Compañera, paciente y sobre todo amiga, me presento ante ustedes como el reflejo de miles de personas agradecidas de haber tenido la oportunidad de conocer a nuestro Doctor y amigo Rodrigo Guijarro, nuestro Rodri.
Nació un 30 de marzo de 1968 en Villarejo de Periesteban, una pequeña localidad conquense. Desde bien pequeño ya despertaba el interés de los que le rodeaban, pues era un niño muy despierto, con muchas inquietudes, simpático y de sobresaliente. En el seno de una humilde y trabajadora familia, dedicada mayormente a la agricultura, creció entre piedras , libros y labranza, ayudando a sus padres con su pequeño tractor. Sin apenas llegar a los pedales, ya diagnosticaba las averías de la maquinaria, solo con oler el humo y escuchar el sonar de los motores.
Con apenas 10 años, el profesor Don Trinitario valoró su potencial y decidieron enviarlo a estudiar a un Colegio Mayor; Las Carmelitas, en Vila-Real, donde formó parte de un equipo de baloncesto y de un equipo de fútbol infantil, donde su sueño de ser futbolista se vio truncado por una rotura en el ligamento cruzado anterior de la rodilla derecha. Esta circunstancia, difícil de recuperar, le llevó a intervenirse en el año 1988 del ligamento cruzado, lo que le permitió no sólo librarse de la mili, sino que muchos piensan que fue el detonante para hacerse médico.
El día 30 de diciembre de 1989 se casó con Azucena, en la Iglesia de la Asunción de Altarejos (Cuenca), localidad de la joven enfermera, poseedora de muchísimas cualidades, entre las que destacan su fuerza y valentía. De su matrimonio nacieron dos hijas, Sandra y Laura, de profesión ambas médicas, herederas y merecedoras de las mejores cualidades de ambos dos, como no podía ser de otra manera. Se me enrojecen los ojos al recordar los difíciles momentos por los que esta familia ha pasado y juntos han superado.
En 1986, Rodrigo Guijarro comienza la carrera de Medicina en la Universidad de Alcalá de Henares al tiempo que trabaja como encargado en un gran supermercado. En 1992 comienza la Especialidad de Medicina de Familia también en Alcalá aunque, en realidad, podría haber empezado Trauma, pero fuera de Alcalá. Sus circunstancias personales y el apego a su familia, le hicieron quedarse junto a su padre.
Mientras completaba su residencia de familia, estudió para volverse a presentar al MIR y hacer trauma, al tiempo que se preparó y presentó la Tesis Doctoral. Trabajó haciendo guardias en varios pueblos de la provincia de Guadalajara -cabe citar Cifuentes, Pastrana o Almonacid de Zorita- entregado siempre con vocación e ilusión.
En 1996 presenta su Tesis Doctoral “Condromalacia rotuliana, clínica y experimental” calificada como CUM LAUDE por unanimidad, rozando la excelencia y convirtiéndose así en una de las personas más jóvenes que superaban el Doctorado de España, con tan solo 26 años.
Durante el mismo año, comienza su residencia de Trauma en el Hospital General Universitario de Guadalajara especializándose en Cirugía Ortopédica y Traumatología, formando parte del Departamento de Columna, siendo un referente a nivel nacional. Participó y participa en las intervenciones quirúrgicas de personalidades importantes en el panorama social, posicionándolo de nuevo en lo más alto.
Siendo el número uno de su promoción y de su oposición eligió quedarse a ejercer su profesión en Guadalajara, en nuestro hospital General Universitario durante 26 años, en nuestra casa, su casa.
Ha realizado numerosas publicaciones y participado en diversos congresos a nivel nacional. Catedrático, con amplio conocimiento, dedicado a los alumnos de Medicina de nuestro hospital, con un estilo único, cercano en la docencia, ha enseñado dentro y fuera de los hospitales, clínicas y Universidad lo más importante de la medicina: el respeto al paciente.
A las órdenes del Maestro, entre tablaos y rastrojos, siempre al lado de su inseparable equipo, portador de una indumentaria sencilla, con su colección de gorras y su bisturí en el bolsillo, se sitúa entre uno de los cirujanos taurinos con más festejos realizados a nivel nacional y reclamo de sus servicios en numerosos festejos taurinos de nuestra provincia y alrededores.
En el año 2019 fue nombrado Jefe del Servicio de Traumatología del Hospital General Universitario de Guadalajara cuyo mérito se aprobaría por una aplastante oposición y una brillante exposición del cargo.
Clínico afamado y con amplia experiencia hospitalaria, valiente y con coraje, leal en su trabajo, luchó con ilusión por mantenerse al frente de su servicio y por salvaguardar los principios básicos que todo profesional de la salud debería preservar en el desempeño de sus funciones. Tampoco me puedo olvidar de otros muchos grandes compañeros que con los mismos principios, profesionalidad y humildad decidieron marcharse.
Siempre discreto, no quiere protagonismos ni vanaglorias. Pero tras su marcha, no pudo evitar honores ni reconocimientos.
Sonrojado, numerosas lágrimas se derramaban por sus mejillas al escuchar el resople entre aplausos y elogios por ser el más grande entre los grandes.
Con honradez y un trabajo brillante nos ha dejado un legado para seguir adelante, un espejo donde mirarnos.
Sin avatares, con admiración y cariño, es todo un privilegio conocer y aprender de Rodrigo: Amigo cierto, compañero leal, maestro generoso y excelente médico.
Eternamente agradecida.
Sonia García Aguirre, Guadalajara
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Me entristece la situación que ha tenido que sufrir un gran profesional que tanta falta hace ahora mismo en Guadalajara. No he tenido ocasión de ser tratada por él, pero conozco a varias personas que hablan maravillas de su código moral y cumplir con el juramento hipocrático que todo doctor debería de cumplir cuando ejerce una profesión tan importante como es la de el cuidado de la salud social. Por mi parte ojalá que pueda volver y seguir haciendo aquello que le gusta y le agradecemos todos como pacientes…. Gracias doctor