Muchos padres ya estáis matriculando a vuestros hijos en los colegios o institutos para el próximo curso académico. Como bien sabéis, al realizar la matrícula, los padres católicos debéis pedir explícitamente la clase de religión y moral católica a fin de que vuestros hijos sean educados de acuerdo con vuestras convicciones y creencias.
El ejercicio de este derecho, que está garantizado por la Declaración Universal de los Derechos Humanos y por la Constitución española, es una obligación moral porque forma parte de la educación religiosa que los padres cristianos tenéis que ofrecer a vuestros hijos. Esto quiere decir que quienes pretenden impedir la realización de este derecho, están poniendo las bases para una sociedad totalitaria.
Por encima de partidismos políticos y más allá de las variadas ideologías culturales del momento, en una sociedad democrática, los legisladores tienen que poner los medios para garantizar la libertad de los padres en la educación de sus hijos de acuerdo con su conciencia y con sus convicciones religiosas, morales y culturales. Este derecho está claramente reconocido en todos los países verdaderamente democráticos.
Con la elección de la clase de religión, los padres estáis poniendo los cimientos para que vuestros hijos encuentren respuestas convincentes a los interrogantes que la vida les vaya presentando, para que puedan optar por el seguimiento de Jesucristo y para que, superando el individualismo, colaboren en la construcción de la fraternidad universal y en la búsqueda del bien común de la sociedad.
El desconocimiento de los contenidos básicos de la religión cristiana, en nuestro mundo occidental, hará muy difícil que el día de mañana los jóvenes de hoy tengan las claves necesarias para interpretar la historia, valorar la cultura o comprender las manifestaciones del arte religioso, tan valorado y reconocido actualmente.
Los alumnos que elijan la asignatura de religión y moral católica se encontrarán en sus colegios con un profesorado competente y bien formado, acogedor y dispuesto al servicio de todos. Desde aquí, quiero agradecer su disponibilidad, entrega y testimonio cristiano que, en ocasiones, desarrollan en un ambiente adverso y desagradecido.
Por especial deseo del papa Francisco, estamos celebrando en toda la Iglesia un año dedicado al conocimiento y veneración de San José. Juntamente con la Santísima Virgen, San José colaboró activamente en la formación de Jesús para hacer posible su crecimiento en estatura, edad y gracia ante Dios y ante los hombres. Que San José nos proteja con su intercesión ante el Señor y nos guíe a todos, padres, alumnos y profesores, durante el próximo curso académico.
Con mi sincero afecto y bendición, feliz día del Señor.
Atilano Rodríguez, obispo de Sigüenza-Guadalajara
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