Queridos hermanos en el Señor: Os deseo gracia y paz.
Los datos que nos recuerda Manos unidas son estremecedores: casi 700 millones de personas sobreviven con menos de 2,15 dólares al día y más de 733 millones pasan hambre. El 1,5 % de la población mundial acumula casi el 50 % de la riqueza global, mientras el 40 % más pobre solo dispone del 0,5 % de la riqueza global. 1.200 millones de personas viven en situación de pobreza multidimensional extrema en 110 países del mundo. El trabajo infantil afecta a 160 millones de niños y 250 millones de menores están sin escolarizar. Frente a la “cultura del descarte” es preciso recuperar la “cultura del compartir”.
Manos Unidas nos propone realizar un enfoque más integral de la “prosperidad compartida”, de modo que se conceda prioridad al planteamiento de sociedades más igualitarias y sostenibles donde se colabore en la inclusión de las personas descartadas y en el cuidado del medioambiente.
El papa Francisco, en la bula de convocación del Año Jubilar “Spes non confundit”, presenta una serie de “llamamientos a la esperanza” y afirma: “El hambre es un flagelo escandaloso en el cuerpo de nuestra humanidad y nos invita a todos a sentir remordimiento de conciencia. Renuevo el llamamiento a fin de que «con el dinero que se usa en armas y otros gastos militares, constituyamos un Fondo mundial, para acabar de una vez con el hambre y para el desarrollo de los países más pobres, de tal modo que sus habitantes no acudan a soluciones violentas o engañosas ni necesiten abandonar sus países para buscar una vida más digna»” (nº 16). Esta propuesta la hizo en el año 2020, en el nº 262 de su encíclica “Fratelli tutti”.
El 16 de noviembre de 2009, Benedicto XVI dijo: “El hambre es el signo más cruel y concreto de la pobreza. No es posible continuar aceptando la opulencia y el derroche, cuando el drama del hambre adquiere cada vez mayores dimensiones. (…) la Iglesia Católica estará atenta siempre a los esfuerzos para vencer el hambre; trabajará por sostener, con la palabra y con las obras, la acción solidaria –programada, responsable y regulada– que los distintos componentes de la Comunidad internacional estén llamados a emprender” (Discurso a la FAO con ocasión de la Cumbre mundial sobre seguridad alimentaria, n. 10a).
El hambre no es algo estructural ni una parte inevitable de la vida de la humanidad ante la que reaccionamos con resignada amargura o indiferencia. Dios desea que los dones que nos regala los compartamos con los demás. El hecho de compartir hunde sus raíces en la igualdad fundamental de la familia humana.
Recibid mi cordial saludo y mi bendición.
Julián Ruiz Martorell, obispo de Sigüenza-Guadalajara
NOTA DE LA REDACCIÓN: EL HERALDO DEL HENARES acepta el envío de cartas y artículos de opinión para ser publicados en el diario, sin que comparta necesariamente el contenido de las opiniones ajenas, que son responsabilidad única de su autor, por lo que las mismas no son corregidas ni apostilladas.
EL HERALDO DEL HENARES se reserva la posibilidad de rechazar dichos textos cuando no cumplan unos requisitos mínimos de respeto a los demás lectores o contravengan las leyes vigentes.