a la Iglesia, hay personas que no admiten la existencia de verdades absolutas y permanentes, pues consideran que la verdad puede cambiar de acuerdo con las necesidades, los deseos y los gustos de cada uno.

Detrás de este rechazo de la fe, frecuentemente existe un desconocimiento de la misma. La fe, además de ser fuente de conocimientos, ante todo consiste en la adhesión personal a Jesucristo, el enviado del Padre, y en la confianza inquebrantable y amorosa en el Dios, providente y creador, que cuida de cada uno de nosotros y de la creación.

Para confirmarnos en esta verdad, el papa Benedicto XVI nos recordaba que “no se comienza a ser cristiano por una decisión ética o por una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva” (DCE 1). Puesto que Dios nos ha amado y nos ama primero, la fe es siempre la respuesta al don y al ofrecimiento de su amor misericordioso, con el que viene constantemente a nuestro encuentro.

Si partimos de esta convicción, no resulta difícil percibir que la fe no entra en rivalidad con la ciencia ni es enemiga de ella. Por esta misma razón, la ciencia tampoco debería rivalizar con la fe. Cada una de ellas cumple distintos papeles o funciones en la vida del ser humano. Mientras la ciencia nos ayuda a la comprobación de la realidad material, la fe nos permite establecer relaciones amorosas con Dios para conocerle, adorarle y permanecer constantemente en su amor.

De hecho, en cada ser humano la fe y la ciencia se encuentran, entran en relación y se influyen mutuamente. Una y otra, no obstante, conservan sus diferencias y su función específica. Fe y ciencia se ayudan la una a la otra y se potencian entre sí, pues la fe, ante todo, no es un sistema de conocimientos, sino una confianza.

“La fe cristiana, decía el papa Benedicto, es encontrar un tú que me sostiene, y que a pesar de la imperfección y aún de la imposibilidad última del encuentro humano, me promete un amor indestructible que no sólo anhela la eternidad, sino que la concede”.

Atilano Rodríguez

Todos los contenidos que giran en torno a la fe —la misma confesión primera del creyente: “yo creo en ti”— expresan y ponen en evidencia la confianza ilimitada del cristiano en el Dios bueno y sabio, que se revela en Jesús de Nazaret para ofrecerle la salvación eterna de todas sus limitaciones, miserias y pecados.

Con mi cordial saludo y bendición, feliz día del Señor

Atilano Rodríguez, obispo de Sigüenza-Guadalajara

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