Me decidí a escribir esta carta tras ver una entrevista que le hicieron a D. Jesús Muñoz, que para quien no le conozca, es un padre coraje que se ha significado por denunciar en redes su caso, por desgracia uno más entre millones, en el que su expareja les destrozó la vida a él y a su hijo.
Y he de reconocer que a pesar del gran trabajo que ha realizado el Sr. Muñoz dando luz a su caso y a otros muchos como el suyo, documentando estadística y minuciosamente, con datos oficiales, muchas de las injusticias e incongruencias de este falso y extremista feminismo que impera en nuestro país. Observé, incrédulo, que este pobre padre, quizás cegado por las terribles acciones que cometió la madre de su hijo, equivocó o no supo ver quiénes fueron los verdaderos culpables de los males ocasionados a su hijo y a él mismo.
Ya que su expareja simplemente fue la “hoja de la guillotina”, pero quién ideo ese mecanismo infernal y quién activó la palanca para que la hoja cayera cercenando sus vidas fueron otros:
Primero, y como máximos responsables, los Robespierres de este país, que, por un interés meramente político para obtener un rédito electoral, han aprobado una serie de leyes absolutamente aberrantes y que no existen en ningún otro país del mundo, como son: la Ley de Violencia de Género (LVG), la Ley Rhodes, o la Ley del Sí es Sí. En las que no solo dejaron simples fisuras, sino océanos, para que personas sin escrúpulos se hayan podido aprovechar de ellas para delinquir libremente, desprotegiendo y “llevando al cadalso” a millones de personas inocentes, siendo sus víctimas más vulnerables, los menores.

En segundo lugar, las juezas/es, especialmente de juzgados de violencia de género, y la fiscalía, que ejerciendo una labor de jueces político – inquisitoriales han actuado también como verdugos a ejemplo de Charles-Henri Sansón (verdugo durante la revolución francesa) activando ese mecanismo de “la guillotina” que ha cercenado, civil y de cualquier otra forma que puedan imaginarse para destruir moral, judicial, económica, laboral, psíquica y psicológicamente a una persona, millones de cabezas. En muchas ocasiones abocando a sus víctimas civiles a una muerte también física a través del suicidio o permitiendo que auténticos monstruos, como veremos más adelante, asesinaran a sus propios hijos. Incluso, como veremos al final, convirtiendo a sus víctimas en asesinos.
Y, en tercer lugar, y no menos importante, unos medios de comunicación, que han divulgado, previo cobro de jugosas subvenciones institucionales, esta propaganda política, señalando, al más puro estilo Jean Paul Marat, a todo hombre como un monstruo, un criminal en potencia o un asesino de sus hijos. Para mandarlos al cadalso, a sabiendas de la falsedad de esta propaganda y de que también, unos pobres niños iban a acompañar, cogidos de la mano, a sus padres a ese cadalso.
Pero la mejor forma de que vean cómo funciona este mecanismo de “la guillotina”, es presentando casos reales. Vamos a exponer solo unos cuantos, ya que les aseguro que, si todas las víctimas de esta “guillotina” contarán sus casos, tendríamos que estar leyendo hasta por lo menos el año 2030, según la agenda famosa.
Hablemos primero de un caso que el propio Jesús Muñoz comentó en su entrevista y que hizo estremecerme, siendo el motor que me decidió a escribir esta carta. Ya que para el Sr. Muñoz la justicia, simplemente, no protegió a Olivia, una niña de 6 añitos que asesinó su madre en Gijón en el año 2022.
Pero entremos en los detalles de este caso y después decidan ustedes quién accionó el mecanismo de “la guillotina”, porque la hoja, que cortó casi literalmente la cabeza de Olivia, está claro que fue su madre.
Según los datos que se pueden obtener por la prensa y que facilita el propio Jesús Muñoz en su entrevista, durante el proceso de divorcio de los padres de Olivia, Noemí y Eugenio, que se inició en 2018, Eugenio, recibió nada más y nada menos que ¡¡¡¡23 denuncias falsas!!! que iban desde el maltrato a la madre y a su hija hasta abusos sexuales sobre su hija. Bueno y aquí habría matizar que cuando decimos falsas no son oficialmente falsas, ya que ninguna de esas 23 denuncias engrosó en el famoso 0,01% ni fueron investigadas por la fiscalía como denuncias falsas. Y que incluso en una de ellas hasta condenaron al pobre Eugenio siendo inocente (luego explicaremos, con otros casos reales, lo fácil que es condenar a un varón en España siendo inocente). El proceso civil de familia por la custodia de Olivia, que evidentemente al haber denuncias por violencia de género fue trasladado y resuelto por el juzgado penal “político-inquisitorial” de violencia de género nº 4 de Segovia otorgó, como no, la custodia en exclusividad a la madre en 2019, siendo ratificada posteriormente por otras/os 3 juezas/es de la Audiencia Provincial de Segovia.
¡¡¡Qué gran visión tuvieron para proteger y velar por el interés superior de Oliva las/os 4 juezas o jueces “Charles-Henris Sansones”!!!
Y tras 4 años y 23 denuncias falsas, en los pueden imaginarse el número de barbaridades que cometería la tal Noemí con la pequeña Olivia, por fin ya en 2022 le otorgaron la custodia a Eugenio. Pero esas/os sesudas juezas/es “Sansones” olvidaron proteger a Olivia, o más bien habría que decir que activaron el mecanismo de “la guillotina”, ya que otorgaron un régimen de visitas para esa asesina, a pesar del historial de “buena madre” que había demostrado durante los últimos 4 años. Y en el primer día que estuvo con su hija Olivia la mató.
¿Quién o quiénes fueron los responsables de la muerte de la pequeña Oliva? ¿Quién activo el mecanismo de “la guillotina”? ¿No tuvieron los sesudos “Sansones” indicios suficientes durante 4 años de que Noemí era un peligro real para la vida de Olivia? ¿Tuvieron que esperar a que la matara como así por desgracia finalmente ocurrió?
Yo lo tengo claro. Ustedes ¿Qué opinan?
Vayamos con otro caso más, uno más cercano, ocurrido aquí mismo, en Guadalajara. El caso igual les suena ya que fue denunciado en este digital en el año 2022 a través de este magnífico artículo publicado en EL HERALDO DEL HENARES: La batalla judicial de 13 años de un padre de Guadalajara por la custodia de su hijo menor de edad: “Las pruebas forenses y el Defensor del Pueblo me dan la razón, pero los juzgados y la Junta de Castilla La Mancha me la quitan por ser hombre, por eso, lo denunciaré a la UE”
Si se fijan, en ambos casos se dan circunstancias comunes como denuncias falsas, secuestros y siempre un absoluto desprecio de las juezas “Sansonas” en proteger y velar por el interés superior de los menores. En este caso estas 4 “Sansonas”: la juez titular del juzgado de violencia de género nº 2 de Guadalajara, las 3 magistradas de la Audiencia Provincial de Guadalajara y la Fiscal Jefe de Guadalajara, se permitieron el lujo, como imagino en el caso de la pequeña Olivia, de ningunear el criterio de la psicóloga-forense del juzgado que las advirtió del peligro que corría ese niño si se otorgaba la custodia a la madre. Aunque por suerte esta “guillotina” no acabó con la vida de este niño. Pero como ya indicamos antes, hay muchas formas de “cercenar las cabezas” de estas víctimas, en esta ocasión fue dejar a este niño bajo la custodia de una madre alienadora con graves desequilibrios mentales y una nula capacidad parental, lo que irremediablemente originó graves secuelas psicológicas en el menor y en el padre.
O que me dicen de los casos mediáticos de Juana Rivas y María Sevilla.
En el de Juana Rivas “la guillotina” vino en forma de poner a todo el poder del estado, todavía recuerdo a Rajoy diciendo: “Juana está en mí casa”, para que esa delincuente pudiera seguir perpetrando y alargando un delito de secuestro, durante el cual generó en su hijo mayor una brutal Alienación Parental que le ha llevado a que rechace a su padre sin causa justificada. Y que hoy mismo, “gracias” a “la guillotina” que está activando un juzgado de Granada al negarse a devolver al hijo menor a su padre en Italia, promete, si no se da prisa la justicia italiana en reclamar a este pobre niño, que vaya a correr la misma “suerte” que su hermano mayor.
Y con María Sevilla ocurrió algo parecido, siempre un secuestro de hijos por medio, denuncias falsas y sus señorías “Sansonas” de premio otorgando la custodia a una madre que decía a su hijo que su padre era el mismísimo diablo. Y ya cuando el caso saltó a la opinión pública y esa secuestradora había destrozado psicológicamente a su hijo, entonces sí, después de no sé cuántas denuncias falsas y años de calvario, ya le otorgaron la custodia al padre. Pero “la guillotina” ya había sido accionada y seguramente ese pobre chaval sufrirá aún un grave trauma psicológico y deberá necesitar tratamiento psiquiátrico y psicológico de por vida.
Incluso hay casos en los que una misma “hoja de la guillotina cercena varias cabezas”, muchas. Como es el caso de Vanesa Gesto “la mentirosa del pegamento en los genitales”. La cual ha ido denunciando falsamente a todos los hombres que se han cruzado en su camino. Por ejemplo, como en su denuncia falsa más famosa, en la que dijo que su expareja Iván le había pegado los genitales con pegamento. ¿Y a que no saben que hicieron las/os sesudas/os “Sansones” fiscal y jueza? Pues de primeras, como no, y contando como única “prueba” con la palabra de esa mentirosa, activar “la guillotina” ¡Zás! y meter al pobre Iván en prisión. Y tuvo que ser gracias a una investigación a motu propio de la guardia civil que descubrió que mentía, cuando a las “Sansonas” no les quedó otra que ponerlo en libertad. Pero al pobre Iván ya le habían metido en prisión durante 8 meses por otras denuncias falsas anteriores a la del pegamento, de esa delincuente.
Así de fácil es condenar a un hombre inocente en España, únicamente contando como única “prueba” necesaria con la palabra, “siempre verdadera” de una mujer. Si no me creen vean la Sentencia del TS nº 938/16 de 15 de diciembre.
Y con la reciente sentencia de una “top mundial del deporte”, “archiconocida por sus logros deportivos*, como Jennifer Hermoso, se ha rizado todavía más el rizo. Ya que dicha sentencia viene a decir que una mujer, como Jenni, aun existiendo pruebas de video y audio, puede manifestar en un primer momento que el piquito que le dio Rubiales era una tontería, que no había que sacarlo de contexto, que no había darle tanta importancia, e incluso hacer gracias sobre ello cantando: “ Beeesoooo, beeeesooo…”. Para unos días después, igual pensando en sacar algún beneficio con ello, cambiar de opinión y decir que se sintió muy agredida sexualmente por el pícaro Rubiales y su señoría “D. Charles-Henri Sansón” activó su “guillotina” y la cabeza de Rubiales rodó para nunca más volver a la vida civil con un cargo institucional, a no ser que sea el de recoge pelotas.
Pero que se ande con cuidado ese “Sansonin”, porque todo hace indicar que a las feministas a modo de “sans-culottes” (la turba que durante la revolución francesa se tomaba la justicia por su mano) no les gustó mucho su veredicto, se ve que les pareció poco el castigo que le impusieron a Rubi por haber recibido una denuncia falsa televisada, e igual la próxima cabeza que cae es la suya.
¿No me dirán que no es fácil condenar a un hombre en España siendo inocente? Vale con la simple palabra de una mujer, y ahora ya con el precedente de Jenni, incluso aunque luego la cambie y se sepa que está mintiendo, da igual. Y eso sí, también hace falta la necesaria sentencia de un “valiente Sansón” que active “la guillotina”.
Iba a terminar ya, por no aburrirles con tantos ejemplos. Pero acabamos de tener esta misma semana otro caso en el que han entrado en juego las tres patas que sostienen esta “maquinaria de la guillotina”. Ya que resulta que uno de los jóvenes que participó en el asesinato de una educadora social esta semana en Badajoz, según manifiesta su propio padre, “ha sido víctima del sistema”. Pero vamos a desbrozar un poco la frase de este pobre padre, porque uno oyendo a voceros como Ramón Espinar en la televisión (un Jean Paul Marat más de los que cobran por engañar a la gente ) puede creerse que la culpa de que esos chicos asesinaran a esa pobre educadora es del partido contrario al que él lame las botas, ya saben, la basura política siempre echándose la culpa el uno al otro. Y en parte tiene razón, ya que como explicamos al principio, los máximos responsables son todos los Robespierres que aprobaron esa basura de leyes, y ahí acierta Espinar, ya que la LVG fue aprobada por todos los partidos políticos.

Lo que no cuenta Espinar y sí denuncia el padre de uno de estos chicos, es, qué casualidad, que cuando se divorció de su exmujer, por lo visto una politoxicómana, una sesuda o sesudo “Sansón” de un juzgado de violencia de género de Badajoz otorgó la custodia a ese ejemplo de buena madre. Se ve que les pareció que el chaval iba a estar mucho mejor cuidado que con su padre, que, por lo visto, es un reputado cocinero que imagino llevará una vida más o menos ordenada, o por lo menos, más ordenada que la madre de sus hijos. Pero al “Sansón” de turno le pareció mejor que al chaval lo educara su madre drogadicta.
¿Y con semejante “guillotinazo” qué podría salir mal?
Para empezar “la guillotina” la activaron, una primera vez, para destrozarle la vida a ese pobre chaval y a su padre. Solo hay que ver donde acabó el chico, en un centro de menores y lo que terminó haciendo, seguramente por la “buena custodia” que debió ejercer su madre entre raya y pico. Pero esta vez, además, habría que añadir una segunda activación de esa “guillotina” cuando ese chico, ya echado a perder, asesinó a esa pobre educadora.
Así que cuando el padre, correctamente, da el pésame a la familia de esa pobre chica, debería decirles, que su hijo no fue más que la “hoja de esa guillotina” ya que los verdaderos culpables en este hecho luctuoso fueron los de siempre: los Robespierres por crear “la guillotina”, los Sansones por activar la palanca, no una, sino dos veces, y también los Marats que chupan subvenciones por no contar la verdad.
De todas formas, si los Robespierres, Sansones o Marats intentan engañarles diciendo que los casos que he descrito serán casos sueltos o aislados. Sería muy fácil el poder vislumbrar la dimensión real de este “mecanismo de la guillotina” y saber a cuantos menores habrá podido afectar, si contestaran a las siguientes preguntas:
De las más de 2,6 millones de denuncias registradas y contabilizadas por violencia de género desde el año 2005 (cerca del 80% archivadas). ¿Cuántas de ellas se pusieron, como denuncias instrumentales, en medio de procedimientos de familia en los que se dirimía la custodia de menores? Y, por lo tanto, dichos procedimientos fueron trasladados obligatoriamente y resueltos en juzgados penales de violencia de género.
Y del resultado, imagino que millonario ¿En cuantos de esos procedimientos civiles por la custodia, esos juzgados de violencia de género otorgaron, en primera instancia, la custodia a los padres varones? Comparando esas custodias con las que se otorgan compartidas o a padres varones en juzgados de familia.
Estos datos jamás van a querer facilitarlos, pero les puedo asegurar, que las custodias otorgadas a padres varones en primera instancia en juzgados de violencia de género en España se podrían acercar mucho al 0,01%. Y seguramente se darán en casos tan extremos en los por ejemplo una madre hubiera intentado matar a sus hijos delante de varios testigos. Y aún así, seguro que les costaría dar una custodia a un padre.
Ahora recuerden los casos que les he expuesto anteriormente y piensen que los hechos relatados en ellos en vez de haber sido cometidos por las madres los hubieran cometido los padres.
¿Creen que un juzgado de violencia de género otorgaría la custodia a un padre que secuestrara a sus hijos, o que tuviera el más mínimo informe psicológico-forense contrario o que se saltara el régimen de visitas impidiendo a la madre que pudiera ver a sus hijos durante años, o que fuera drogadicto? La pregunta se contesta sola.
Para que vean la dimensión, importancia y gravedad de esta sesgada forma que tienen de administrar justicia los juzgados españoles, sobre todo los juzgados de violencia de género, en procedimientos de custodia a la hora de otorgar las custodias a las madres aunque sea evidente que son perjudiciales para los menores. Si en el caso de la pobre niña Olivia el malnacido hubiera sido su padre, seguramente ella ahora estaría viva. O seguramente si el chaval que asesinó a esa pobre educadora en Badajoz, no sé hubiera criado en el ambiente de drogas y delincuencia en que le crio su madre, igual esa pobre educadora ahora también estaría viva. Ya que, al más mínimo indicio de un informe psicológico contrario, de los que imagino que la madre de Olivia o esa madre drogadicta tendrían de sobra, o ante la más mínima falta en el régimen de visitas que hubiera observado el juzgado de violencia de género en el padre de Olivia, le habrían quitado incluso la patria potestad y hubieran dictado una orden de alejamiento hacia Olivia controlada por la policía y no hubiera vuelto a ver a su hija en su vida. Y hubieran hecho muy bien, como cuando lo hacen con otros padres que son unos malnacidos y unas malas influencias para sus hijos.
La diferencia y la gravedad radica, en que cuando estas pruebas, aunque sean evidentes e incluso alarmantemente peligrosas, como hemos podido ver en los casos anteriormente expuestos, son observadas en una madre, ya no es solo que no las aparten de sus hijos, sino que de primeras las premian otorgándoles la custodia, es decir, juegan con la vida de los menores sin velar por su interés superior y eso a la larga, como hemos podido ver, deriva en resultados trágicos e incluso criminales. Y esta es la cruda realidad que por desgracia viven cientos de miles de menores y padres en los juzgados de violencia de género de España todos los días.
¿Hasta cuándo?
Por desgracia, malos padres y malas madres, esas hojas de guillotina que se han utilizado como símil durante esta carta, los habrá siempre, eso viene de serie.
Pero la obligación de todo país democrático de derecho que se precie, debería ser implementar sistemas y mecanismos que protegieran a los menores de esos malos padres o malas madres, con imparcialidad y sin sesgos políticos por razón de género, para impedir cualquier corte de esas hojas de guillotina defectuosas en los menores. Cumpliéndose estos 2 preceptos fundamentales:
PRIMERO: Una legislación sensata que no discriminara por razón de sexo y que protegiera íntegramente a los menores de todos los tipos de maltrato que existen. Cosa que evidentemente no existe en España ya que la LVG discrimina por razón de sexo favoreciendo sin razón a muchas malas madres y el art. 11.3 de la Ley Rhodes niega el maltrato de la Alienación Parental.
SEGUNDO: Un sistema judicial justo, imparcial y con independencia del poder político, que en temas de custodia es evidente que no tiene, que tuviera como principio fundamental el velar por el bienestar superior de los menores. Cosa que si contestan a las preguntas anteriormente realizadas se darán cuenta de que en España tampoco se cumple.
Ya que en España lo que se hizo desde el año 2004 con la aprobación de la LVG por el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, por un mero interés electoral, es entrar en una espiral de locura colectiva, algo parecido a lo que ocurrió en la Francia de la Revolución Francesa durante la época del terror, creándose una “maquinaria de la guillotina” que no ha servido para salvar a ninguna mujer de ser asesinada, ya que año tras año, por desgracia, se dan las mismas cifras de muertes. Pero sí ha servido, gracias a los ingentes presupuestos y subvenciones que mueve esta maquinaria, para que mucha basura se haya hecho rica a costa de muchas víctimas. Y por desgracia, para lo que también ha servido es para “guillotinar” la vida de millones de personas entre menores, padres y demás familia extensa.
Por suerte, como ocurrió en la historia real, algunos Robespierres ya han catado de su propia “guillotina”, véase Errejón o Monedero, cosa de la que me alegro un motón. Pero por desgracia, en lo que atañe a los menores, aunque seguirán cayendo más cabezas de Robespierres y de todo hijo de vecino, me temo que todavía tendrán que “rodar muchas cabezas” de menores inocentes e indefensos antes de que se empiece a hacer algo para protegerles y salvarles.
Fernando Arias Clemente. Guadalajara
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