El domingo día 24 de noviembre, con la Solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo, concluimos el año litúrgico y damos paso a un nuevo año en la liturgia. Durante las celebraciones litúrgicas del adviento, la Iglesia nos invitará insistentemente a la conversión del corazón y a la renovación de la esperanza, pues con el nacimiento de Jesucristo, se acerca nuestra salvación.
En la oración hemos de pedir confiadamente a Dios que mantenga muy viva en nosotros la virtud de la esperanza en todo momento, pero especialmente durante los trabajos del Sínodo diocesano. Las muchas respuestas recibidas con ocasión de la amplísima consulta realizada a todos los diocesanos, además de mostrar los temas sobre los que hemos de reflexionar especialmente durante la segunda etapa sinodal, revelan sentimientos de honda esperanza y de total confianza en la acción de la gracia divina.
Mientras tiene lugar la tabulación de vuestras respuestas a la encuesta, os invito ahora a la constitución de los grupos sinodales con la misma ilusión y esperanza que habéis manifestado hasta el presente. La oración y la reflexión comunitaria en los grupos sinodales sobre aquellos temas que vosotros habéis propuesto hará posible ofrecer a la Secretaría del Sínodo aquellas conclusiones, sobre las que deberíamos centrar nuestra atención en la última asamblea sinodal.
Teniendo siempre en cuenta que la mirada ha de estar muy centrada en la acción evangelizadora de nuestra Iglesia diocesana, desde la comunión con la Iglesia universal, os invito a valorar aquellos cambios que serían especialmente urgentes en cada uno de nosotros y en la actividad de las parroquias y arciprestazgos para impulsar una pastoral más misionera y participativa.
Aunque no sean cambios urgentes y exijan una ulterior reflexión, también sería oportuno y conveniente valorar y discernir aquellos aspectos de la acción pastoral, a los que deberíamos prestar especial atención en los años venideros. En la acción pastoral hemos de pensar siempre con perspectivas de futuro, aunque lo más importante sea vivir con alegría, confianza y amor el momento presente.
La comprensión del sínodo como especial momento de gracia y de comunión eclesial tiene que ayudarnos a huir de los extremos en nuestra reflexión. Esto quiere decir que hemos de alejarnos de los planteamientos radicales de quienes piensan que todo está bien y nada puede cambiar, así como de las propuestas de quienes consideran que todo debe cambiar de acuerdo con sus planteamientos personales, olvidando el querer y la voluntad de Dios.
Con mi sincero afecto y estima, feliz celebración de Jesucristo, Rey del Universo.
Atilano Rodríguez, obispo de Sigüenza-Guadalajara
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