El término de “capital natural” hace referencia a los recursos naturales de un territorio. La situación central de la zona montañosa de Guadalajara y el cauce del río Tajo ha dado lugar a que sea el territorio español que concentra el mayor número de centros de explotación de sus recursos naturales, lo grave es que no ha existido ni existe planes de desarrollo compensatorio que suponga una reversión económica de sus recursos, lo que explica la situación de extrema desertización en que se encuentra en la actualidad.
En Zorita de los Canes se instaló en 1968 la primera central nuclear (cerrada en 2006), sin que haya existido un plan alternativo de desarrollo con su desaparición. Es la demanda que se realiza desde Trillo, Cifuentes y poblaciones vecinas cuando la central que se inauguró en 1987 se cierre en 2028 para que su desaparición no suponga la emigración de sus trabajadores y sectores económicos con ellos implicados. Desgraciadamente no se conoce ningún plan de actuación.
El complejo eólico de Maranchón y Luzón, inaugurado en 2006, con sus 104 generadores era el mayor complejo eólico de Europa, su producción eléctrica equivale al consumo anual de cerca de 600.000 habitantes, evita la emisión de 430.000 toneladas anuales de CO2 y el consumo de 100.000 toneladas de petróleo. Su efecto depurador equivale a 30 millones de árboles. La selva de aerogeneradores anula el valor del paisaje, el principal recurso natural de la Serranía Celtibérica.
Tampoco hay compensación en el territorio por el mayor almacenamiento subterráneo de gas natural de España, construido por Enagas en Yela, pedanía de Brihuega, con un volumen operativo de 1.050 millones de m3 .
Pero va a ser el trasvase del Tajo-Segura desde los embalses de Entrepeñas y Buendía el que muestra de forma clara la situación de expolio de “capital natural” desde su inauguración en 1979. El valor de las infraestructuras del trasvase se estableció en 1.555 millones de euros. Si al inicio se regaban 49.000 hectáreas, en 2017 se calculan más de 300.000 hectáreas en las provincias de Murcia, Alicante y Almería, con un valor económico de las producciones agrarias de 1.040 millones de euros y de 2.364 millones de la industria agroalimentaria, en cifras del 2013. Se estima que ha generado más de 110.000 empleos directos. Además, con el agua del Tajo se abastece a más de 2 millones de personas, siendo el factor clave del desarrollo económico de las tres provincias con el turismo y la construcción. La riqueza creada por el trasvase Tajo-Segura se cifra en más de 20.000 millones de euros.
Pero, ¿qué retorno ha existido de esta riqueza al territorio del Tajo? Debe considerarse que cuando se construyó el embalse de Entrepeñas en 1956 se inundaron 3.213 hectáreas y con el de Buendía en 1958 un total de 8.194 hectáreas, anegando las tierras más fértiles, sepultando las poblaciones de Santa María de Poyos y Los Baños de la Isabela, y acentuando la emigración de los habitantes del entorno. Estos pantanos que por su extensión se denominaron el “Mar de Castilla”, auguraban un desarrollo turístico, pero el trasvase ha dado lugar a que haya fracasado. El lugar que iba a ser más beneficiado, Sacedón, contaba en 1950 con 2.565 habitantes, quedando reducidos a 1.542 en el año 2017.
En la población de Illana, de 660 habitantes, y por donde pasa el Tajo y el canal del trasvase, se aprobó hace 30 años poner regadíos en un plan de interés general, pero hasta el presente nada.
La compensación por el agua transferida entre 1986 y 2014 se estima en 400 millones de euros, pero no han ido destinados al territorio del Tajo donde se sitúan los embalses sino a la cuenca cedente integrada por las comunidades autónomas de Castilla–La Mancha, Madrid y Extremadura.
Desde que en enero de 2017 el Gobierno de España, conjuntamente con las Comunidades Autónomas manifestaron tomar medidas que solucionaran el reto demográfico, hemos asistido a continuas manifestaciones en pro de «garantizar que toda la ciudadanía española, acceda y reciba los mismos servicios públicos y tengan las mismas oportunidades en condiciones de igualdad, vivan donde vivan”.
Pero la Serranía Celtibérica no puede esperar, es un enfermo terminal que agoniza y al que no se le puede tratar con palabras de salvación final o con una tirita. ¡Necesita soluciones ya! Por ello defendemos los intereses del territorio de Guadalajara en el marco de toda Serranía Celtibérica.
Sección de Guadalajara de la Asociación para el Desarrollo de la Serranía Celtibérica
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