El próximo día 4 de octubre, a las 17 horas, celebraremos en la iglesia parroquial de María Auxiliadora el rito del envío de los profesores de Religión, para que experimenten el acompañamiento de la Iglesia diocesana en el cumplimiento de su misión y para que vivan el gozo de presentar a Jesucristo con sus obras y enseñanzas a los niños y jóvenes en los distintos centros educativos a los que son enviados.
Los cristianos, al pensar en el envío misionero, no podemos olvidar que Jesucristo fue enviado por el Padre al mundo para anunciar y dar testimonio de la llegada del Reino y para ofrecer la salvación a todos los hombres. Él mismo nos dirá que no vino al mundo para hacer su voluntad, sino para cumplir la voluntad del Padre celestial.
Después de su resurrección de entre los muertos, Jesús envió el Espíritu Santo sobre los apóstoles y discípulos para que saliesen en misión hasta los confines de la tierra y para que diesen público testimonio de su victoria sobre el poder del pecado y de la muerte: “No me habéis elegido vosotros a mí, sino que yo os he elegido a vosotros para que vayáis y deis fruto y vuestro fruto permanezca” (Jn 15, 17).
En virtud del sacramento del bautismo, todos los bautizados recibimos el encargo de anunciar y dar testimonio de la presencia amorosa de Dios en nuestro mundo y de la oferta de salvación para quienes acojan su persona y sus enseñanzas. En el cumplimiento de este encargo no partimos de cero. Contamos con el testimonio de millones de cristianos que vivieron y viven con coraje y alegría el anuncio de Jesucristo.
Para afrontar las dificultades de la misión, los cristianos sabemos que nunca estamos solos. El Espíritu Santo nos acompaña y nos precede para que, superando los temores, vivamos con gozo el encargo recibido de Jesús. Esto quiere decir que hemos de recuperar un espíritu contemplativo, que nos permita descubrir que somos depositarios de un bien que nos hace más humanos y que nos capacita para llevar una vida nueva, siendo solidarios con nuestros semejantes y entregándoles nuestra existencia.
Con la finalidad de renovar la conciencia de misión y la pertenencia a la Iglesia de todos los bautizados, sería oportuno que celebrásemos el rito del envío en todas las comunidades parroquiales. De este modo, los profesores de Religión, los catequistas, los responsables de la liturgia, de la actividad caritativa y de las restantes actividades parroquiales podrían experimentar el apoyo y la oración de la comunidad cristiana.
En la escucha de la palabra y en los momentos de oración, no solo hemos de pedir la ayuda al Señor para que cuide de nosotros, sino para que nos ilumine e impulse a vivir como auténticos misioneros. Los cristianos no actuamos nunca por cuenta propia, sino en nombre de Cristo, guiados por el Espíritu, al servicio del pueblo.
Con mi sincero afecto y bendición, feliz día del Señor
Atilano Rodríguez, obispo de Sigüenza-Guadalajara
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