Queridos hermanos en el Señor: Os deseo gracia y paz.
“La misión renueva la Iglesia, refuerza la fe y la identidad cristiana, da nuevo entusiasmo y nuevas motivaciones. ¡La fe se fortalece dándola!» (Juan Pablo II, Redemptoris Missio, 2).
Podemos colaborar en el mapa de la misión con nuestra oración, nuestra sensibilización y nuestra ayuda económica. Expresamos nuestro profundo agradecimiento a todas las personas que viven y trabajan en las misiones. Sentimos como propias sus limitaciones y dificultades. Oramos para que el Señor acompañe sus proyectos e iniciativas. Y también deseamos aportar nuestro esfuerzo económico para que el amor a Jesucristo se extienda por todos los rincones del mundo.
Sigue siendo necesario contribuir en la tarea evangelizadora de la Iglesia. La Buena Noticia tiene que ser ofrecida a muchas personas que todavía no han oído hablar de Jesucristo. Es preciso seguir construyendo templos, colegios, conventos, centros de salud, hospitales. Se requieren medios humanos y materiales para la formación de catequistas y agentes de pastoral. Son imprescindibles los vehículos y el combustible para realizar largos y difíciles desplazamientos y visitar aldeas lejanas. Las parroquias necesitan equipamientos técnicos. Los textos deben ser traducidos a muchos idiomas. La influencia de los medios de comunicación es determinante para la transmisión de la fe.
El Santo Padre Francisco escribe en el Mensaje para la Jornada Mundial de las Misiones 2024: “la misión de anunciar el Evangelio a toda criatura debe tener necesariamente el mismo estilo de Aquel a quien se anuncia. Al proclamar al mundo «la belleza del amor salvífico de Dios manifestado en Jesucristo muerto y resucitado (EG 36), los discípulos-misioneros lo realizan con gozo, magnanimidad y benevolencia, fruto del Espíritu Santo en ellos (cf. Gal 5,22); sin forzamiento, coacción o proselitismo; siempre con cercanía, compasión y ternura, aspectos que reflejan el modo de ser y de actuar de Dios».
En este año, dedicado a la oración en preparación del Jubileo de 2025, el Papa nos invita a “intensificar ante todo la participación en la misa y la oración por la misión evangelizadora de la Iglesia”. Y añade en su Mensaje: “Aún hoy, en un mundo desgarrado por divisiones y conflictos, el Evangelio de Cristo es la voz dulce y fuerte que llama a los hombres a encontrarse, a reconocerse hermanos y a gozar de la armonía en medio de las diferencias”.
Los misioneros se entregan sin condiciones hasta el último suspiro. Ponen en juego su salud, su integridad física, su vida. Están a miles de kilómetros de sus familias, pero llevan a los suyos en el corazón. Y precisamente sus corazones se dilatan para que quepan muchos, todos, sin excepción.
Recibid mi cordial saludo y mi bendición
Julián Ruiz Martorell, obispo de Sigüenza-Guadalajara
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