El día a día en la Entidad Financiera Bancaria: Jornadas interminables y no remuneradas, presiones comerciales, objetivos inalcanzables… “Ni se te ocurra irte a tu casa sin haber formalizado las tres tarjetas; y si no, atente a las consecuencias. Que este mes no estás llegando a los números. Y para hoy aún te quedan 10 llamadas para vender el fondo de inversión de campaña”.
Vengo a trasladar la situación de precariedad que existe en el Sector Financiero. Atrás quedaron los años en los que trabajar en este sector era sinónimo de un “buen trabajo”. Ahora han llegado los ERE´s, las prolongaciones de jornada no remuneradas, las movilidades geográficas, las presiones comerciales, etc.
Son las 08.10 horas de cualquier oficina de cualquier Entidad Financiera, y nada más entrar se recibe una llamada desde la Dirección de Zona. En ella quieren recordarte los objetivos comerciales del mes: “que este mes no estás llegando a los números” y que para hoy aún te quedan 10 llamadas para vender el fondo de inversión de campaña; además de realizar tres tarjetas, “ni se te ocurra irte a tu casa sin haber formalizado las tres tarjetas, y si no atente a las consecuencias”. Y así termina la llamada, con esa rotundidad.
Durante esa mañana hay que seguir atendiendo a la clientela que pasa por la oficina, tratando de poder realizar las oportunas llamadas a clientes e intentando vender las tres tarjetas que corresponden.
La gente conoce los riesgos que sufrimos los empleados de banca ante un atraco, y está sensibilizada a ellos, pero al final la presión comercial con la que nos encontramos trabajando día a día se está convirtiendo en un peligro incluso mayor, más generalizado. La salud nos va en ello.
Es un enemigo silencioso y esta presión en el día a día nos afecta y nos la llevamos a nuestra vida personal. Y muchos compañeros míos, algunos de ellos con puesto de responsabilidad, han tenido que estar varios meses de baja porque “la cabeza les ha dicho basta”, necesitando incluso ayuda de otras personas y medicación para soportar el estrés diario.
A lo largo de la jornada siguen las llamadas, los correos electrónicos y las presiones de algunos superiores por “conseguir los objetivos” y recordarte que tienes que tenerlo “antes de las dos”, o de las 13:45 horas. Te hacen pensar que el futuro del Banco estará en que los consigas, “y si no los consigues ya puedes hacerte una idea de quién será el candidato al siguiente traslado, el siguiente desnombramiento de algún cargo”. U otras cosas peores, “porque estás jugando con el pan de tus hijos”.
Ha llegado la hora de salir. Pero aquí no es como en el colegio que cuando suena el timbre ya tienes recogidos todos los libros y la mochila preparada para ir corriendo a casa a disfrutar de la comida “en familia”. Aquí nadie despega la vista de su puesto de trabajo, estamos en plena campaña de seguros y hay que formalizarlos antes de mañana. Además, la Entidad también te exige formación y son tres los cursos que hay que realizar este mes y aún no he tenido tiempo de poder hacerlos. Así que, como de costumbre, los tendremos que hacer fuera de horario laboral.
Somos varios los compañeros que salimos mucho más tarde. En casa ya están acostumbrados a que les robamos parte del tiempo de la familia para “poder sacar el trabajo”. Y también saben que esta tarde nos tocará volver a la oficina para seguir con las llamadas a clientes y con la formalización de los seguros, los fondos…etc. Además, este mes he tenido que anular las vacaciones porque como dice mi Director “el cierre del trimestre es fundamental para los datos del Banco”. Y en las oficinas cada vez estamos menos gente para sacar el mismo o más de trabajo (consecuencia del cierre de oficinas).
Y qué contar de los compañeros enrolados para campañas específicas (navidades, vacaciones, productos, etc.) Raramente son contratados por la Entidad. La mayor parte de las veces son contratados de manera “externalizada” y con contratos temporales que una vez terminada la época vuelven a la calle.
En resumen, que son muchas las horas que los empleados de banca les robamos a nuestra familia o nuestro tiempo libre para ir a trabajar fuera del horario laboral y sin ninguna remuneración, y por tanto sin cotización a la Seguridad Social. Que los compañeros te miran mal por salir a tu hora o sólo 10 minutos más tarde, con lo que añades presión en el trabajo ¡por salir a tu hora o sólo un poquito más tarde! Y, en ocasiones, presión en casa por llegar más tarde y ser el “tonto” que se queda más y que ni te lo agradecen.
Además, mañana hay “Briefing”, que es esa especie de reunión en la que no sólo se planifica el trabajo sino que también el jefe sacará el listado de los “productos” formalizados por todos los empleados de la oficina. Es una “especie de castigo público”, casi como los que se hacían en las plazas en la Edad Media, para señalar al que no ha “cumplido los objetivos”, y como amenaza: “esto lastrará a toda la oficina”.
Este es el día a día de nuestro trabajo, presiones comerciales y prolongaciones de jornada. Nuestra vida personal queda en un segundo plano y perjudicada, para poder atender el trabajo, y en muchas ocasiones lo pagamos también con nuestra salud. Sin ningún tipo de reconocimiento “palmadita en la espalda” al contrario, con el látigo preparado.
¿Y todo esto como lo cambiamos ¿Cómo? Cambiando la legislación laboral e implicando a las trabajadoras/es afectados y a la sociedad en general. Por medio de la Acción Sindical en los Centros de trabajo. Con mayor presencia en los mismos. Organizando y uniendo a las trabajadoras/es en torno a CC.OO. y a través de la afiliación.
Con participación activa de las trabajadoras/es en los Procesos Electorales, para obtener mayor legitimidad y representatividad que nos confiera mayor peso e influencia en las Mesas de Negociación de los Convenios Colectivos, para conseguir a través de ellos que exista un registro de las jornadas de trabajo que realizamos, que se negocie el salario variable que existe para que sea más objetivo y trasparentes y para que se reconozcan los riesgos psicosociales a los empleados del Sector.
Pedro Ortega Munera, trabajador de Banco CCM
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