Queridos hermanos en el Señor: Os deseo gracia y paz.
Los estudiantes habéis concluido unos meses de intenso trabajo. Tal vez los resultados académicos no hayan sido muy brillantes. O, a lo mejor, sí lo han sido porque habéis sido perseverantes en el estudio.
Espero que hayáis podido compaginar las clases, la formación en clave cristiana, la diversión saludable, la práctica de deportes, la profundización en la amistad, el crecimiento personal y la colaboración en un amplio abanico de actividades.
Algunos de vosotros os planteáis dudas sobre vuestro futuro más próximo. Tenéis que tomar decisiones sobre los estudios que deseáis comenzar o sobre la posibilidad de abandonar los estudios sistemáticos y orientar vuestras vidas hacia la actividad laboral, que también requiere formación permanente.
Otros vais dando los primeros pasos en vuestros trabajos. Asumís responsabilidades crecientes y vivís vuestras primeras experiencias laborales con consecuencias muy diversas, que van desde la seguridad que os proporciona vuestra elección a la duda sobre si habéis elegido bien, e incluso a la decisión de buscar otras alternativas.
Y ahora llega el verano, con otros horarios, con otros compromisos, con un nuevo horizonte. Habéis preparado con ilusión lo que vais a realizar en los próximos meses: campamentos, convivencias, marchas, rutas, peregrinaciones, cursos de catequesis, de música, de idiomas, voluntariados, viajes al extranjero, experiencias misioneras, cuidado y atención de enfermos, refuerzo escolar de niños, adolescentes y jóvenes, excursiones, turismo rural, etc.
Seguramente, dedicaréis tiempo para leer, montar en bicicleta, apuntaros a la autoescuela más próxima para sacar el carné de conducir, conocer el paisaje de la provincia y de lugares inéditos, próximos y lejanos.
También os apuntaréis a cursos de informática, de idiomas, de cultura. Iréis al cine y a conciertos estivales. Leeréis algunos libros, tanto en formato digital como en papel. Viajaréis al pueblo de vuestros padres, donde participaréis en las fiestas patronales con un horario relajado o, simplemente, sin horario.
Habrá días repletos de experiencias y novedades y también jornadas de aburrimiento y de cansancio. Y, antes de que os deis cuenta, los meses pasarán como un suspiro. En otros países hay jóvenes de vuestra misma edad que carecen de lo más necesario y que viven sin recursos. Los días les resultan idénticos porque su único horizonte es sobrevivir. Guerras, conflictos, explotación, marginación, injusticia, manipulación, malnutrición, enfermedades, epidemias, rechazo, son los sufrimientos de cada día. También conocéis jóvenes hospitalizados, convalecientes de algún accidente o con la salud muy debilitada.
Basta con que leáis la prensa, veáis los informativos o escuchéis las noticias para que os deis cuenta de que en el mundo existen muchas formas diferentes de ser joven.
Jesucristo os enseña a ampliar vuestra mirada, a ver de otra manera, con mayor intensidad y con mejor claridad. También necesitáis contar con Él en vuestra vida y en vuestra programación, en vuestros desplazamientos y en vuestros hogares habituales. Junto a Él veréis el mundo con más color y con nueva responsabilidad.
Si me permitís un consejo: dejad un espacio para Jesucristo en vuestra mochila. Abridle de par en par vuestro corazón. Sentidle vivo y joven junto a vosotros.
Recibid mi cordial saludo y mi bendición.
Julián Ruiz Martorell, obispo de Sigüenza-Guadalajara
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