La Asociación Txinparta de Navarra, y miembros de la Recuperación de la Memoria Histórica exponen en la Casa de la Cultura de Azuqueca, hasta el día 7 de marzo, una visión fotográfica y documental contundente que hace referencia a los presos guadalajareños y a segovianos que pasaron por una prisión, la de El Fuerte de San Cristóbal (Pamplona), que hoy en día se pretende que sea declarado Patrimonio Mundial de la UNESCO, como se distinguen a ocho ejemplos de este tipo de Patrimonio Negativo entre otras Auschwitz, Hiroshima o Robben Island, cárcel donde estuvo recluido Nelson Mandela.
“No tenía ni idea” “no me lo podía imaginar” “esto no puede silenciarse”, se oye entre los comentarios de los muchos visitante que han acudido a conocer esta exposición en los primeros días, y que se compone de cinco partes: Un Fuerte convertido en prisión por donde pasaron hasta 7.000 presos republicanos y donde llegaron a colmatar los heladores habitáculos insalubres hasta 1500 hombres al mismo tiempo, en unas condiciones terribles. “Comeros los unos a los otros y así estaréis más anchos”, les decían. Cerca de 1.000 presos llegaron a perecer por frío, hambre y todo tipo de enfermedades por falta de atención médica. “Teníamos el hambre por alimento” frase recogida a un superviviente.
Dado que los pueblos de alrededor no tenían capacidad para recepcionar más cadáveres del fuerte, al tener los cementerios saturados, optaron desde la prisión por enterrarlos en una ladera del monte con las directrices mandadas por el mismísimo Franco: que fueran enterrados con la medalla identificativa (que casi nadie tenía), o bien, con sus datos penales metidos en una botella de vidrio y depositados entre las piernas de las víctimas. En el llamado Cementerio de las botellas, en plena fase de recuperación de los restos por parte de la Asociación Txinparta, 131 cadáveres han sido encontrados bajo tierra, de los cuales solo se ha entregado una parte a los familiares puesto que la identificación es difícil ya que muchas de las botellas estaban tapadas con corcho penetrando la humedad y borrando la tinta del papel y con ello la identidad.
Una tercera reseña fundamental de la exposición se refiere a la fuga más grande jamás habida en una prisión en la que, en mayo de 1938, 795 reclusos escaparon de los guardianes (sin ropa, sin comida y sin mapas) de los cuales 207 fueron asesinados en la captura organizada por civiles de Pamplona y el mismo ejército siendo enterrados en fosas comunes. 14 de los organizadores fueron fusilados en el mismo fuerte y solo tres de los fugados lograron llegar a Francia.
La exposición también recoge los listados de represaliados franquistas guadalajareños y segovianos (en Azuqueca hay un amplio número de vecinos nacidos en Segovia), que llama mucho la atención pues si en Segovia los números son terribles, en Guadalajara se duplican y más. Cerca de 3.000 presos fueron hechos en Segovia, por 12.500 en Guadalajara. Fusilados y muertos en prisión segovianos fueron cerca de 600 pero los alcarreños suman 1.100 solo en la capital. También se recoge la lista de 90 guadalajareños que murieron en los campos de concentración nazis como Gusen, Auschwitz o Mauthausen (90) y los 38 que tuvieron la suerte de ser liberados por las tropas aliadas, de las cuales pasarían a formar parte, siendo retratados en una foto histórica subidos en una tanqueta con el cartelón de “GUADALAJARA”, cuando estaban a punto de formar parte de la liberación de París.
Los datos son terribles, destacándose que las dos provincias era tradicionalmente de derechas y donde las organizaciones obreras y republicanas no habían protagonizado actos de violencia durante los años de la República.
Pero cabe recordar las declaraciones que el General Francisco Franco realizó el 27 de Julio de 1936 al periodista Jay Allen, del Chicago Daily Tribune: “Nosotros luchamos por España. Ellos luchan contra España. Estamos resueltos a seguir adelante a cualquier precio”. Tras estas palabras, Allen agregó: “Tendrá que matar a media España”. Entonces, según narra Allen y según viene recogido en el auto del juez Baltasar Garzón, Franco giró la cabeza, sonrió y mirando al periodista firmemente dijo: «He dicho que al precio que sea».
El Fuerte de San Cristóbal es un testimonio todavía vivo de esta barbarie y si durante un largo tiempo cayó en el olvido sin atenderse los derechos de los familiares fusilados, y el derecho a conocer el paradero de sus allegados, ahora mismo hay un esfuerzo social colectivo para recuperar la Memoria Histórica. Y esta exposición es un ejemplo de ello.
Asociación Txinparta. Red de Memoria Colectiva
Miembros de As. para la Recuperación de la Memoria Histórica
Benjamín Redondo Marugán
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