El próximo día 19, festividad de San José, la Iglesia celebra también el día del Seminario. Con el lema “El seminario, misión de todos”, los sacerdotes, consagrados y cristianos laicos somos invitados a repensar nuestra responsabilidad en el fomento de las vocaciones y en el acompañamiento espiritual a los niños y jóvenes para ayudarles a descubrir su vocación cristiana y su ulterior vocación al presbiterado.
Aunque la última responsabilidad en el desarrollo de la actividad vocacional en la diócesis corresponde al obispo y a los formadores del Seminario, ningún cristiano debería sentirse excluido de la promoción de las vocaciones y de su acompañamiento. Todos estamos llamados a ser compañeros de camino para que otros puedan escuchar, sin miedo a equivocarse, la misión concreta que el Señor les confía.
Los padres son los primeros responsables de la formación de sus hijos, también de su formación religiosa. Pero, la experiencia nos dice que muchos padres necesitan hoy la cercanía, el testimonio y el acompañamiento de los miembros de la comunidad parroquial para ayudarles a descubrir la importancia de la religión en el desarrollo de su personalidad y en la formación integral de sus hijos.
En la sociedad actual, con tantos ruidos, distracciones e indiferencia religiosa, no resulta fácil escuchar la voz del Señor y su invitación al seguimiento. Por eso, el impulso de la pastoral vocacional y el fomento de las vocaciones dependerá, ante todo, del testimonio alegre de quienes nos confesamos seguidores de Jesucristo, del acompañamiento espiritual a los llamados y del impulso de una evangelización más misionera.
La Iglesia universal y nuestra diócesis necesitan sacerdotes santos que busquen la voluntad de Dios y respondan con generosidad a su llamada. Pero no deberíamos olvidar nunca que tanto los jóvenes, como los niños y los adultos, solo podrán entregar su vida con total disponibilidad al anuncio del Evangelio, al servicio de la caridad y a la celebración de los sacramentos para el servicio de todo el pueblo de Dios, si antes han vivido la experiencia de haber sido amados y llamados por Jesucristo.
El Señor resucitado que acompaña constantemente la misión de la Iglesia y la actividad de cada cristiano, no permitirá que falten vocaciones a su Iglesia, si se lo pedimos con fe y confianza. Oremos, pues, al Padre celestial, por intercesión de San José, patrono de nuestro seminario, para que suscite nuevas vocaciones a la vida sacerdotal y para que ayude a los sacerdotes a ser auténticos servidores del Pueblo de Dios por medio de la entrega gozosa e incondicional de sus vidas a todos, especialmente a los más pobres.
Con mi sincero afecto y bendición, feliz día del Seminario.
Atilano Rodríguez, Obispo de Sigüenza-Guadalajara
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