La Iglesia es una comunidad de personas que ponen su fe y su esperanza en el Dios de Jesucristo, que celebran su acción salvadora en la liturgia y que se comprometen a vivir en las actividades diarias el mandamiento del amor que Él nos dejó.
En esta comunidad de creyentes, Jesús no tolera el desempleo. Él invita cada día y en cada instante de la jornada a todos los bautizados a trabajar en su viña. Aunque sabe de nuestra debilidad y limitación, quiere contar con cada uno para prolongar su misión.
El lema elegido para la celebración del día de la Iglesia diocesana “Somos una familia contigo” nos recuerda precisamente que nadie debe sentirse excluido de la familia de los hijos de Dios, pues el Señor quiere contar con todos. Esta experiencia que hemos de hacer realidad en cada instante de la vida, estamos invitados a vivirla especialmente el día 12 de noviembre, en que celebramos el día de nuestra Iglesia diocesana.
Ahora bien, para ser trasparencia del Señor y para cumplir con la misión que nos confía, las relaciones entre los miembros de la familia han de estar presididas por el diálogo, la verdad y el amor, buscando en todo momento la comunión eclesial y valorando lo positivo de los demás. Sólo así podremos impulsar la misión evangelizadora de la Iglesia.
En las relaciones eclesiales, cuando de verdad queremos imitar a Jesucristo y ser dóciles a la acción del Espíritu Santo, no tienen sentido las relaciones de poder, el afán de protagonismo y el deseo de dominar a los demás. El Señor nos pide la disponibilidad para el servicio, para lavar los pies a nuestros semejantes.
En mis frecuentes visitas a las parroquias, con ocasión de la visita pastoral o de la celebración del sacramento de la confirmación, tengo la dicha de encontrarme con estas comunidades cristianas vivas, fraternas, conscientes de su fe y deseosas de participar activamente en la acción evangelizadora de la Iglesia.
En el día de la Iglesia diocesana, os animo a progresar en el testimonio personal y comunitario de Jesucristo por medio de las obras y de las palabras. En una sociedad que tiende a fomentar cada vez más el individualismo y la búsqueda de los propios intereses, el primer servicio de la Iglesia consiste en educar en la vida social, en la atención al prójimo y en la solidaridad con los más necesitados.
Para encontrar las fuerzas necesarias en el servicio a los hermanos y en el progreso de la fraternidad, hemos de buscar momentos para la oración, para la escucha sosegada de la Palabra de Dios con el fin de descubrir y actuar siempre según su voluntad. De este modo, podremos superar las tentaciones del desaliento y de la mundanidad.
Que la Santísima Virgen, miembro excelso de la familia de Dios, nos ayude a responder siempre con alegría y prontitud a la llamada de su Hijo y nos regale la felicidad de poder trabajar por la extensión del Reino de los cielos.
Con mi bendición, feliz día de la Iglesia diocesana.
Atilano Rodríguez, obispo de Sigüenza-Guadalajara
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