Este pasado puente, los vecinos de Muriel se han reunido alrededor de la lumbre en lo que denominan «fiesta de invierno». Hace tiempo, cada año celebraban la tradicional matanza que ahora han cambiado por caldereta y barbacoa para justifican esta reunión de todo el pueblo. No es como en verano, pero estos días, más de 150 personas vuelven a llenar las casas que muchos días están casi vacías.
Fotografías de Paula Montávez/Asociación Cultural de Muriel
Siempre queda el recuerdo de los que no están, y con motivo del fallecimiento de un vecino por infarto este pasado verano, la Asociación Cultural de Muriel planteó a los vecinos comprar una unidad DSA: Maletín de emergencia con desfibrilador, que se quedará en el pueblo para situaciones de emergencia que puedan darse.
Los miembros de la actual junta no llegaron a tiempo para acogerse a las vías de subvención del Plan leader de ADEL Sierra Norte, pero aun así, con el esfuerzo de todos los vecinos lo compraron el pasado mes de octubre.
Saber qué hacer y cómo actuar ha sido el segundo paso que han dado. A través de voluntarios técnicos de emergencias en estos tres días se han dado más de seis cursos para que todos los vecinos de Muriel sepan qué hacer ante una situación de «parada cardiorrespiratoria».
Jonathan Cuenca (instructor de AHA (American Head Asociation) y miembro del cuerpo de emergencias de la Comunidad de Madrid), Ana Belén Cabanelas (enfermera y voluntaria de Samur), junto a Francisco J. Toscano (formador y voluntario de Samur) y Daniel García (trabajador de Samur), estos últimos vecinos de Muriel, han sido los encargados de enseñar a pequeños y mayores conceptos básicos de primeros auxilios realizando prácticas de reanimación, así como a familiarizarse con el propio desfibrilador, para que en caso de que hubiera que usarlo, la mayor parte del pueblo sepa cómo proceder.
Desde la asociación cultural han querido destacar la profesionalidad y cercanía de los cuatro formadores, y les han agradecido estas jornadas formativas, ya que no es labor fácil enseñar primeros auxilios a gente tan dispar, y con edades entre los 5 y 80 años. Y todo ello, además, de forma altruista.
En palabras de la propia asociación cultural «pensamos que disponer de unidades DSA en estos pueblos, es algo asequible y de vital importancia, además de un verdadero desarrollo rural, ya que la llegada de ambulancias supone en el mejor de los casos esperar más de 15 minutos. Es algo bueno tanto para sus pocos habitantes, como para los cada vez más numerosos turistas que visitan la Sierra Norte de Guadalajara».