Queridos hermanos en el Señor: Os deseo gracia y paz.
El Papa Francisco escribe en la Exhortación apostólica Christus vivit: “pregúntate: «¿Para quién soy yo?». Eres para Dios, sin duda. Pero él quiso también que seas para los demás, y puso en ti muchas cualidades, inclinaciones, dones y carismas que no son para ti, sino para otros” (ChV 286).
“¿Para quién soy yo? Asamblea de llamados para la Misión” ha sido el lema del Congreso de Vocaciones celebrado en Madrid del 7 al 9 de febrero. Los que hemos tenido la dicha de participar hemos vivido un acontecimiento del Espíritu, una experiencia de comunión y un impulso de esperanza.
En un cálido ambiente de fraternidad, de escucha atenta a la voz del Espíritu Santo, de apertura gozosa al testimonio y la experiencia de los demás, de contagiosa y festiva alegría, de silencio orante, de celebraciones litúrgicas cuidadas y vividas, de respeto fraterno, de discernimiento, con el deseo de responder del modo más adecuado, con la disponibilidad más viva y con la generosidad más entregada, hemos compartido unos días que dejan profunda huella en nuestra vida y nuestra misión.
El grupo de Sigüenza-Guadalajara ha compartido oraciones, desplazamientos, comidas y cenas, vigilias nocturnas y madrugones, conversaciones, momentos de descanso, músicas impactantes, profundas letras de canciones, palmas y aplausos. En definitiva, una comunión de vivencias.
El sacerdocio, la vida consagrada, el matrimonio, el compromiso laical, la entrega misionera brotan de la vocación bautismal, de modo que la vida de todo cristiano es una vocación. La vocación orienta a sacar afuera lo mejor de cada uno para gloria de Dios y para el bien de los demás.
Jesús sigue llamando a cada persona para estar con Él y para enviarla a la misión. Es preciso “reconocer para qué estoy hecho, para qué paso por esta tierra y cuál es el proyecto del Señor para mi vida” (ChV 256). “Yo soy una misión y para eso estoy en este mundo” (ChV 254).
La vocación es la llamada personal del Amigo, que convoca a una relación de amistad. Para responder, es necesario el discernimiento. Podemos estar sometidos a un zapeo constante. “Es posible navegar en dos o tres pantallas simultáneamente e interactuar al mismo tiempo en diferentes escenarios virtuales. Sin la sabiduría del discernimiento podemos convertirnos fácilmente en marionetas a merced de las tendencias del momento” (ChV 279).
El Congreso de Vocaciones se sitúa como un hito en el proceso, como una hoja de ruta, como una señal orientadora, como un cimiento sobre el que edificar la cultura de la vocación. Hemos adquirido el compromiso de continuar caminando juntos, compartiendo iniciativas, acompañando itinerarios, respondiendo vitalmente.
Recibid mi cordial saludo y mi bendición.
Julián Ruiz Martorell, obispo de Sigüenza-Guadalajara
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