Desde hace unos meses, mi hermano y mi cuñada están pasando por una de las peores etapas de su vida. Por diversas circunstancias, el hijo al que esperaban con tanta ilusión venía con complicaciones incompatibles con la vida.
Esta terrible noticia venía acompañada de unos procedimientos que, ya de por sí negativos por la situación intrínseca, se regodean en una constante violencia contra la mujer.
En este procedimiento, con el peor de los diagnósticos, tienes que pasar por varias etapas donde te sientes juzgada por algo que no estás eligiendo. Cuando el tribunal médico te da el consentimiento para poder interrumpir el embarazo te mandan a Madrid. Y no importa si eres de Albacete, Ciudad Real, Cuenca, Guadalajara o Toledo. Te vas a Madrid. Te haces tu viaje y tus kilómetros de ida y vuelta para que allí te ayuden a continuar el proceso. Allí interrumpen el embarazo, ese hijo al que desear ver la cara y cuidarle de por vida pero que, por azares del destino, ya no va a poder ser. Una vez que todo termina, vuelves a tu hospital de referencia y te provocan el parto. Aquí es donde yo me pregunto: ¿Por qué? ¿Es necesario ese viaje? Sí. Sí porque todos los especialistas en la Región son objetores. Y aquí vuelve a surgirme una pregunta: ¿Hasta qué punto es lícito que una persona que oposita a una plaza pública, en la que existen servicios a la ciudadanía de todo tipo, tenga esta opción? ¿En qué momento esa objeción puede volverse un ataque contra los derechos de otra persona? ¿En qué momento tengo que hacerme 600 km en un día en una ambulancia, gastando recursos públicos (por no mencionar el desgaste físico y emocional de todo esto) por ti?
¿Qué diríamos de un/a médico/a que no haga transfusiones porque su religión se lo prohíba? ¿Hasta qué punto tu objeción puede pisotear mis derechos? Ese personal sanitario no debería recibir un sueldo público y debería trabajar en un sitio acorde a sus principios. Pero, fíjese usted, los principios solo los defiendo en momentos en los que pueda hundir, humillar y victimizar a una mujer en uno de los peores momentos. Para cobrar a final de cada mes de un sistema que va en contra de mis ideas… ahí no. Ahí mis principios se pueden ir a dormir el sueño de los justos.
Un saludo.
PD: Desde aquí quiero mandar mucha fuerza y ánimo a todas las mujeres y sus parejas que están pasando por algo similar. Os espera un camino doloroso, que solo podéis transitar vosotros, pero si miráis a los lados de ese camino, nos tenéis a vuestro lado acompañándoos.
Y, por último, agradecer a todos los/las profesionales sanitarios que marcan la diferencia tratando a las personas con gran empatía, cariño y respeto por su dolor.
Alicia Navarro González. Guadalajara
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