No tenía apellido, era, sencillamente, Loli.
Toda persona que tiene algo que ver con la cultura de Guadalajara sabía de quién se hablaba cuando oía su nombre porque sin ella no se concebía ninguna actividad en el Teatro Moderno y por eso era querida por público, actores, actrices. técnicos, narradoras, poetas, músicos, cineclubistas, cinéfilas… Cada persona conocíamos una parte de su trabajo y dudo que nadie supiera todo lo que hacía porque se echó a la espalda un teatro entero, pequeño y modesto como es nuestro amado Teatro Moderno, pero incansable, plural y entrañable como ella.
Loli era tranquila, o al menos eso era lo que transmitía a quienes acudíamos con necesidades, problemas, agobios de última hora; y era eficaz solucionando todas esas peticiones sin las cuales podría llegar el fin del mundo según los artistas que ese día trabajasen o según el espectador que no tenía su entrada porque no llegaba la persona que la tenía. Y siempre con una sonrisa, cercanía y transmitiendo confianza.
Igual no tenemos muy claro el día concreto en que Loli apareció en el Teatro Moderno, pero sí sabemos que ella lo fue todo en ese teatro: maquinista, taquillera, iluminadora, sonidista, barrendera, bedel, programadora; y lo fue en un período de mucho movimiento en el que toda la actividad de artes escénicas se concentró en el Moderno, y lo fue también cuando llegaron los tiempos duros de la crisis y había que buscar bajo las piedras para seguir con la programación con un presupuesto muy escaso. Y ella lo hizo: buscó y encontró espectáculos para llenar el Moderno. Y seguía siendo el alma que daba identidad a todo lo que sucedía en el teatro.
Tenía un contrato leonino en el que no figuraba ningún horario de trabajo, lo que de hecho suponía un horario de 24/7; a veces tenía ayuda, pero muchas otras no, y la actividad siempre salió adelante.
Luego vinieron tiempos peores que, como una nube negra, borraron todo, cerraron el Teatro y dejaron a Loli en la calle, que fue donde acudimos muchas amigas y amigos del Moderno a reivindicar nuestro teatro. Conseguimos que se abriese, pero Loli no volvió y se retiró discretamente a un lado, y el Moderno nunca ha vuelto a ser lo mismo.
Nos ha dejado Loli, la que no tenía apellido, pero que se ganó uno muy importante: Loli “la del Moderno”.
Hoy somos un poco más pobres, un poco más infelices y un mucho más tristes; y hoy la recordamos e intentamos darle ese último abrazo que no le hemos podido dar porque se ha ido también discretamente, y mandamos un abrazo a su gran familia para acompañarla en este momento tan duro.
Guadalajara, 24 de septiembre de 2024.
Asociación de Amigos del Moderno y del Cineclub Alcarreño
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