Queridos hermanos en el Señor: Os deseo gracia y paz.
El 4º Domingo de Pascua celebramos la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones y la Jornada y Colecta de las Vocaciones Nativas. La figura de Jesús, Buen Pastor que da su vida por las ovejas, nos acompaña y nos orienta. Hoy
vivimos tres actitudes básicas: agradecimiento, súplica y exhortación.
1) Agradecimiento al Señor por el regalo de las vocaciones y gratitud a quienes viven desde la generosidad y la entrega su respuesta vital al don de la vocación. El Señor es quien siembra su palabra y quien da fecundidad a la semilla. Conocemos testimonios de trabajo sencillo, confiado y pleno.
2) Súplica, para que el Señor de la mies continúe enviado trabajadores a su mies. La oración puede ser de acción de gracias, de alabanza, de reconocimiento, pero también ha de convertirse en súplica e intercesión para que el Señor continúe llamando a las personas de corazón joven y disponible. Oramos para que la llamada penetre interiormente y el Espíritu Santo suscite respuestas afirmativas para el servicio al Pueblo de Dios en la misión evangelizadora.
3) Exhortación a la colaboración, también económica, para contribuir al desarrollo de procesos de acompañamiento y discernimiento vocacional en los países más necesitados. El esfuerzo necesario para la atención a las vocaciones tiene muchos aspectos: instalaciones; equipamientos; bibliotecas; formación humana, espiritual, intelectual y pastoral; planes de estudio, actividades de formadores y profesores, etc. Requiere unos recursos económicos que muchas veces no son fáciles de obtener en determinadas regiones del mundo. No sería posible sin el apoyo de todos. Por ello, nos sentimos corresponsables, también con nuestra ayuda económica, para que ninguna vocación se pierda por falta de recursos.
Sabemos que todos los creyentes, a partir del bautismo, recibimos una llamada específica que nos configura con Cristo. En este sentido, más que decir que “tenemos” vocación podríamos afirmar que “somos” una vocación. Pero existe una llamada a una especial entrega, a un seguimiento más directo para el anuncio explícito de la Buena Noticia y el testimonio cualificado del Señor.
El lema de este año es: “Hágase tu voluntad. Todos discípulos, todos misioneros”. Deseamos que el proyecto de Dios se realice, que se lleve a cabo su designio de amor. Pedimos con insistencia que se cumpla en plenitud su voluntad de que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento pleno de la verdad. Jesucristo nos enseña que se entra en el Reino de los cielos haciendo la voluntad de Dios Padre (cf. Mt 7,21).
Junto al Maestro, y siguiendo sus pasos, nos situamos como discípulos amados, llamados y enviados. Participamos de un envío que supera los límites geográficos reducidos. La misión lleva hasta las periferias existenciales donde viven y sufren muchas personas.
Hoy nos unimos en oración con toda la Iglesia, agradeciéndole al Señor el don de las vocaciones que nos regala por amor y pidiéndole que surjan personas decididas a seguir incondicionalmente al Buen Pastor por el sendero de la vida sacerdotal, de la vida consagrada y de la vida misionera.
Recibid mi cordial saludo y mi bendición.
Julián Ruiz Martorell, obispo de Sigüenza-Guadalajara