Diversas son las manifestaciones carnavalescas que se suceden en los diferentes entornos rurales de nuestra provincia como diversas son las características de quienes las protagonizan.
Crónica, vídeo y fotografías de José Luis Solano Provencio
Botargas, zamarrones, vaquillas, mascaritas, chocolateros y un largo etcétera de personajes salidos de la imaginación popular, recorren los pueblos de nuestra provincia cada año el fin de semana antes de cuaresma con su animada desvergüenza y amparados en el anonimato que les proporcionan sus máscaras.
De esa guisa, estos simpáticos personajes se dedican a increpar a chicos y grandes repitiendo con todo aquel que se encuentran a su paso la misma liturgia irreverente y jocosa que cada año se vuelve a dar.
De entre todo este colorido e intrigante faunario, quizás una de las partes más llamativas sea la que corresponde a los vaquillones, personajes zoomorfos mitad hombre mitad res, que persiguen a mozos y mozas el sábado de carnaval en diversos pueblos en los que el aspecto del personaje puede variar.
Por poner un par de ejemplos descriptivos de como son estos personajes, en la localidad de Robledillo de Mohernando, el vaquillón se apareja con una saya de tela de saco que cubre completamente el cuerpo de quien lo porta a excepción de dos huecos que se hacen para que pueda mirar por ellos.
Sobre sus hombros, el vaquillón de Robledillo lleva unas amugas, estructura de madera que servía para acarrear la mies, a las que se ha amarrado una enorme cornamenta en la parte delantera y multitud de cencerros en la parte trasera.
Cuatro son los vaquillones que han salido este año en aquella localidad de la campiña guadalajareña y, como ha venido ocurriendo desde hace siglos, han vuelto a correr tras mozos y mozas por todo el pueblo.
De Robledillo de Mohernando a Villares de Jadraque, del saco a la capa roja
Ya en la falda de la sierra del Alto Rey, encontramos nuestro segundo ejemplo de vaquillones en la localidad de Villares de Jadraque, donde esta tradición de carnaval también se conserva.
Aunque las amugas con astas y cencerros que se han descrito al hablar de Robledillo son muy similares a las que se han usado durante siglos en Villares, es de destacar el hecho de que los vaquillones de esta población serrana van tocados con un sombrero de paja y unas capas rojas que les hacen inconfundibles.
Además, estos vaquillones se comunican entre sí mediante un curiosos sistema de silbatos artesanos que les ayudan a reconocerse entre sí a la vez que pasan desapercibidos al público, y que suenan en conjunto con los cencerros que portan de un modo que les hace dejarse oír allá donde van, dentro y fuera de su localidad.
Y es que estos vaquillones son, o al menos han sido, habituales de festivales de folclores y carnavales celebrados en distintos puntos de España, y habiendo sabido llevar hasta dichos eventos la riqueza cultural tradicional guadalajareña.