Debido a la gran cantidad de proyectos de electrificación y energía verde, las empresas tienen problemas encontrando trabajadores especializados en electricidad y electrotecnología. Según el Instituto Nacional de Estadística (INE), en 2023 había un 6% menos de trabajadores de este sector comparado al año anterior.
Hay una gran falta de trabajadores con titulación de Formación Profesional (FP) en el sector eléctrico, que deben tener conocimientos específicos y saber manejar herramientas especiales como voltímetros o amperímetros.
Pero no sólo sucede con la figura del electricista, muchos puestos de operarios especializados quedan hoy sin cubrir. La falta de profesionalización de los jóvenes y los bajos incentivos de la industria no atraen nueva mano de obra a estos puestos de trabajo con alta demanda.
Un trabajo demandado en todo el territorio
En un estudio realizado por la Agencia de Formación y Cualificación Profesionales de Cataluña (Agencia FPCat) sobre el mercado laboral hasta el año 2026 se ha detectado que el electricista es una de las profesiones que tendrán mayor demanda en el futuro en esta comunidad.
Y en Baleares, la situación actual es compleja. Sobre todo en los meses de primavera y verano, conseguir un electricista puede ser cuestión de meses. Según datos de la Asociación de Instaladores Empresarios de Baleares (Asinem), se suele tardar más de 8 semanas en conseguir un electricista para un pequeño proyecto.
Pero esto no es sólo cosa de España, en Alemania también tienen una gran falta de electricistas y han lanzado programas para atraer a profesionales españoles altamente cualificados con sueldos muy competitivos.
En España la contratación de trabajadores extranjeros también es una opción: la Federación Nacional de Empresas de Instalaciones (FEINE) cuenta con un servicio de tramitación de permisos de trabajo para incorporar electricistas de fuera de España.
Incluso durante el 2023 los servicios de electricista han llegado por primera vez al catálogo de ocupaciones de difícil cobertura, lo que permite a las empresas la contratación en el extranjero de trabajadores con formación específica.
Conseguir un trabajador con las habilidades profesionales necesarias para el sector eléctrico no es tarea fácil en España. Muchas empresas incluso están dispuestas a invertir en acciones formativas y cualificar a trabajadores que tengan experiencia en otras industrias.
Los sectores que más demanda generan
Además de la falta de personas con una titulación de FP, el gran aumento de la demanda del sector eléctrico es el principal causante de este desequilibrio. En los últimos años se ha incrementado en un 55% la demanda de servicios que prestan los electricistas, tanto a pequeña escala como en grandes proyectos.
Uno de los principales motivos de esta demanda es el aumento de temperaturas en todo el territorio, incrementando la necesidad de electricistas para instalar, reparar o realizar mantenimiento de equipos de aire acondicionado.
Por otro lado, en muchos edificios públicos y de oficinas se realizan proyectos para mejorar la eficiencia energética, en donde también se necesita la figura de un electricista para cambiar equipos o revisar instalaciones.
Y la energía verde también ha potenciado la demanda de electricistas especializados en fotovoltaicas, tanto para el consumo como para grandes plantas. El auge de las fotovoltaicas ha generado que muchos trabajadores del sector eléctrico hagan el salto a este sector con mejores pagas.
Aunque la gran falta de trabajadores es sorprendente para la industria, es algo que desde hace años se preveía. Ya en el 2012 la Agencia Internacional de las Energías Renovables (IRENA, por sus siglas en inglés) informaba que el avance de las energías renovables generaría una gran demanda de profesionales del sector eléctrico.
La escasez de trabajadores con conocimientos en electricidad y la incapacidad de las empresas de encontrar trabajadores para estos puestos genera la ralentización de muchos proyectos de electrificación y energía verde. Si el panorama se mantiene igual, en el largo plazo esto podría suponer un riesgo para cumplir con los objetivos de sostenibilidad que plantea la UE.