La dolorosa experiencia que estamos viviendo como consecuencia de la pandemia está golpeando a millones de personas en todo el mundo. Los abuelos habéis experimentado con especial crudeza los efectos de la infección por la debilidad de los años y por las secuelas de otras enfermedades. Muchos habéis vivido la enfermedad sin la compañía y el afecto de vuestros seres queridos en los hospitales o residencias; otros no han podido superarla y han partido ya para la casa del Padre.
El papa Francisco, que en tantas ocasiones ha mostrado su reconocimiento y especial estima a los mayores por su entrega incondicional al servicio de la familia y de la sociedad, así como por el testimonio de su fe, nos invita este año a todos los cristianos a celebrar “la primera jornada mundial de los abuelos y de las personas mayores” el próximo día 25 de julio, víspera de la fiesta de San Joaquín y de Santa Ana, padres de la Santísima Virgen, con el lema “Yo estoy contigo todos los días” (Cfr. Mt 28, 20).
La experiencia de la presencia de Jesucristo en nuestras vidas y la apertura a su amor incondicional en medio del dolor y del sufrimiento es la única fuente de esperanza y de paz para todos. Por eso, el Santo Padre, asumiendo su ancianidad, nos invita a todos, especialmente a las personas mayores, a escuchar y meditar la Palabra de Dios para descubrir en ella las propias raíces y para transmitir la fe a hijos y nietos.
En la búsqueda de un futuro mejor para la familia y para la sociedad, los abuelos podéis ser verdaderas estrellas para la familia por vuestro testimonio creyente y por vuestra disponibilidad para entregar la vida a los demás. Jesucristo, que es la luz por excelencia y el sol que ilumina todas las oscuridades de la historia, quiere contar con vosotros como testigos de su luz para orientar a otros hermanos en la realización de su travesía.
Para ello, el Papa os invita a fundamentar la existencia en tres pilares básicos: los sueños, la memoria y la oración. A pesar de los achaques de la vida, debéis seguir soñando en la implantación de la justicia, en la búsqueda de la paz y en el impulso de la solidaridad en el mundo. Estos sueños, que están entrelazados con la memoria, os permitirán ofrecer a los demás las vivencias del pasado como ayuda valiosa para construir un futuro más humano y más acogedor a vuestros familiares y a los hermanos marginados. Sin la memoria del pasado, resulta totalmente imposible construir la historia.
Además de los sueños y de la memoria, la oración de los ancianos puede proteger al mundo ayudándole a orientar su camino hacia la meta verdadera mucho más que la solicitud y la actividad de muchas personas. La oración de intercesión de los abuelos y ancianos por la familia, por la Iglesia y por la sociedad, está indicando a todos los seres humanos la presencia permanente del Señor en medio de nosotros, sus palabras de consuelo en medio del sufrimiento y la meta de nuestra peregrinación por este mundo.
Con mi sincero afecto y bendición, feliz día de los abuelos.
Atilano Rodríguez, obispo de Sigüenza-Guadalajara
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